miércoles, septiembre 07, 2005

El ególatra ilustrado

Desde que empecé este blog, cada vez que he escrito algo ha sido porque durante el día, he estado pensando en qué iba a escribir. No puedo decir que le dedique demasiado tiempo, honestamente. Simplemente, hago el ejercicio de buscar un tema sobre el que quiera hablar, y me pongo a pensar en qué decir al respecto. Si no tengo nada interesante que escribir sobre ello, simplemente lo desecho y busco otro. Este, por ejemplo, es el tema que escogí entre tres de los cuales pensé hoy. Ese es precisamente el ejercicio que buscaba conseguir a través de escribir un blog, desarrollar cierta disciplina al escribir. No quedarme sentado, esperando a que las ideas golpearan mi cabeza.

Sucede que cuando recién empecé a escribir, me guiaba por ese proceso. Es por eso que en casi diez años sólo he escrito cinco cuentos. Tenía no sólo la opinión (muy idealizada, por lo demás) de que aquello que escribía debía ser fruto de la inspiración pura, y sólo debía escribir cuando esta me llamara. Y cuando esto sucediera, y terminara algo, debía quedar así, no “estropearlo” con correcciones. Si ud. me lo pregunta ahora, pienso que es una idea bastante estúpida.
Como ya lo mencioné una vez, existen dos grandes escritores (que no tienen absolutamente nada que ver el uno con el otro, excepto, quizás, en que ambos son mucho más pragmáticos que idealistas) que me dieron un importante consejo a la hora de escribir. Nietzsche, en El Crepúsculo de los Idolos, si no me equivoco, dice que si se ha de escribir, se ha de hacer con la sangre. Stephen King, entre los muchos consejos que da en su libro “Mientras Escribo”, dice que siempre hay que corregir lo escrito, básicamente porque cuando uno está en pleno orgasmo creativo (que es la única expresión que creo se ajusta al momento en el cual uno tiene una idea que le parece fascinante, y se pone a escribirla) suele desarrollar la idea de forma atolondrada, y eso se ha de corregir. Escritores pragmáticos, consejos pragmáticos.
Escribir no es tan fácil como parece. No porque a uno se lo hayan enseñado desde la básica, quiere decir que pueda realmente escribir. Para ello, es necesario ser capaz no tanto de tener una idea, sino de que esta sea muy clara, y más importante aún, que al escribirla se entienda, y se haga comprensible para cualquier persona que lo lea. Porque no importa lo buena que sea tu idea, si otra persona no puede entenderla una vez que la hayas escrito, no sirve de nada.
Y para estas alturas, querido lector, se estará preguntando ud. porqué tomarse tantas molestias para escribir, si resulta algo bastante complejo en el fondo. La respuesta, es muy sencilla. Nosotros, los que escribimos, somos ególatras. Y para satisfacernos, debemos escribir, y saber que nos leen.
En lo personal, no creo que exista nada malo en ser un poco egocéntrico. En cambio, el narcisismo si que me parece mal, y se les confunde a menudo. El egocéntrico es una persona con una autoestima bien desarrollada. Algo que, por lo demás, no es tan común en este país. Está lleno de gente que se jura el hoyo del queque, es cierto, pero en la mayoría de los casos son personas que se creen el cuento porque por dentro, su inseguridad se los come con zapatos. Personalmente, no me parece la mejor forma de combatir la inseguridad.
Yo escribo porque me gusta hacerlo, eso se lo puedo jurar de guata. Pero si lo publico, es simplemente por egocentrismo. No tanto porque quiera que todo el mundo me diga “oh, que bien escribes”. No puedo decir que eso no sea agradable, porque sería un hipócrita. Es más, si escucha a algún escritor del medio que sea, diciendo algo así, golpéelo sin piedad. Se lo merece. Yo publico lo que escribo porque pienso que lo que digo es interesante. O sea, me tengo fé. O sea, soy ególatra.
Actualmente, esa palabra se considera algo fea. Eso me recuerda siempre una descripción que William Gibson hace de un personaje en su libro “Mona Lisa Acelerada”. Dice algo así como “era un tipo absolutamente ignorante, y que por lo tanto, odiaba a todo aquel que pareciese saber un poco sobre algo”. A la mayoría de la gente le molesta la gente egocéntrica porque estas personas sienten seguridad sobre lo que dicen, y lo más importante, se sienten seguros de sí mismo. Se confunde, e insisto en este punto, el egocentrismo con el narcisismo. La diferencia radica en que un ególatra se centra en sí mismo y a partir de eso ve el mundo, todo en relación a él, y se satisface destacando en algo. El narcisista, piensa que él es perfecto, y que todos deberían adorarlo como el dios encarnado que es. Siendo este un país que no le gusta que otros destaquen, es comprensible que ambos caigan en el mismo saco y se les odie por igual. Sin embargo, a menos que uno se tenga fé y no sólo se crea bueno para algo, sino que además se esfuerce en serlo, va a llegar a muy pocos lados.
Confieso que mis intentos literarios han sido sumamente tímidos. Eso es porque, estando enfocado sobre mí mismo, soy sumamente autocrítico. Y caigo en el error de compararme con los escritores que leo. Eso es lo peor que uno puede hacerse, porque se caga antes de empezar. Pero al mismo tiempo, es un tanto inevitable. Por ejemplo, si un niño agarra una pelota y se pone a jugar, y se compara con Ronaldo, obviamente va a pensar de si mismo que es patético con la pelota. Va a intentar hacer las mismas cosas que él y va a fracasar miserablemente. Supongo que eso sucede porque este momento histórico se caracteriza porque lo queremos todo, y lo queremos ahora. Gran defecto de nuestros tiempos. Lo bueno, tarda en madurar. Lo mismo me repito una y otra vez cuando leo lo que escribo y me parece horrible.

Pero me tengo fé. Si no, no estaría publicando esto.

No hay comentarios.: