viernes, septiembre 02, 2005

Buenos Presagios

“Te sientes obsesionado y angustiado
porque no puedes encontrar el sentido
en este absurdo sinsentido e incipiente envejecimiento
que dejarán tu sentido común inservivble.
No hay descanso.”
Bad Religion.- “Materialist”


Cuando quise empezar a escribir, lo hice porque de una forma u otra, no estaba del todo satisfecho con las historias que leía. Y pensaba que quizás podría hacerlo mejor. No es una idea tan soberbia como parece; más bien está en el límite justo entre la autoestima y la soberbia. Bueno está bien, llámenlo soberbia si quieren. El hecho es que esa forma de pensar me ha dado resultados, después de todo.

No sólo es la idea que me impulsó a escribir, sino que también me hizo levantar una filosofía de vida, una forma de ver el mundo.

Fui criado en un colegio católico. A los 11, leí un libro budista. Empecé a tener ideas extrañas. A eso de los 16 empecé a leer filosofía propiamente tal. Y no, no me refiero a Cohelo, por el amor de todos los dioses. Fui instruido en cosas tales como Aristóteles. Nietzsche. Gente de ideas sencillas por supuesto. Sencillamente complejas. Después, me interesé en lo oculto. Separando los charlatanes y farsantes de los igualmente charlatanes pero no tan farsantes. Algo de psicología también leí por ahí. Y religiones, por supuesto.

Porque, después de todo, un ñoño, nerd, freak o como quieran llamarlo, es un adicto a la información. No a grandes cantidades de ella, no a profundizar completamente en el tema. Sólo a entender lo básico. Los informáticos también tienen esa tendencia. La idea es conocer lo suficiente para saber de qué va el asunto. Y por supuesto, incorporarlo, tomarlo para sí. Aprehender.

Ya que ninguna filosofía de vida, ninguna religión, ninguna explicación del mundo me satisfacía, inventé una propia. Uno podría ver aquí las peligrosas garras del relativismo. “Todo es relativo, cada uno tiene su propia verdad”. No lo creo. Pienso que primero: el mero hecho de decir que todo es relativo te caga la afirmación. Segundo, lo que hago no es relativismo, no pienso que cada uno tenga su propia verdad. Pienso que cada uno ve la verdad a través de los sesgos que tiene, sin ser conciente de ellos. Los judíos vieron a un Dios vengativo, fuerte y un tanto mala leche (porque lo siento, pero ellos vieron a Dios antes que los cristianos, qué se le va a hacer) porque el ambiente donde vivían era hostil, duro, y muy mala leche. La gente de la selva veía a sus dioses como benévolos porque escupían una pepa de manzana y salía un árbol, pero también le temían porque una buena tormenta los dejaba sin nada. Y así sucesivamente.

Creo, como el buen Platón, que la verdad es una sola pero no somos capaces de mirarla directamente. Sólo vemos sombras. Y eso no está nada más lejos que la idea de que la verdad es relativa, que depende del punto de vista. No señor.

Ud., mi querido lector, se preguntará a qué voy con tanta divagación. Como me enseñaron a ser honesto con lo que escribo (Papá Nietzsche, que decía que si vas a escribir, tienes que escribir con tu sangre) se lo explicaré lo mejor que pueda a continuación.

Creo que hay cosas más allá de lo que uno puede hacer, que influyen en tu vida. Ojo, no digo que la dirijan, y por el contrario tampoco pienso que la suerte se la hace uno. Pienso que es más bien un equilibrio.

Después de un par de semanas en los que nada me resultó como debía, no sólo por razones inherentes a mi torpeza para vivir, las cosas empiezan a cambiar. Y así, de repente, de un día para otro. Cosas buenas me pasaron hoy. Conseguí un poco del sucio dinero que tan necesario es para sobrevivir. Me reencontré con una amiga a quien daba por perdida. Mis líos burocráticos se empezaron a aclarar (no por sí solos, sino gracias a la divina influencia de mi bienamada novia) y el sol se dejo caer entremedio de tanta nube y lluvias sorpresivas, contra las cuales no tengo nada en realidad, lo que me molesta en verdad es el frío que las sigue. Como ud. se habrá dado cuenta, querido lector, soy una persona que le presta una inusual atención al clima. Eso es porque afecta en cierta medida mis estados anímicos. Incluso parece que mi salud me permitirá dentro de poco abandonar estos insulsos cigarrillos light por otros con un poco más de sabor. Es más, me aventuro a decir que es incluso posible que logre reducir mi tasa de consumo, no tanto por preocupaciones de salud sino más bien por razones económicas. Mis ganas de estudiar están resucitando, mientras me veo sepultado por trabajos y molestias similares. Si tan sólo pudiese terminar esa maldita carrera de mountain bike del GTA, mi juego de pc favorito de todos los tiempos, las cosas serían estupendas.

Como dije antes, no tengo una religión ni una filosofía de vida concreta. Tengo lo que he ido armando en mi corta pero ajetreada vida, con pedazos de ideas que hayan logrado convencerme. Por lo tanto, mi explicación a este inesperado pero afortunado giro de acontecimientos en mi vida se basa no sólo en que cosas buenas me han sucedido. Creo que empiezan desde el momento en que ayer decidí escribir que ya no tenía ganas de quejarme.

O sea, ni siquiera fui yo el que cambió el devenir de las cosas.

Fue mi palabra escrita, que como dije al principio de todo esto, tiene casi personalidad propia y suelo considerarla como una entidad aparte de mí. La cual, por cierto, ni siquiera controlo.

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