miércoles, diciembre 31, 2008

31 Dic

Me siento completamente desligado de la navidad. Por eso ni escribí algo al respecto, ni mandé felicitaciones, ni nada parecido. Sin embargo pensé bastante sobre ello.

Para mi navidad dejó de ser navidad cuando me dejaron de regalar juguetes. Tenía unos 10 u 11 años más o menos, y hasta el día de hoy me parece algo terrible.

Después me fui convirtiendo cada vez más en un ser anti cristiano, y la historia, la antropología y otros textos se encargaron de que supiera que el 25 no era la fecha del nacimiento de Cristo, entre otras cosas. Dejé de creer en Santa Claus, Papá Noel o el Viejito Pascuero cuando me pareció sospechoso que el tipo lograse recorrer en una sola noche todas las casas del mundo, pese a la diferencia horaria.

Y finalmente, lo que me terminó de desligar de la navidad, fue el calor. Pese a que pasé los primeros seis años de mi vida en Chile, crecí en España. Y la Navidad, al parecer, no es un acontecimiento sagrado cuya importancia nos precede en la memoria genética, ni se graba particularmente fuerte en la consciencia de un niño, porque durante toda la vida hasta hoy la asocié con el frío. Y ahora que volví a Chile y hace calor, no me concuerda el asunto. Una rápida encuesta (o sea preguntarle a mi jefe, salvadoreño de nacimiento, new yorker de crianza) me llevó a la misma conclusión.

Ahora, el año nuevo es algo distinto.

Es algo que hay en el aire.

No soy particularmente fiestero. No espero con ansias esta fecha para salir a fiestas multitudinarias, llenas de baile, extraños borrachos y musica horrible. Y no necesito precisamente una excusa para agarrar una botella de ron.

No, lo del año nuevo es algo que, posiblemente, en mi mente racional y pragmática, roce lo místico.

La gente, por alguna razón, parece levantarse más temprano. Me desperté a las ocho de la mañana hoy, y ya había más ruido que cualquier otro día de la semana a la misma hora. El aire se siente distinto. Como si fuera aire viejo, listo para ser desechado, y cambiado por algo nuevo.

Porque no se trata solamente de una necesidad mental, de un constructo psicológico, poder decir "esto llega hasta aquí, y de acá en adelante empieza algo nuevo". Algo así como un reset cultural, donde los medios nos inundan de balances, estadísticas y recuerdos del año que pasa, y todo el mundo hace un escándalo mayúsculo porque cambiamos de calendario.

Llegados a este punto, que fue lo que estaba pensando en la mañana mientras me duchaba, me pregunté si acaso la sociedad funcionaría de otra forma si volviese a celebrar los solsticios, si tuviésemos el año dividido en cuatro etapas. Lamentablemente, tenía demasiado sueño como para continuar imaginando.

Cuando salí a la calle vi a la gente corriendo de un lado para otro, lo que es algo muy parecido a la navidad. Pero para el año nuevo no me molesta que no haga frío, por el contrario, me parece genial. Camino al trabajo vi media docena de afiches sobre fiestas de fin de año. La presión social, la obligación de tener que pasar esta noche de una forma determinada, porque de no ser así, no te estás divirtiendo.

No, eso no tiene nada que ver con lo que me hace sentir el año nuevo.

No sabría explicarlo bien, pero tiene que ver con el final de un ciclo; el planeta da una vuelta completa. Millones de personas (menos los orientales, claro) se mentalizan de que es el fin de algo, el principio de otra cosa, y eso debe de tener una inercia considerable.

También tiene que ver con el sentimiento de que llegué a otro año. Pese a mis frecuentes deseos de no continuar el camino, pese a los achaques y las derrotas. Me hace esbozar una sonrisa y pensar "otro año pasa sin que me hayan logrado derribar, motherfuckers".

Y aún así fallo en ser capaz de explicar de donde viene esa sensación de misticismo. Algunos me dirán que es porque no tengo la suficiente conexión con mi interior como para entenderla.

Probablemente tengan razón.

Quizás lo consiga el próximo año.

Happy New Year.

viernes, diciembre 12, 2008

Jopendes punkies

Dos entradas en una semana. Ojalá que a nadie le de un ataque.


Sum 41 - Fat Lip & Pain For Pleasure - spring41.com from spring41 on Vimeo.

Now, I know I'm not the one you thought you knew back in high school
Never go never show up when we had to
Attention that we crave don't tell us to behave
I'm sick of always hearin' act your age

I don't wanna waste my time
And become another casualty of society
I'll never fall in line
Become another victim of your conformity
And back down

lunes, diciembre 08, 2008

Acknowledge

Sí, sé que hace casi dos meses que no actualizo el blog.

Sí, sé que tampoco he continuado publicando el cuento que prometí antes de fin de año.

No, el cuento no estará antes de fin de año, como prometí.

Sí, soy inconstante e indisciplinado.

No, no estoy enojado, ni deprimido, ni cabreado; más bien al contrario, me siento sumamente feliz.

Sí. continuaré escribiendo tanto aquí como en el blog de cuentos, en un futuro cercano.

No, no tengo ni idea de por qué no me nace escribir últimamente.

No, no se trata de sequía total; algunos párrafos sueltos han salido por ahí y he empezado por lo menos dos posibles entradas a este blog que quedaron en nada.

Si, tuve bastante tino al no decidir de escribir algo profesional, teniendo en cuenta que paso por momentos como este.

No, no es tan raro que me pase, por lo menos dos o tres veces al año me sucede algo así.

Sí, puede ser que aún no haya logrado finalizar los procesos de adaptación a los cambios que he tenido en mi vida precisamente desde hace un par de meses.

Sí, todos esos cambios fueron para mejor; me gusta bastante mi trabajo (aunque no hable de ello) y soy sumamente feliz viviendo con mi eterna amada.

Si, yo también he pensado en que quizás este exceso de felicidad (existe tal cosa como eso) haya disminuido mi creatividad. Hoy en un cuento leí que el arte nace de la imperfección, de la incapacidad de comunicarse. Y de la necesidad de hacerlo, del dolor.

Nos leemos.

lunes, octubre 13, 2008

Sobre el amor y otros malentendidos

Advertencia: el texto a continuación contiene enunciados absolutistas y afirmaciones rotundas expresadas de forma algo fascistoide. Todo ello viene de una parte de mi cabeza que suele decir "así es la cosa y punto". Todos tenemos una parte así en algún lado, pero sucede que a la mía encima le gusta escribir. Y como me gusta el estilo y la forma en la que lo hace, la dejo ser. Pero que nadie se lo tome demasiado en serio. Ni yo lo hago.

Bien, la idea es la siguiente: el amor es simple. Punto.

Y la única razón por la que no nos parece así, es porque somos idiotas.

De hecho, no sólo es el amor. La vida, también es simple. El ser humano sufre de la tendencia crónica de complicar las cosas para así sentirse más importante de lo que realmente es. Pero ese es otro punto. Y no, no somos ni la mitad de importantes de lo que creemos.

El amor es simple.

Voy a expandir la idea. Sólo porque me gusta el sonido de mi propia voz dentro de mi cabeza, mientras escribo. Por cierto, es la misma voz que por lo menos una vez al día me dice que soy un idiota.

El amor es simple, pero la gente es incapaz de comprenderlo.

El amor no significa no tener nunca que decir "lo siento". Eso es ser un bastardo insensible.

El amor es sólo algo que sucede, una atracción formada por una suma de variantes y factores de los cuales, en su mayoría, no somos conscientes, sino que simplemente es algo que sientes. Y precisamente, a causa de eso de ser inconsciente, no puedes evitar o controlar ese sentimiento; el enamorarse. No es el amor el que no entiende a razones. Es el ser humano el incapaz de comprender, racionalmente, por qué se enamora.

Amar es más bien un proceso en el cual dejamos de pensar y de preocuparnos sólo en nosotros mismos y nuestra comodidad y supervivencia, y empezamos a hacerlo por alguien más. Las endorfinas tienen muchísimo que ver con todo esto, por cierto. Porque sí, somos egoístas. E intrínsicamente no hay nada de malo en ello. Así es, humanidad, acepten ese hecho sobre sí mismos, maduren y sigan adelante.

Sin embargo el ser humano va y llama amor a una serie de otros factores que nada tienen que ver con el asunto; obsesión, fetichismo, atracción física, necesidad de poseer, soledad, carencias afectivas varias, condescendencia, necesidad de sentirse superior a otro (o hacer miserable a otro), baja autoestima o derechamente masoquismo. Y después va y dice "el amor es complicado". Y una mierda, lo que pasa es que la gente no tiene muy claro lo que es y punto, porque van y confunden cualquiera de las cosas mencionadas anteriormente con amor. Porque son incapaces de enfrentarlas por lo que son, y admitir que las sienten.

Por eso solemos pensar que el amor es difícil, confuso, complejo, cuando no lo es. Porque preferimos engañarnos a nosotros mismos. Somos idiotas que preferimos no darnos cuenta, incapaces de entendernos o aceptarnos a nosotros mismos. No hacemos ningún esfuerzo por conocernos. Ni a nosotros mismos ni a los demás. En vez de eso vamos y le echamos la culpa a algo afuera, distintos a nosotros mismos, cuando las cosas marchan mal. "Es culpa del amor/la relación/la vida/el mundo".

Un tipo va y mata a una mujer, y dice que la amaba y no podía soportar verla con otro. Falso. El tipo es un egoísta de mierda, incapaz de soportar el rechazo, demasiado flojo como para hacer algo con lo que merezca ser amado, y que prefiere elegir la solución más fácil, matar. Demasiado egoísta y egocéntrico (no, no son lo mismo) como para aceptar que no es correspondido.

Una madre malcría a su hijo, hace todo por el, no lo reta por nada. Porque según ella lo ama. Y un carajo. Si realmente lo amase le enseñaría a valerse por sí mismo, y se daría la lata de retarlo, recibir su ira y su rebeldía, y aún así tener la fuerza necesaria para imponer disciplina cuando es necesario, y mano blanda cuanto también lo es. Pero le da lata el esfuerzo, le da lata pasar el mal rato.

Una esposa aguanta a un marido infiel y abusivo, que la maltrata psicológicamente (y es probable que físicamente también). Pero ella no lo deja. Dice que lo ama. Que puede hacerlo cambiar. No hace nada por hacerse valer a sí misma, por levantar su autoestima, por atreverse a seguir sola y hacer algo distinto. Sino que busca por todos lados las excusas necesarias para justificar al desgraciado.

Dos personas que dicen amarse, deciden que ya no pueden vivir juntos. Bullshit. Son incapaces de ceder, de llegar a puntos de compromiso en común, de intentar entender a la otra persona y comprender por qué es así, qué es lo que le importa, qué no, por qué hace lo que hace. No son capaces de hacer un esfuerzo por un bien mayor, un bien común. No, para ellos es más importante quien dice la última palabra en una discusión, es más valioso su orgullo propio, el ganar, el no ceder, no cambiar. Y por eso cuando hay problemas, prefieren huir en lugar de enfrentarlos.

Y de toda esta tragedia barata que se desprende de esta confusión, personas más astutas han logrado hacer todo un mercado. Bodas fastuosas, películas románticas, días de enamorados, novelas y teleseries que repiten lo mismo una y otra vez; legiones de gente que dice "esto es el amor" y de una forma u otra consiguen no acercarse a él ni por casualidad.

Como dije, el amor es simple. No es difícil, no doloroso, ni complicado. Todos esos adjetivos corresponden a la realidad del ser humano y su dificultad en pensar de vez en cuando en cosas más allá de sus narices, como en quién es, y qué quiere hacer.

Y usa el amor para culparlo por su propia idiotez. Y es ese complejo de inferioridad el que lo impulsa a elevar algo distinto a sí mismo a la categoría de algo sagrado, divino, superior; para así sentirse bien consigo mismo (o sea redimirse, vaya a saber uno de qué) al hacer sacrificios heroicos en su nombre. Que es básicamente el mismo Modus Operandi de la religión y el concepto de Dios. Preferir adorar a un concepto, una idea abstracta, en lugar de sí mismos o de otra persona.

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Este texto está dedicado a Nacho, un sobrino primo. Fue en una conversación con él que nació la idea para esta entrada. Ahora él está pasando por un procesao bastante complicado, llamado crecer. Good luck, man.

domingo, septiembre 28, 2008

Nothing to say


Sí, a veces hasta a mi me pasa eso.

Porque hace tiempo que sé que soy bueno para hablar, aunque no lo parezca.

La psicóloga que me entrevistó para ver si era apto o no para trabajar (lo soy, por si alguien lo duda) me dijo que era "considerablemente introvertido, pero que ello no influía en mi trabajo"

Eso es porque tengo doble personalidad. Y una de ellas también es doble.

Una de estas personalidades no quiere hacer nada. No le gusta salir de su casa, ni hablar con gente, le gustaría vivir en un mundo post apocalíptico, sin leyes ni demasiada gente. No es que no tenga fuerza para enfrentar el mundo real, sus exigencias, sus trámites y papeleos. Simplemente, no tiene ganas.

La segunda de esas personalidades es la que sí tiene ganas de levantarse y hacer algo por la vida. Es la que se levanta todos los días a trabajar, y la que desde hace una semana se preocupa de lavar los platos, ordenar las cosas, sacudir el mantel, y el sábado hizo pollo al horno por primera vez en su vida.

Es esta personalidad la que tiene un lado oscuro. Lo conocí cuando trabajaba en ventas, a comisión, y aquellas personas con las cuales compartías no las 8 horas de trabajo, sino más bien 10 o 12, tenían que ser tu único aliado contra los enemigos que atacaban por dos frentes (los clientes y los jefes) y al mismo tiempo tus peores enemigos, pues las ventas que ellos te quitaban era dinero que no entraba a tu bolsillo. Esa personalidad se encargaba de que eso no sucediera muy seguido. Y era la que menos me gustaba.

Han pasado tantos cambios en los últimos días, que aún me cuesta hacerme a la idea. Todos los cambios me han gustado (excepto que mi PC haya muerto). Y no puedo evitar pensar cuando me pasan estas cosas, en todo lo que he caminado hasta llegar aquí.

Desde la ventana de mi departamento se ve gran parte de Santiago, una ciudad a la que me costo sangre y lágrimas acostumbrarme, y a la que terminé amando con pasión. Muchos de los recuerdos de esa época volvieron a asomar en mi cabeza después de que, durante la mudanza, descubirera la cantidad de papeles y cosas de esa época que tenía guardadas.

Mientras escribo esto, Daniela, la mujer que he amado yo y todas mis personalidades y versiones, se distrae jugando y gritando, y sonríe cuando me mira. Y sólo por eso me siento feliz.

La primera de mis personalidades suele susurrarme al oído, en momentos como este, "en cualquier instante puedes perderlo todo y volver a ser yo".

La tercera de mis personalidades ya no dice nada, porque la callé hace años. Y no la hecho de menos.

El segundo de mis yo no tiene nada que decir. Tiene sueño a esta hora, está cansado después de las últimas semanas, y sigue necesitando vacaciones, aunque sabe que para eso queda aún más tiempo pero lo acepta sin quejarse demasiado.

Pasé casi una semana sin escribir (casi un mes sin escribir aquí, de paso) pero poco a poco eso vuelve. Y mientras eso lo siga haciendo, todo esta bien.

Ya tendré cosas que decir.

El segundo de mis yo no tiene nada que decir

domingo, agosto 31, 2008

Becoming god size

Ok, advertencia para el lector, cosa que no le pille desprevenido:

El siguiente post contiene varias curvas, algunos callejones sin salida (posiblemente algo siniestros), un par de calles cortadas y varios lugares no gobernados por la lógica o el sentido común. O sea, voy a decir lo que se me ha pasado por la cabeza la última semana. E intentar explicar cómo funciona mi mente siempre ha sido un poco complicado para personas no familiarizadas con la lógica no euclidiana.

La última semana fue una olla a presión. Hacía tiempo que no estaba tan tenso. Por un lado uno de mis mejores amigos se fue a gringolandia, a estudiar por cinco o siete años. Yo no me crié aquí, lo hice en una pequeña y hermosa isla en las costas del Mediterráneo y llegué a este aún más hermoso país hace unos 13 años. Por lo tanto no tengo amigos de la infancia, no he vuelto a ver a nadie con quien haya estado los primeros 8 años de escolaridad, ni nada parecido. Por lo que mis amigos del colegio son lo más cercano que tengo a los amigos de toda la vida. Uno de ellos es mi hermano, los otros son mis mejores amigos. Uno de ellos ya se fue a Alemania, y el otro ahora a USA. O sea espanto a todos los hueones XD

Después finalizar todos los malditos papeleos para tener un techo donde vivir. Banco, notaría, inmobiliaria... medio bosque amazónico pereció para que mi novia y yo tengamos nuestra ñoñocueva. De allá para acá, firmando aquí, firmando allá, pagando esto, y esto otro. Y no puedo evitarlo, estar cerca de tanta gente con traje y corbata me termina por poner nervioso. Siempre estoy atento del momento en que alguien grite "¡Hey!, ¡Ese no es uno de nosotros, aún no ha madurado!" y se abalancen sobre mi y me suceda algo horrible.

Y estuve a punto de cambiarme de trabajo. La oportunidad llegó sin pedirla, y se alejó sin poder hacer algo contra ello. Pero la mera idea del cambio de rutina, entrevistas, disfrazarme, y palidecer de horror cada vez que me decían en qué consistía el trabajo (no porque no pudiese hacerlo, sino porque cada vez me convencía más de que no quería hacerlo) y ojo, todo en la misma maldita semana.

Pues eso, como que las cosas me sobrepasaron. Pasaban más allá de mi control, orbitando a mi alrededor, no sabía donde mirar, donde poner la presión, donde apretar y donde soltar. Y me cansé.

Eso si, fue divertidísimo.

Lennon, en una de sus pocas ideas que son de mi agrado, dijo que la vida era aquello que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes. Tenía toda la razón el hombre. Es tan, tan fácil perderse en el desorden de tu propia vida, dejarse llevar por la corriente de tu propia marea y no darte cuenta de que lo importante, lo que realmente vale la pena, es lo que está pasando por delante de tus narices, no aquello que te dejó marcado y sucedió hace años, o lo que quieres llegar a ser dentro de un par de años más.

Y muchas veces uno se concentra tanto en lo que tiene que hacer, en el yo debo, en lo que se espera de uno, que olvidas el por qué haces lo que haces, y por lo tanto también olvidas quién eres. Estamos tan seguros de saber quién somos, sólo por el hecho de que nos miramos al espejo todos los días, sólo porque contestamos a cierto nombre cuando se nos llama, que no nos damos cuenta de que todo ello son sólo constructos, aritificios en los que creemos para no ver el hecho de que nada es seguro en la vida; ni siquiera saber quién y qué eres.

Y cuando la gente se siente así de asustada y perdida, suele recurrir a algo espiritual. Por estos lados del mundo, ese sería Dios. O para ser más preciso, lo que un montón de tipos de oscuros hábitos y con oscuros hábitos te dicen, sin posibilidad de discutirlo, lo que es Dios.

Yo hace tiempo que preferí creer en mí mismo. O sea, si tengo que demostrar una entrega y una obediencia ciega en algo, que sea al menos en alguien a quien puedo agarrar a patadas si me falla, y con la certeza absoluta de saber que hizo todo lo que pudo. Oséase, yo mismo.

Tal como lo veo, se trata de dos puntos de vista. Uno, en el que depositas tu fé, tu esperanza, tu aliento, tu fuerza vital, en algo externo. Yo lo hago en algo interno.

Y en el heavy metal, por supuesto.

No, no me estoy contradiciendo, estimado lector. Permítame explicarme, y que conste que ya dije que esto podía resultar un poco mareador.

Creo en mí, no en ninguna divinidad que nos juzga desde arriba. Prefiero a la gente de abajo, o sea, a los seres humanos. Que no son ninguna maravilla, y que frecuentemente decepcionan y dan ganas de amarrarlos a todos y tirarlos al mar, sí, es cierto, eso pasa. Pero al mismo tiempo son ellos los que, de una forma u otra, también representan todo aquello a lo que es bello, honesto y loable en esta tierra.

Hace un tiempo alguien me dijo si pensaba madurar alguna vez y dejar de escuchar heavy metal, como si eso fuese una etapa y no una forma de vida. Y la gracia que tiene es que no es una forma de vida estamentada, institucionalizada, pauteada y adorada. Es algo más bien abstracto, que se define por ciertas actitudes que a mi juicio, son positivas y respetables.

Una de ella, es encontrar siempre, de donde sea, la fuerza para salir adelante.

Y mientras mucha gente elige libros de autoayuda, gurús comunicacionales, libros bestsellers que dicen contener un secreto (lo que es gracioso si uno lo piensa, porque en el momento en el que más de una persona leyó el libro, deja de ser un secreto ¿no?), y todo ese tipo de cosas, yo me quedo con mi música, mis amigos, y por supuesto y lo más importante, el amor de mi vida, la Dani.

Y en este caso, también me quedo con Pantera.



Ojo, que va subtitulado, así como para el que no sepa inglés o no guste del sonido, se entere igual de lo que estoy hablando.

viernes, agosto 08, 2008

Previously on Melmoth...

Hago más pausas en el blog que Lost...

En fin, he tenido un mes movido. Estuve enfermo una semana, tuve otra sin jefe (lo cual significa mucho más trabajo), y me empeñé en terminar la reescritura de mi cuento La Sombra en los Tejados el cual, con suerte, publicaré en dos semanas más. O sea, he estado ocupado... con decir que en el mes creo que no he visto más de 4 películas ¬¬

Cosas que he aprendido este último mes (sin orden cronológico ni de importancia)

01.- Escribir se hace progresivamente más difícil, no más fácil, porque a medida que pasa el tiempo uno se vuelve más exigente consigo mismo, y más cuidadoso también.

02.- Comprar desayuno en el supermercado de enfrente sale 298 pesos.

03.- Cuando otro de tus mejores amigos decide irse del país a estudiar, uno ya no se achaca tanto. Porque ya sabe que cuando vuelva, aunque sea de vacaciones, será como si nunca se hubiese ido.

04.- Aunque de todas formas el asunto igual termina jodiendo porque cada vez tienes menos oportunidades de ver a gente que valga la pena.

05.- Max Cavalera y su hermano Igor la llevan con cuática en el disco que sacaron juntos. Andreas Kisser, you suck.

06.- Tener a un hermano de vuelta es lo mejor.

07.- Cuando uno trabaja en soporte informático, se encuentra con usuarios con quejas completamente ambiguas, vagas y mal definidas, pero esperan siempre una respuesta exacta y definitiva a su problema.

08.- Tener una infección estomacal duele. Mucho.

09.- Por 900 pesos uno puede comprar 5 litros de agua mineral.

10.- Probablemente debido a un extraño eco avatárico, dejado por nuestros antepasados, estar en posesión de una gran cantidad de agua produce una extraña sensación de satisfacción y seguridad.

11.- Que hay un ventrilocuo llamado Jeff Dunham que es el mejor que he visto hasta ahora, y su rutina con Peanut es lo que más me ha hecho reir en mucho tiempo.

12.- No importa lo genial que pueda ser tu vida. No sirve de nada si no tienes a alguien aún más genial para compartirla.

13.- Y no sólo me refiero a mi inigualable novia, sino al resto de los amigos que nos han acompañado, a veces más, a veces menos, durante todos estos años. Algunos, de antes.

14.- Esta canción de Stone Sour es increíble.

15.- Y la letra también es notable: "They called us a Dead Generation, they told us that we wouldn't survive/They left us alone in the maelstrom as you can see we're all clearly alive/We know where you are and we're coming/Lets see you say that shit to our face"

16.- El que, cuando cite en inglés, ponga la traducción en los comentarios de la entrada, me lo agradece bastante gente.

17.- ¡Issabel del Sol está a punto de publicar su libro de poemas!

18.- Pero todavía no tengo nada como para ponerla con un enlace...

19.- Los libros de magia negra son absurdamente ambiguos y poco preciso... pensar que es peligroso que alguien tenga uno es sencillamente ridículo.

20.- Linux dista muchísimo de ser el sistema cuasi perfecto y extremadamente superior a Windows, como la gente dice por ahí.

21.- La canción "Clouds over California", de Devildriver, tiene video y es genial. Por el minuto 02:40 en adelante aparecen los músicos junto con los niños que, durante todo el video, están escuchando la canción. Se acerca bastante a la sensación que tenía, por aquellos años, de que la música me hacía compañía cuando me aislaba del resto del mundo.

22.- Supe desarmar una Pocket PC, arreglarla, y volverla a armar, y ahora funciona.

23.- La banda Minor Threat, que la ubicaba de nombre pero que nunca había escuchado, tiene sólo 26 canciones. Y la mayoría son bastante decentes.

24.- Las tres películas de Blade son buenas, aunque van decayendo en calidad. La primera es increíble, la segunda es visualmente increíble y la tercera es un chiste, pero uno bueno.

25.- Los hermanos Wachowski tendrían que pedir disculpas públicas por el hecho de que la pelea final de Blade 2, llena de efectos especiales, haya sido mejor que la pelea final entre Neo y el Agente Smith, en Matrix Revolutions.

26.- Matrix Reloaded y Matrix Revolution son excelentes películas, intelectualmente mucho más complicadas y profundas que la primera Matrix. Pero hay que verlas en orden, y seguidas, para apreciar esto. Si uno las vió en el cine, con casi un año de separación, no entiendes nada.

27.- Ya salió el trailer de Harry Potter y el Príncipe Mestizo.

28.- Jugando GTA San Andreas, es divertidísimo recoger las 50 ostras cuando aún tienes prohibido salir de Los Santos.

29.- Cuando se trata de intentar recordar lo sucedido durante el mes pasado, tengo pésima memoria.

30.- Aún hay gente que, idiotamente, se opone a la globalización.

31.- Hay personas que se escandalizan que sus hijos no puedan vivir sin internet o messenger, siendo que ellos crecieron sin computadores.

32.- Las mismas personas, al recordarles que sus padres opinaban lo mismo de ellos pero respecto al teléfono y a la televisión, guardan un vergonzoso silencio al sentirse no sólo retrógrados, sino que además(y lo peor de todo) sonar igual que sus padres.

33.- Hay un nuevo trailer para el Fallout 3 y está increíble.

34.- Doctor Who rules.

35.- A finales de noviembre sale la edición de Grand Theft Auto IV para PC.

36.- Y Slipknot publica su nuevo disco el próximo 20 de este mes. Y a diferencia de los enlaces anteriores, este si que lo pongo directo.



Considerando que son más de una por día, y que probablemente se me ha olvidado poner más de la mitad de lo que realmente descubrí, no está mal.

Y eso.

lunes, julio 07, 2008

Por que sí.

Como todo el mundo que escribe, me imagino, a veces uno va caminando tranquilamente por dentro de su cabeza, martillando alguna que otra idea, agarrando a patadas un adverbio y a veces, con más frustración que éxito, intentando pintar un paisaje, cuando sin saber muy bien por qué uno va y tropieza y termina en las arenas movedizas del existencialismo. Y uno dice "¿Para qué estoy escribiendo esto? y se va hundiendo como la pobre tortuga Morla en el pantano de la desesperación, de La Historia Interminable.

Bueno, en mi caso mi cabeza tiene grandes extensiones de arenas movedizas y/o pantanos. Cuando no he dormido suficiente, probablemente por algún tipo de desequilibrio químico, estas se agrandan.

E iba yo por ahí, medio en mi mundo medio en este, intentado encontrar alguna forma de pasar este horrible lunes (no es que tenga nada en particular, simplemente todos los lunes son horribles) cuando me puse a leer los blogs que frecuento habitualmente y me topé con esta entrada, del blog de Aspid. O Bastet. O como quiera llamarse, que nunca sé cual de los dos. Probablemente los dos, ahora que lo pienso.

En fin, lo que ella escribe allí tiene dos peculiaridades. Primero, que se trata de algo bastante triste que le sucedió. Segundo, que es, en esencia y forma, todo lo que busco cuando leo, y escribo. Un relato sin mayores pretensiones pero que fue escrito con sangre, algo que conmueve al ser leído. Y que le recuerda a uno que de eso se trata precisamente, cuando uno escribe, va y lo hace. No piensa sobre ello, más bien lo siente.

O sea, que metafóricamente, fue algo que me sacó un poco del pantano. O de las arenas, ya ni sé con qué metáfora quedarme. Fue un texto que me dió un par de bofetadas y me dijo "mira, así es como uno debe de escribir, ese es el sentido, esa es la idea. The whole motherfuckin point of doing it".

Y como hoy es día de falta de sueño, igual sigo algo reflexivo. O sea, las bofetadas me hicieron reaccionar, pero sigo buscándole la quinta pata al gato. Que en este caso sería lo bonito del proceso de escribir, que tiene algo de alquímico, y transforma algo tan potencialmente dañino como la rabia y la tristeza, en algo creativo y hermoso.

Pero en fin, sigo teniendo demasiado sueño como para hacer algo mejor que esto. Probablemente me acercaré a la parte de atrás del establo, donde en una pizarra anoto las posibles ideas a publicar aquí. Bueno, son dos pizarras, pero en la que están mis proyectos de cuentos quedó ilegible por la cantidad de tachones y enmiendas, y terminé por guardarla en el sótano. Y la que puse en su reemplazo va por las mismas, ahora que pienso.

En la otra, la de este blog, hay un montón de tachones y frases inconclusas, además de largas peleas conmigo mismo del tipo "ok entonces ahora voy a poner esta canción... ¿otra canción? ¿pero hasta cuando?..Si, bueno, otra canción, cuál es el problema, si toda mi vida la he ido contando apoyándome en ellas... Bueno, pues que si tu vida fuese tan interesante probablemente tendría canciones propias, en vez de ideas de otra gente... Hey, si vamos a pensar así preguntémonos que tiene esto de interesante para empezar...Bueno, ahora que lo mencionas, la verdad es que en cuanto a eso de ser interesante..."

Con diálogos así, se entiende la poca constancia de actualización por estos lados...

jueves, junio 26, 2008

The Confederacy of the Wrong

Otra vez olvidé actualizar el blog. Otra vez, elijo una canción de Bad Religion. Y otra vez, esta no tiene video. Y lo más divertido de todo respecto a esto último, es que calza perfectamente con el tema de la canción. Que no es el título del post, por lo demás.

Me explico.

Siempre quise hacerme un tatuaje. Fue una de las tantas cosas que decidí postergar para más adelante cuando me metí en una de las pocas cosas inteligentes que he hecho en mi vida, que fue eso de ponerme a estudiar y trabajar. Y como todo lo que uno decide postergar, fue algo que nunca se hizo. Y me arrepiento muchísimo. Ahora, después de una trombosis, es muy poco recomendable que pase por un proceso que es, básicamente, hacer una cicatriz en la piel con tinta. O sea, no me lo voy a poder hacer. ¿Y qué me hubiese gustado hacerme? Pues un oroburo, por supuesto.

El oroburo es, estimado lector, el nombre que recibe el símbolo (alquímico, religioso, místico, mágico y prácticamente todo lo demás porque su esencia misma es inclusiva) de la serpiente que se muerde la cola. Por lo general, este símbolo se asocia al mito del eterno retorno, que es algo muchísimo más complejo de lo que podría llegar a tratar aquí, así que nos quedaremos en la primera capa de abstracción del concepto, en tierras no del todo peligrosas y algo más sencillas, y simplificando las cosas a tal nivel que el pobre Crowley se dio tres vueltas de trompo en su tumba, nos quedaremos con la idea de que estoy hablando de eso de que la vida es cíclica, y que todo vuelve, y esas cosas.

O sea, un concepto más seguro. Casi inofensivo, que quizás hasta uno lo encuentre en esos libros de "citas de sabiduría" a los que son tan aficionadas las viejas pitucas new age.

En fin, una vez más desvarío. La canción. Iba a mezclar la canción, en todo esto.

Hey you
Is there something worth aspiring to
And can it be found in a record store
Well it's not there anymore
Just think of all the things we did
We were different
Just like all the other kids

Pero claro, nosotros nunca fuimos igual que los otros niños. Nunca lo supimos bien porque, por un accidente cósmico, se juntó tanta gente rara en el mismo lugar que pensamos que en el fondo, todos los demás eran iguales a uno. Y digo en el fondo porque, a nivel consciente, lo único que queríamos era destacar por lo freak que éramos. Como dije la otra noche, ¿cuál es el punto de haber pasado por el colegio, de haber sido un adolescente, si no estuviste engrupido por algo?


Hey you
Is there something worth belonging to
And can I pick it up for a song
Or a diploma or a worthy cause
Well let me tell you that there's nothing wrong
It's just that ones like us will never belong
Stephen King dijo, no recuerdo bien si dentro del cuento o al hablar del cuento "The Body" que a su vez produjo la película "Stand by me", que uno nunca volvía a tener amigos como los que tenía a los 11 años. En mi caso, nunca volví a tener amigos como los que tuve a los 16.

Conocí a mucha, mucha gente. Al principio más de lo que creí llegar a conocer nunca, habiendo sido un adolescente tan tímido y misantrópico. Después, más de la que pude recordar. Obviamente aprendí algo de casi cada persona que conocí, crecí interiormente, hice grandes, grandes amigos. Lo cual, si uno lo piensa, es bastante raro en el rubro del comercio, y más raro aún en la venta retail. Por lo mismo, aquellos amigos que hice durante esos años fueron, todos, personas realmente notables.

Un poco antes de empezar a estudiar de nuevo, retomé el contacto con esos amigos del colegio. Al principio, con recelo. No tenía ni idea de qué se habían hecho, y mi experiencia de vida es que cuando uno se reencuentra con personas que ha dejado de ver durante muchos años, se encuentra con alguien totalmente distinto a quien uno conocía (o recordaba, o creía recordar. O conocer) y no siempre se trataba de un cambio para mejor. Con eso en mente, llegué a una de las tantas despedidas que hizo Daniel antes de partir a Alemania.

No sucedió nada de lo que esperaba. Sí sucedió que fue como si, simplemente, continuásemos una conversación, o un carrete, que empezamos cuando teníamos unos 17 años. O sea, el reencuentro inicial, siempre es un poco incómodo por la situación misma (siempre he pensado que ciertas personas tienen una reticencia natural y avatárica a volver atrás en cualquier contexto) y encima por la falta de alcohol en el cuerpo. Sin embargo, y sin darse cuenta, volvimos a la misma conversación.

Yellowed postcards on the wall
Serve to cover up a blankness after all
So I will carry them along
Like a song when I'm gone yeah
Con el paso del tiempo, hemos logrado mantener el contacto, de una forma u otra. Ahora, después de la "revolución Facebook" chilena, retomé el contacto con otra parte de estos compañeros de colegio. Los "ex-discípulos", como dijo mi amada. Y nuevamente fue volver a esa conversación. A la sensación de que, más allá de los años que han pasado y los cambios de nuestras vidas, del tiempo separados, las cosas han sido para mejor. Que nosotros, hemos cambiado para mejor, sin haber cambiado tanto realmente.

¿Qué tiene todo esto de raro? O sea, aparte de que es raro.

Pues que por otro lado, al otro lado, está la gente normal. Gente que no es peor ni mejor que uno, eso lo se ahora. Simplemente es distinta. Aunque no, lo cierto es que nosotros somos los distintos. Los raros, los ñoños, los frikis. Los que nunca hemos llegado a pertenecer del todo a otros grupos, entre otra gente, a otros lugares. Y que, en algún nivel, sí llegamos a pertenecer a nosotros mismos.

Hey you
Is there something worth belonging to
You know we've been here all along
Like a confederacy of the wrong
And I confess it could be prejudice
But to you I dedicate this song
Yeah to you

miércoles, junio 11, 2008

A la merced de imbéciles

Eso no sólo es algo que he pensado varias veces, sino que además es el título de una canción de Bad Religion. A todo esto, iba a poner de título "Por qué me gusta Bad Religion Parte I", como con lo de Slipknot, pero como ese quedó en el limbo esperando la segunda parte, no quise que le pasase lo mismo a este.

El asunto es que últimamente, esa frase me ha venido mucho a la cabeza. Concretamente, cada vez que leo los diarios todas las mañanas y me encuentro con maravillas del intelecto como la decisión de reconstruir una ciudad azotada por un volcán y una inundación en exactamente el mismo sitio, o las acusaciones de un político de derecha acusando al gobierno de falta de unidad cuando en su propio partido hay peleas por dos listas a la dirección, y un posible alcalde se baja de la postulación por falta de apoyo y otra dimite al partido por lo mismo. En fin, sigamos dejando de lado la realidad inmediata...

What you do is what you are
And wishing upon distant stars
Won't improve the hole you're in
Won't absolve your deepest sin
El desencanto hacia la religión monoteísta ha movido a un montón de gente a diversas tonterías de autoayuda, tales como "El Secreto", (que es tan secreto que lidera los ranking de ventas... secretísimo, vieras tú) que apesta por todos lados a cientología, que a su vez descansa en la simple idea de "cree en ti mismo, piensa positivo y todo te saldrá bien". Ouch.

But action is no gift from some covert and lofty god
It's dependant and weighty all the same

O sea, move your fuckin ass.

And it is oh so easy just to keep to yourself
But then you're at the mercy of imbeciles
Now I didn't make up the rules
But clearly we are led by fools
It is wise to know their ways
So you know how not to behave
Cuando era un adolescente, soberbio e insolente como todo adolescente debe de ser, consideraba que la mayor parte de la población mundial eran unos idiotas por ser incapaces de agarrar un libro. O, en caso de hacerlo, que este no fuese de filosofía, religión, misticismo o algo que te hiciera pensar en algo.
Veía a la gente, que abiertamente decidía no pensar, no esforzarse, seguir obedientemente la corriente y no atreverse a ser sí mismos, o tener ideas propias, y me desesperaba. Creía ciegamente en la supremacía de la inteligencia.

Claramente, pensaba que yo era muchísimo más inteligente de lo que en realidad soy.

Después, cuando me puse a trabajar y fui conociendo más del mundo, entendí una de las leyes de Aleister Crowley, "Cada uno es una estrella". Entendí no sólo que en cada uno de nosotros estaba el potencial para llegar a ser mucho más de la media, pero eso no hizo más que aumentar mi desesperación hacia las personas que hacían todo lo contrario.

Entonces conocí a gente que decía ser muy inteligente. Me encontré con el elitismo intelectual, muy propio entre la gente que lee y trabaja con libros. Ahí empecé a considerar la idea de que quizás, la gente inteligente no lo era tanto en realidad. O si lo era, también adolecía de un profundo síndrome del completo idiota.

Lo que los intelectuales llamaban "cultura" o "entretenimiento de calidad" me produjo un severo caso de nausea mental y me dirigí a lo que, con desprecio, llamaban "cultura popular". Ahí estaba toda esa música, la ciencia ficción y el terror, todo aquello que ahora se considera tan cool y de culto, y que en esos años producía desprecio. Y me quedé ahí, entre punks, góticos y geeks.

Incluso recuerdo haber usado Messenger cuando iba en la versión 4.5 ahora que me pongo a pensar en ello...

Pero resulta que con el tiempo entendí que todo ese mundo, este mundo pues aún no he salido de él ni pretendo hacerlo, no garantiza que sus habitantes se vuelvan auto conscientes ni auto pensantes. Es más, con la masificación de lo ñoño y friki, cada vez es menos probable.

De ahí comprendí también que uno no podía ir por la vida obligado a la gente a superarse a si misma. No porque eso sea malo, o porque no deba ser así, sino porque esas cosas deben de nacer de uno, no funciona cuando algo se es impuesto.

Y así seguí tranquilo por la vida, hasta que hace poco vi una película llamada Idiocracy, que me puso algo nervioso. No es una gran película, para nada. Sin embargo, a uno lo hace pensar, con terror, qué pasaría si el mundo terminase siendo dirigido realmente por idiotas.

¿Uno debería andar por ahí pregonando y predicando a la gente a que intente usar su cerebro, o deberíamos simplemente dejar las cosas tal como están?

Por que claro, si uno sigue su vida preocupándose sólo de sí mismo, eso podría ser visto como algo egoísta. Pero si dedicas tu vida a intentar cambiar a la gente a la fuerza, bueno, eso es condenadamente fascista. O cristiano. Y tampoco es la idea.

No, actions is no gift from some masked spirit in the sky
It's reducible to flesh, mind, and bone
And it is oh so easy just to keep to yourself
But then you're at the mercy of imbeciles
Imbeciles
Imbeciles
IMBECILES
P.D.: No pongo video de la canción porque al menos en Youtube, no hay :(

lunes, junio 02, 2008

¡Premios !... ¿Premios?




Pues eso.

Mi querida Illión, lectora constante y aunque ella no lo crea, excelente blogista, me ha condecorado no una sino dos veces. Primero ha sido el PREMIO “BRILLANTE WEBLOG”. No sólo me he emocionado y todo, sino que casi me da un patatús.

El premio en cuestión viene con varias reglas de lo más razonables, a saber:

1º.- Al recibir el PREMIO, se ha de escribir un post mostrando el premio y se ha de citar el nombre del blog o web que te lo regala y enlazarlo al post de ese blog o web que te nombra ganador.

2º.- Elegir un mínimo de 7 blogs (pueden ser más) que creas que brillan por su temática y/o su diseño. Escribir sus nombres y los enlaces a ellos. Avisarles de que han sido premiados con el PREMIO “BRILLANTE WEBLOG”.

3º.- Opcional. Exhibir el PREMIO con orgullo en tu blog haciendo enlace al post que tú escribes sobre él.

Punto uno... check, punto tres... check. Punto dos... diablos, eso me pasa por conocer a tan poca gente. O quizás, a que la poca gente que conozco no escribe mucho. O que quizás yo no leo tanto...

En fin, tendré que poner menos de 7. Tan sólo espero que la policía blogera no me busque por esta falta y termine en la versión de internet de Guantánamo, que probablemente quede entre los dominios .tk y los fotologs.

1.- Bastet o Aspid o como esté el día que lea esto, y su Espejo. Pobre mujer, cómo se le va a complicar la vida con esto... Leer su blog es un placer; no sólo por la calidad, sino por lo variado. Uno nunca sabe lo que se va a encontrar uno por ahí.

2.- Illion misma, y su blog pensativo. Y me importa un carajo que alguien se acuerde en este momento de la famosa cita de "Pulp Fiction", cuando Harvey Keitel dice "Well, let's not start sucking each other's dicks quite yet". Primero, porque no es algo biológicamente aplicable. Segundo, porque se lo tiene más que merecido. No es fácil escribir larguísimos post explicando lo que a uno le pasa por la cabeza y que además de tener sentido, sea interesante de leer. Pues ella lo hace, así de cool es.

3.- Pily y su blog. ¡Toma, otro premio con bumerang! Hay tres tipos de blogs que no soporto. Uno de ellos son esos que confunden el existencialismo con la depresión. El otro, aquellos que cuentan todo detalle de lo que el autor hace, como si eso llegase a importarle a alguien. Bueno, pues Pily hace todo lo contrario; escribe un blog que cuando no hace reir a carcajadas, alegra el día (tuvo la sensatez de darle un blog propio a su otro lado menos festivo) y las cosas que va contando del día a día resultan interesantes. Probablemente esta mujer podría levantar un foro propio basado en su blog algún día :D

4.- Jorge Baradit y el blog de su novela, Ygdrasil. Para empezar, porque la novela es alucinante. Para seguir, porque el hombre me parece una inspiración. No es fácil ser escritor en ningún lugar del mundo, pero aún menos por aquí. Y encima, hacerlo bien.

5.- Raxar y su blog friki. Imperdible. El tercer tipo de blog que no me gusta, son aquellos que se dedican a hacer de crítica cultural. No tengo nada en contra de quienes lo hacen, pero simplemente me aburren. Raxar, por otro lado, va y hace un blog friki, que podría ser el imperio mismo de la crítica cultural friki, y consigue hacer algo distinto. Logra comentar sobre algo friki en lugar de relatar la frikería en sí. Y genera un montón de diálogo sobre ello.

6.- Lograi y el blog con el banner provisional que más tiempo he visto. Creo que intenta hacerle la competencia a gmail en versión beta que ha durado todos estos años. Con este blog me sucede algo parecido de lo que me pasa con el de Raxar. No comparto ni la mitad de las frikerías que mencionan, y las que sí, tiendo a opinar de forma diametralmente opuesta. Posiblemente es por eso que me gusta tanto leerlos.

7.- Tyla y su jardín. Ok, lo admito. No he visto ni la mitad de las películas que comenta. Con los libros, menos aún. Es por los otros post que me gusta leerlo. Porque se las arregla para hacer que la melancolía y el sentimiento de alienación resulten algo menos terrible y más interesante.

O.o pues mira tu, habían 7 blogs. Claro que con esto me he quedado sin candidatos para el otro premio que me entregó Illón tan amablemente, el de Esfuerzo Personal. Así que me limitaré a guardármelo un buen tiempo, hasta que encuentre a la gente ideal para repartirlo sin estar repitiendo tanto :P

domingo, mayo 25, 2008

"Llegará el momento en el que tendrás que elegir entre lo correcto, y lo que es fácil"

Esta cita, como muchos ñoños ya saben, pertenece al libro "Harry Potter y el Cáliz de Fuego", y también aparece en la película. Es una frase que cada cierto tiempo me viene a la cabeza porque sencillamente me fascina. Hoy, intentaré explicar por qué.

Cuando pasé por la universidad en la carrera de psicología, el profesor de psicología general nos aconsejó fijarnos en los niños. Sostenía que en ellos, la conducta humana es más pura que en los adultos pues no está influenciada por la socialización, ni por el aprendizaje, ni por los años de tonteras que uno tiene por delante. Y que eso ayudaba a comprender el comportamiento humano en su esencia.

Los niños frecuentemente son retratados como ejemplos de pureza, inocencia y bondad. Eso no puede ser más falso. Es muy posible que aquellos que ven a los niños así, simplemente no recuerden la crueldad de la infancia, y lo que uno podía llegar a hacer por ser aceptado por los demás. Ser niño es muy difícil, pero los adultos suelen olvidarlo, pues como casi todo el mundo, a medida que envejecen van olvidando las cosas malas y sólo se quedan con lo bueno.

Hay muchas cosas que uno aprende de niño, que sufren de pocas modificaciones cuando uno crece. Generalmente no nos damos cuenta, porque por un lado el mundo nos hace creer que por el simple hecho de tener un trabajo y pagar cuentas uno ya es adulto, y por otro lado nosotros mismos nos esforzamos por creer que realmente es así. Porque no queremos volver a ser niños, aunque muchos crean que sí.

Una de las cosas que aprendemos de niños, es la lucha entre el bien y el mal. No sólo porque es algo avatárico, sino porque además tanto en películas, como en la tele (y para los niños más espabilados, en los comics y los libros) a los niños se les muestra muy claramente, con muchos estereotipos, qué es bueno y qué es malo en un esfuerzo de construir cierto sistema moral y ético desde la más tierna infancia, a costa de crecer con un montón de prejuicios como que la gente de pelo largo y vestida de negro es mala, y que el heavy metal es la música del diablo.

También se nos enseña que el dolor el malo y que el placer es bueno, lo cual ya de por sí es algo sumamente enfermo. Quise dejar claro eso en mi post anterior, pero fracasé miserablemente en el intento.

En fin, a lo que iba. Entonces, aprendemos que lo que es bueno; todo aquello que se apega a lo que hace el protagonista de lo que sea. Generalmente, implica tener una chica, ser popular, reconocido y respetado por los demás, podérselas sólo pero igual necesitar amigos, y un par de accesorios más. El mal, por otro lado, más que detallarlo se limita a ser definido por lo opuesto a lo bueno. Los malos de los dibujos animados suelen querer conquistar/destruir al mundo lo que se refleja en hacer daño a los amigos/la chica del protagonista y por eso él sale a la pelea. Esto no solamente se caga en eso de "dar mi vida por tu libertad de expresión aunque no opines lo mismo que yo" sino que además deja en una posición sumamente imbécil a los malos; ¿Para qué diablos quieren destruir el mundo, si al final igual tienen que vivir en él? ¿Qué diablos van a hacer con él después de conquistarlo, si lo único que tiene el mundo para quien se haga cargo de él son problemas que solucionar?


En mi opinión, el problema, la amenaza, no es el mal. Para empezar, ni siquiera uno puede claramente definir el mal, o estar seguro de si está en el bando de los buenos. No, el problema no es el mal, ni el bien. El problema es no hacer nada. Y eso, es el camino fácil. Y es infinitamente más dañino.

Pero es lo que hace la mayor parte del mundo. Primero, porque como por ningún lado eso entra en la categoría de "el mal" no ven el problema de seguir esa conducta. Por otro lado, aquellos héroes que hacen el bien frecuentemente están tan lejos de lo que uno es, cuesta tanto sentirse identificado con ellos, que la gente inconscientemente piensa en que mejor dejar esa tarea a otros que sí califiquen, y mejor que ellos pasen piola.

No digo que uno deba ser un héroe con capa y espada. O capa y antifaz de murciélago, si uno quiere ser más inclusivo al respecto. Tampoco hablo de hacer actos heroicos. Los actos heroicos frecuentemente no son premeditados y mucho menos percibidos como tales por las personas que los efectúan. Simplemente, ellos van y lo hacen porque sienten que es lo que uno tiene que hacer.

Y probablemente ahí está el problema. En que por lo general, la gente no se siente obligada a hacer nada. Es más, muchos sienten que los demás están obligados a comportarse de cierta forma con uno. Como si todos fuésemos hijos únicos y malcriados, pensando en que todo tiene que ser para uno, y todos tienen que estar pendientes de uno y entregar todo a uno. Sin que ese uno mueva un dedo ni por los demás, ni por si mismo.

Y ahí es donde quiero llegar. A el sí mismo. La solución a la mayoría de los problemas del mundo no consiste en grandes actos heróicos llenos de simbolismo. Eso, es lo infantil. Lo que de verdad necesita el mundo es que cada uno de nosotros deje de dejarse llevar por la marea, por el promedio; dejar de nivelar por lo bajo, y pasar a hacer algo por uno mismo. Algo por intentar ser mejor persona, por ser algo más que el día anterior.

Es más fácil escribir y hablar mal, es más fácil sacar malas notas en el colegio y ser del montón; es mucho más fácil hacer lo justo y necesario que le piden a uno y que aparece en la descripción de tu puesto de trabajo, es más fácil callarse y seguir a los demás que pensar por uno mismo. Es más fácil decir "no opino o no entiendo de política" que agarrar los diarios por las mañanas y empezar por la portada, en vez de por la sección de deportes o la de espectáculos.

Aquí recuerdo otra cita de una gran película, Se7en o Los Siete Pecados Capitales, "Es más fácil perderse en las drogas, que enfrentar la vida. Es más fácil robar lo que quieres, que ganárselo. Es más fácil pegarle a un niño que educarlo. El amor cuesta; conlleva esfuerzo y trabajo."

martes, mayo 13, 2008

El Alcaudón

O El Señor del Dolor, de la novela Hyperión, de Dan Simons, es un personaje que me pareció quizás no tan fascinante, pero si me hizo reflexionar sobre algo.

Por lo que he leído (aún no termino el libro, pero lo haré) el Alcaudón es adorado como un dios, y se dice que se comunica con los demás a través de la muerte y el dolor, cosa que en un principio me pareció bizarro, y un tanto idiota también. Eso es porque, al no ser cristiano, no me parece que tenga mucho sentido eso de adorar algo que produce dolor. Sin embargo, y en medio de la amigdalitis que me mantuvo alejado del pensamiento narrativo y por lo tanto, del blog, le encontré algo de sentido a todo eso.

Parte de la culpa, la tiene mi fiebre. Por razones que me encantaría que me fuesen explicadas por alguna autoridad competente en la materia, cada vez que tengo fiebre paso de los saludables 36° o 37° que tiene todo el mundo hasta los 41° o 42°. Una vez alcancé los 45°. A niveles tan altos, me dan alucinaciones y no me acuerdo de nada al día siguiente, pero a niveles más comunes (ya ni las mido, pero a ojo el martes de la semana pasada estuve en unos 41°) simplemente tengo pesadillas. Y estas, a diferencia de las normales en las que uno se despierta con un poco de angustia, me significan horas y horas de tormento surrealista, algo así como Cronenberg en ácido con una pizca de Peter Jackson y Jerry Bruckheimer.

Esta vez, y porque eso estaba leyendo hasta que no pude encontrar sentido a las palabras que veía, en la pesadilla se coló el Alcaudón. Y comprendí eso de comunicarse a través del dolor.

Varias de las ideas que he tenido para mis cuentos han venido de sueños. Por eso duermo con mi cuaderno al lado. Y algunas de esas ideas se han originado también durante las pesadillas de fiebre, generalmente aquellas muy gráficas y vívidas, más que conceptuales. Esta vez no fue una excepción, aunque la idea no es la que estoy explicando aquí, sino una que tuvo que ver con el cielo y el infierno, y su construcción.

La idea que tuve esta vez tuvo que ver con eso de comunicar cosas a través del dolor.

Soy un viejo achacoso. Y siempre lo he sido, incluso antes de la trombosis y la embolia pulmonar y todo el jaleo. Nací prematuro, pesando un kilo y medio y con el intestino obstruido, me hicieron una operación nada más nacer. Desde que tengo memoria que sufro de insomnio, siendo niño tuve pulmonía. Al comenzar la pubertad empecé con problemas en las rodillas (básicamente se me deshizo el cartílago entre huesos, algo doloroso y sin cura). A medida que me hice más viejo, el dolor de huesos se fue extendiendo. Ahora tengo un cuarto de pulmón menos, cuatro de las seis vías que conectan los pulmones casi sin funcionar, muchos días me duele toda la ruta exploradora que hizo el trombo desde el tobillo hasta el pulmón, además de los comunes dolores de espalda y de estómago propios de cualquier persona con estrés. Ah, y las recientes tres o cuatro amigdalitis anuales que empezaron hace poco también.

Sin embargo, y aunque suene cliché, el dolor y la cercanía a la muerte me hizo apreciar más la vida. No es que no la apreciara antes y fuese por la vida despreocupadamente (nunca tan estereotipo) pero ciertamente, los momentos en los que no me duele nada, ahora los aprecio conscientemente.

Y luego está todo eso de "adorar a un ser superior que se comunica a través del dolor". Ni idea de qué comunicará el Alcaudón en la novela, pero en mi cabeza, imagino que será algún tipo de conocimiento oculto, velado hacia los demás, excepto aquellos dispuestos a soportar el dolor para averiguarlo. Ahora que lo pienso, esto tiene tintes Nietzschanos por todos lados, pero en fin.

La idea es que, cuando algo me duele, y con la intensidad que me duelen las cosas (¿mencioné antes que mi umbral de dolor es bajísimo? en otras palabras, siento más fuerte el dolor que otra gente, comprobado científicamente), ya no me significa algo que soportar y aceptar. Ahora, es algo que experimento y de lo que busco conocimiento, algún tipo de iluminación, o quizás una nueva perspectiva de las cosas.

Lo cual no significa que me haya transformado en masoquista, por supuesto (siempre seré el sádico, no el maso) sino que, simplemente, ahora veo el dolor de otra forma. Lo cual, haciendo la analogía correspondiente y lógica, tiene muchísimo sentido. Porque la vida, desde donde se vea y se viva, es en su mayoría, dolor. Y todo el aprendizaje, toda la trascendencia, viene de esos momentos.

martes, abril 22, 2008

28 y contando

Son varias las cosas que definen la vida de una persona. En mi caso, por un lado están todas las pequeñas cosas que, juntas, hacen una gran, gran parte de mi vida.

Las Historias.

Leer historias. Descubrir historias. Contar historias. Imaginar historias.

Para mucha gente, todo el proceso de absorber información resulta algo superficial y banal. El conocer los modelos de naves de combate durante los años de la rebelión contra el Imperio en Star Wars, la mitología demonológica de Buffy y Angel, las sagas de los mutantes y los héroes de Marvel, las guerras de la Tierra Media de Tolkien, el mundo no tan futurista del ciberpunk de William Gibson, el sentido del humor del Mundo Disco de Prattchet, las leyendas y mitos de la Edad Media y su evolución hasta lo urbano, cuentos de fantasmas, de dimensiones paralelas, alienígenas y futuros alternativos... todo eso, para la mayor parte del mundo, es entretenimiento.

Pero para mí resulta sumamente importante.

No sólo porque es entretenido. Eso es lo obvio. Tampoco porque, en cierta medida, hace que la vida sea más interesante, menos monótona, gris y despiadada. Lo que más me atrae de todo eso, son las preguntas. Lo que nos lleva a la otra gran parte de mi vida.

Las Preguntas.

De dónde venimos, quiénes somos y a dónde vamos. A menos que uno se haga católico o de otra religión, y todas esas preguntas queden contestadas con fe, uno tiene que aprender a vivir con la comezón. El saberse insignificante en el universo, el tener un cerebro demasiado primitivo para responder esas preguntas. En ese punto, la religión lo vuelve a uno menos curioso, pierde la inquietud por saber, el espíritu de seguir adelante, el cuestionarse. Ese es uno de los grandes puntos que tengo contra la religión, le hace a uno perder una importante parte de lo que es la esencia del ser humano.
Para aquellos de nosotros que no nos adherimos a una religión, esas preguntas siguen siempre ahí. En lo personal, construyo historias que pretenden encontrar distintas y diversas explicaciones a todo eso. Ojo, pretenden, no lo consiguen.
Cada una de las historias produce un montón de preguntas, presentan una serie de paradigmas, constituyen universos enteros. Y eso me parece entretenido.

La Muerte.

Entre los ocho o nueve años, hasta los 18, pasé por una etapa bastante tormentosa y oscura de la vida. Aquello que muchos, con evidente desprecio, califican como "crisis existencialista". Que es, en otras palabras y dicho menos domingueramente, le época en la cual uno se hace todas las preguntas que menciono más arriba.
En mi caso, todo parte con el momento en el que, al igual que todos nosotros, entendemos que tendremos que morir. No inmediatamente (ojalá), pero eventualmente. Y eso está muy lejos de ser tan dramático como parece. O sea, de buenas a primeras la idea no es precisamente agradable. Porque uno le ve el lado malo al asunto, ese de morirse. Y porque el enfrentarse a tu propia mortalidad te recuerda que no eres una gran cosa en el universo, que tu vida es poco más que un instante comparado con la enormidad del cosmos, y que existen grandes posibilidades de que ni siquiera logres dejar una huella en la historia. Qué diablos, ni siquiera hay demasiadas oportunidades de que nuestra historia deje una huella en LA historia.
El proceso que le lleva a uno desde la tristeza al entender tu propia mortalidad, hasta que te paras y te das cuenta de que eso no es algo tan terrible, en mi caso tardó bastante.
El lado positivo de todo eso es que uno entiende que hay que vivir la vida, aprende a priorizar cosas, a ver qué tipo de problemas lo tienen que amargar a uno y de cuales hay que reír, resignarse o lamentar, y qué cosas puedes o no hacer al respecto.
Y en el fondo, todo se resume a que uno busca una razón por la cual vivir. Eso, sí me costó bastante.

Porque, volvamos al primer paso. El ser consciente de la propia mortalidad. Uno se preguntaba (o al menos yo lo hacía a esa edad) "¿Para qué aguantar todo esto?... el colegio, las aburridas clases, la compañía de una manga de brutos (en su mayoría, claro), el cansancio, el seguir estudiando, luego trabajar (cuando uno es niño y la única referencia de trabajar que tiene, viene de la tele y de ver cómo llega tu padre cada día a cenar, el panorama es mucho menos alentador de lo que realmente es) y hacerse un lugar en el mundo... todo para nada, para terminar siendo cenizas después de todo.
No sé si tendrá algo que ver la melancolía propia de la humanidad en general y de mi herencia genética en particular, pero ya a esa edad, me parecía mucho mas lógico simplemente morir. Ante la montaña de dolores, azares y pesares que la vida parecía ser, era mucho mejor simplemente optar por el suicidio. Menos doloroso, si uno quiere.

Eso es lo que sucede cuando uno no encuentra razones por las cuales vivir.

La Vida

Obviamente, después las encontré. Recuerdo que por aquel entonces dije... "¿Y si mejor espero un poco, para ver si las cosas mejoran?... tal vez todo sea mejor una vez que sales del colegio". Y tuve razón, claro.

Primero fue la curiosidad. El salir de ese pequeño mundo tiránico y horrible que resulta ser el colegio cuando uno es tan distinto a los demás, hace que uno empiece a ver el mundo y comprenda que es mucho más grande de lo que había pensado. Y la curiosidad de conocer todas esas cosas, lo lleva a uno a seguir adelante.
Hasta que te encuentras con que ese mundo es, sobre todo, injusto, brutal, violento y bastante cruel. Esa es la segunda estación de la vida la cual, muchos, no sobreviven.

Por aquel entonces aún no lo pasaba bien en la vida. Pero si tenía suficiente enojo como para no darme por vencido por el simple hecho que, de hacerlo, le daría la razón al mundo. Sería como "otro pobre diablo que no es capaz de seguir adelante... lo sabíamos, los de su tipo son siempre iguales". Así aprendí a seguir adelante y a salir a delante, sólo por llevar la contra.

Y seguí aguantando un montón de mierda, con la cabeza agachada pero sin dejar de caminar. Y pese a todas esas cosas, me di cuenta de que lo pasaba bien. De que pese a todas las cosas malas y terribles que tenía el mundo, y darse cuenta encima de que uno solo no tenía el poder de cambiarlo y de que, peor aún, el mundo no tiene demasiados deseos de cambiarse a sí mismo, estaban todas esas pequeñas cosas que a uno lo hacían sonreír, y pasarlo bien.

A los 28 no puedo decir que conozca el sentido de la vida. Ni mucho menos. Ni creo que lo vaya a conocer tampoco. Pero si he visto suficiente de la muerte. La he deseado, siendo muy joven. Estuve muy cerca de ella hace tan sólo un par de años. Y pienso en ella cada vez que me duele algo que no debería, cada vez que me siento raro o que me da la impresión de que mi pierna se hincha, o que me da un tirón donde no debería.

Ahora tengo razones para seguir adelante, razones para vivir. Razones que se miden no porque sepa qué hay más allá, ni porque haya encontrado las respuestas a los misterios de la vida, sino por lo contrario. Porque he caminado lo suficiente junto a la muerte, como para no desearla todavía.

martes, abril 08, 2008

Todas las cosas que no sé

A todo ñoño, en algún momento de su vida, le han dicho "ohh tu lo sabes todo". Esto no sólo es un hecho (que te lo digan, no que sea cierto) sino que prácticamente es un requisito para poder autoproclamarse como ñoño.
Uno de verdad al menos. Entendiendo ñoño como alguien que se interesa por la información en general, no esos idiotas que te podrían decir hasta la cantidad de piezas móviles al interior de un X-Wing pero no tienen ni idea de qué fue el Muro de Berlín.

Pero, como dije anteriormente, es obvio que uno no lo sabe todo. Ni siquiera se podría decir que uno sabe mucho. Es más, sólo se tienen suficientes pruebas para determinar que a) la persona que te lo dice sabe menos que tu y b) esta persona tampoco tiene una gran perspectiva de lo que realmente significa el "todo".

Son las cosas que uno no sabe, de todas formas, las que a uno lo mantienen activo, buscando cosas. Y lo diferencian a uno de las personas que, ante la inmensidad de datos que es el mundo, escogen limitarlo lo más posible (frecuentemente con éxito) y deciden que en realidad no existe nada más que el trabajo, la televisión nacional, el fútbol, y lo que sale en las Ultimas Noticias.
También lo diferencian de un segundo grupo de personas, aún mas vil, que si bien es capaz de asimilar la idea de que hay muchas más cosas en el mundo, se limitan a meterse en uno solo (generalmente el animé, ni idea de porqué) y dejar de lado el resto "porque les da lata".

De entre las cosas que no sé, puedo crear tres grupos en un grotesco acto de simplicidad. Están las cosas que no sé, y que no quiero saber. Como por ejemplo, los contenidos, resultados y la vida de los participantes de cualquier reality a elección. Después están las cosas que no sé, pero que espero algún día saber. Esto sucede porque la cantidad de interés que despiertan en mí estas materias no es aún lo suficientemente elevado, pero sin duda cuando muchos otros temas empiecen a relacionarle con él, este crecerá rápidamente.
El tercer grupo es de cosas que no sé y creo no llegar a conocer nunca. Y curiosamente, tiene muchos elementos en común con los dos anteriores.

No tengo ni idea de cómo me terminará de afectar, a largo plazo, mi azarosa relación con mi padre o si esto tendrá alguna incidencia con las posibilidades de tener descendencia. Tampoco me queda muy claro qué haré en los próximos 5 años de mi vida, o qué sucederá con la continuación de mi carrera. Ni de si seré capaz, finalmente, de sacar todas las historias que tengo en mi cabeza para aburrir a mis queridos lectores.

También me intriga de sobremanera que la mayor parte de las ideas que se me ocurren, me vienen en los primeros segundos después de despertar, o durante el sueño mismo, o antes de empezar el día.
Es algo que, pese a que es maravilloso (lo único que iguala la sensación de crear una historia es el momento en que se te ocurre) no le hace nada de bien a mi sentido de la puntualidad laboral.

Todo esto apunta a señalar una de las tantas contradicciones del ser humano. O al menos mías. Después de todo, mucha gente me ha llamado "el hombre contradictorio", que no es lo mismo que inconsecuente, gracias a... a quien sea. Probablemente a mí.

La contradicción es que, siendo una persona adicta a la información (que no es lo mismo que sabiduría, y generalmente es mucho menos importante también) y a saber sobre cosas, no me preocupe neuróticamente sobre mi futuro.

La razón no es tan complicada. Por que claro que tengo una razón, el que me digan contradictorio no tiene que ver con que realmente lo sea. Simplemente no le comento mis razones a mucha gente.

Sucede que durante mucho tiempo si me angustiaba, enormemente, por mi futuro. Esto no tiene relación alguna con que haya aprendido a leer el Tarot eso sí, para aquel entonces ya me había dado cuenta de que los intentos por saber qué va a pasar con tu vida son del todo inútiles. Así como es inútil y muy poco sano preocuparse por lo que vendrá cuando uno lo desconoce, o pretender imaginárselo, tejiendo complicadas estructuras en tu cabeza. Que al final, se van al traste porque cuanto más complejas son, menos se parecen a lo que realmente sucede.

O sea, la razón de por qué parece (ojo, sólo lo parece) que sea tan indolente respecto a mi futuro, es porque sé que uno no puede forzar las cosas. No eso es mentira. Uno puede forzar las cosas a su favor, pero lo que fuerza en realidad no son las cosas, ni siquiera las situaciones, sino puntos nodales en la estructura de la vida. Y hasta que no aparezca uno de estos puntos, uno no puede hacer nada. Cualquier intento de forzar las cosas te deja donde mismo estabas antes pero un poco peor, y mucho más cansado.

Ahora, lo importante, lo realmente difícil, lo que sí me gustaría saber mejor, es a reconocer esos malditos puntos.

sábado, marzo 22, 2008

Por qué me gusta Slipknot... (Parte I)

... a petición del público.

Before I Forget - (Vol 3: The Subliminal Verses, 2004)



I am a world before I am a man

Tengo varios recuerdos de mi infacia, incluso algunos de mi niñez y pre adolescencia, pero en general todos esos años se pierden en una bruma de olvido, probablemente porque no fui muy feliz entonces.
Cuando uno no se gusta a si mismo, frecuentemente busca incesantemente la compañía de otros para escapar. Pero cuando lo que no te gusta es el mundo y quienes viven en él, te creas un mundo. (Sealed in tight, bizarre but right at home Claustrophobic, closing in and I'm Catastrophic, not again)
Bueno, para ser honestos, más que crearlo empiezas a robar pedazos de otros. Así fue como mi mundo se pobló de naves espaciales de Star Wars, planetas y confederaciones de Star Trek, Elfos y Orcos de Tolkien, y horrores cósmicos de Lovecraft.

I was a creature before I could stand

Todo ese material obviamente forjó a el nerd que fui. Y ahora que todos le han gritado a la pantalla "¿Cómo que eras? aclaro que no reniego de mi pasado. No me considero nerd porque fui capaz de sobrepasar las limitaciones de inaptitud social y emocional que el estereotipo implica.(I've got no right to win, I'm just caught up in all the battles) Porque ser nerd se trata de haber memorizado un montón de razas de Star Wars, haberse aprendido un par de frases Klingon y tener dibujadas en la mochila un par de runas élficas. Pero lograr crecer, alcanzar cierta plenitud, lograr superar los traumas y limitaciones que te llevaron a esconderte en primer lugar, implica hacer algo con todas esas cosas. Encontrar conocimiento, o senderos; adoptar ideas y valores sobre los cuales asentarte, y entender que todo el proceso consiste en un camino para llegar a un lugar, no un fin en si mismo.

I will remember before I forget
BEFORE I FORGET THAT!

Hace un par de días, recordé una de las valiosas lecciones que mi profesor de filosofía, Daniel San Martín, me dejó durante los años que lo conocí. "Recuerda". Cuando me lo intentó enseñar no entendí la idea. Después de todo era un adolescente insolente y soberbio (como hay que ser en esos años) y mi vida no se centraba en recordar, sino en crear recuerdos a posteriori.

Ahora, con un par de años mas y muchísimos porrazos encima, entiendo un poco más eso de recordar, el no olvidar quién eres y a dónde quieres ir (ambos conceptos íntimamente ligados ya que lo segundo se define por lo primero) pese a que la urgencia del mundo insiste continuamente en que lo olvides, pienses en otra cosa, te compres un plasma y te vayas de vacaciones al Caribe.
El poder ver a mis amigos del colegio durante estas últimas semanas me hizo recordar, no sólo la lección sobre recordar sino que también retomar la sana costumbre de, cada cierto tiempo, comprobar que lo que estás haciendo está de acuerdo con quién eres y a dónde quieres ir.


My end
It justifies my means
All I ever do is delay
My every attempt to evade
The end of the road and my end
It justifies my means
All I ever do is delay
My every attempt to evade
THE END OF THE ROAD!


El haber descubierto que desear una vida tranquila y feliz no es el peor de los destinos ni una traición al espíritu, sino que muy por el contrario, es una esperanza digna de todo esfuerzo es algo que ha sido muy importante para mí en el último tiempo. Pero no por ese deseo voy a olvidar, voy a dejar de recordar, que soy un relator de historias, y qué debo hacer con ellas.

martes, marzo 11, 2008

Muy gris.

La gente no madura, no envejece. Simplemente se vuelve aburrida, quejumbrosa y amargada, y se apagan.

O al menos en eso pensaba el fin de semana ante pasado, cuando me junté de nuevo con mis amigos del colegio, a 10 años de haber salido de él, y nos pusimos a tomar como cosacos.

Quizás no haya sido completamente riguroso con la semántica, pero básicamente la idea que me dejó todo ello fue que no existe tal cosa como la madurez, sólo está el volverse gris. Como los malos de Momo.
La responsabilidad, el hacerse responsable de tu vida y de tus actos, nada tiene que ver con madurar. Uno puede seguir haciendo cosas increíblemente inmaduras y tomar responsabilidad al respecto.

La gente crece pero sigue igual, siguen siendo niños asustados e indecisos, que no se conocen a sí mismos y menos aún son capaces de aprehender lo que existe allá afuera. Algunos siguen necesitando padres desesperadamente y buscan a Dios.

Otros, asustados, trabajan y se toman este mundo muy en serio, para no tener que pensar. Y hablan de política y de dinero.

La mayor parte, aterrados ante la idea de que no hay nadie quien te diga qué hacer, se refugian en grupos sociales y religiones que los restringen, que les dicen qué es bueno y qué es malo, y qué no pueden hacer. Les da lo mismo que eso vaya en contra de ellos mismos, son demasiado cobardes para hacer sus propias reglas.

Porque uno puede hacerlo, sin caer en el mal. No es la forma más fácil y cómoda de vivir, pero no es imposible.

Sin necesariamente estar dándomelas de ser superior ni nada parecido, después de ver a mis amigos, me dio la impresión de que al menos nosotros lo estamos consiguiendo.

miércoles, febrero 20, 2008

First Life

Ya desde que era un niño, no me gustaba el mundo.

De una forma u otra, me parecía que el mundo era algo extraño, sucio y amenazador. No encontraba belleza ni en los paisajes, ni en las calles, ni donde se me decía que tenía que ver lo bonito. Y a medida que fue creciendo, las cosas no mejoraron. No lograba disfrutar estar vivo.
Quizás fue por eso que, entrando a la adolescencia, me fascinó tanto la idea del suicidio. Obviamente otros factores influían, como mis bajas notas, baja autoestima, y ser emocionalmente abusado en el colegio, pero de todos modos eso no es algo tan fuera de lo común. Lo que no deja de ser lamentable.

Mi padre, un escéptico convencido, compraba todos los meses el Muy Interesante. Y se enorgullecía mucho de que yo, teniendo unos siete u ocho años, lo leyese también. En lo que quizás no se fijó fue en qué cosas leía. Mientras a él le interesaban los artículos puramente científicos, yo alucinaba con aquellos que, encasillados como "Anomalías", hablaban del origen de la leyenda del hombre lobo, de vampiros, de Ovnis, sobre la colonización espacial, robots, astronaves y todo lo que implicase soñar, alejarse de lo mundano y mirar el horizonte.

Después vinieron los libros de Tolkien, y Asimov, Star Wars, Robocop, y hasta ahora no he parado con esas cosas.

No recuerdo exactamente cuando sucedió, aunque sé que fue cuando tenía entre 16 o 17 años. Las cosas no habían cambiado demasiado para mí; seguía siendo el raro del colegio pero ya no me molestaban tanto. Seguía llevándome mal con mi familia aunque no me quedaban muchos años mas de eso. Y definitivamente me seguía yendo mal en el colegio.
Como dije antes, los recuerdos son un tanto difusos, pero involucran el haberme sentido completamente desesperado, solo y hastiado del mundo. Y literalmente, de un día para otro, todo cambió.

Desde entonces amo el reflejo de las farolas sobre las hojas verdes de los árboles. O cómo el sol al amanecer y atardecer ilumina las ramas de los árboles. No me se el nombre de ningún árbol, por cierto, pero eso carece de importancia.
Me enamoré de los viejos edificios y las casas antiguas, de caminar por las noches cuando las sombras se apoderan del mundo y las cosas irracionales nos parecen muchísimo más posibles y pareciese que sólo quedas tu sobre la faz de la tierra.
Fue un lento proceso, pero finalmente me empecé a interesar por todo. Los días ya no me parecían largos y aburridos, y hasta las cosas más mundanas me parecían fascinantes y llenas de interés.

Y luego llegó ella, por supuesto. La mujer que me enseñó a amar y ser feliz, y quien lleva haciendo todo eso en mi vida desde hace casi 9 años.

Pero tengo una teoría. No es gran cosa, pero es mía y me gusta.

Cuando uno es un pendejo, no puede ver muy bien. Es una especie de miopía mental. Uno es incapaz de relacionar las causas con los efectos, ni de entender que existe un mundo mucho más grande más allá de las salas de clases, así como eventos más importantes que la fiesta del viernes por la noche. Algunos piensan que es precisamente vivir en esa burbuja, en esa ignorancia, lo que hace que uno sea tan feliz a esa edad. Y que cuando uno se encuentra con la realidad, la vida deja de brillar poco a poco.
Yo pienso que esos son los viejos grises que a los treinta ya están pensando en jubilarse, aquellos que mueren en vida y se transforman, como dijeron los Fiskales, en esos adormilados zombies en el metro.
Cuando uno empieza a ver la vida como un sistema, empieza a comprender la extensión de cada objeto y las ramificaciones de cada acción, ahí es cuando las cosas se ponen interesantes. Cuando la brisa fresca que sopla por las noches, en los primeros y últimos días de verano se hace algo que renueva el alma, cuando cada vez que pruebas una pizza te sabe como si fuese lo mejor del mundo conocido.
Cuando uno se siente más feliz de estar viviendo, que de soñar en vivir otras cosas.

viernes, febrero 08, 2008

Más reflexiones de micro

Hace unos 8 años atrás, más o menos, empecé a trabajar por primera vez. No me sentía especialmente feliz al ver como todo el resto de mis amigos empezaba una vida universitaria, llena de nuevos conocimientos y mucha cerveza mientras yo estaba encerrado 10 horas atendiendo a gente que, en su mayoría, dejaba bastante mal parada a la especie humana. Pero seamos justos, me lo busqué.

En aquella época me interesaba escribir mucho más que ahora. Posiblemente haya sido consecuencia de mi necesidad desantendida de cultivar mi cerebro, pero siempre se me ocurrían cosas sobre las cuales escribir. Lo cual es muy diferente a escribirlas realmente, por cierto.

Por eso el otro día, mientras me bañaba en la mañana, pensaba que resultaba irónico el que en aquella época haya tenido tantas cosas sobre las cuales escribir y ningún medio donde hacerlo, y ahora que lo tenía no se me ocurrían cosas.

Camino hacia el metro, ese horrible transporte que consiste en morir sofocado y aplastado, y me pongo a pensar que quizás sea, simplemente, que me he vuelto más tonto con los años y haya olvidado lo que era pensar sobre cosas, reflexionar sobre las grandes incógnitas de la vida y todo lo demás. Eso era algo que me daba muchísimo miedo, por cierto, en aquella época. Pensaba que si eso me sucedía me volvería gris y siniestro, como los malos de Momo. Sin embargo, ninguna de las dos cosas fueron como las pensé.

El asunto es que, y aún recordando mi primer trabajo, cuando uno se mete en una pega como la de vendedor de libros, o cajero, o comida rápida, o similares, uno aprende rápidamente que uno de los grandes secretos para subsistir es precisamente no pensar. No sólo porque si uno se pone a pensar y analizar su situación tiende a deprimirse y sentir ganas de matar a todos los que te rodean por lo charcha y gris que es el trabajo de ese tipo, sino porque los jefes que tiene uno en esos trabajos suelen ser unas mierdas humanas que empezaron en ese trabajo y 10 años después siguieron haciendo lo mismo, jamás tuvieron la fuerza como para buscar otra cosa y la verdad, conociendo esa pega, uno no se sorprende que después de tener que tragar tanta mierda lo único que sepan hacer es vomitar esa mierda, lamentablemente, hacia sus subordinados.
Claro que hay un par de excepciones, gente que es feliz haciendo ese trabajo, como mi amigo Mario, y que por lo tanto están donde quieren estar en la vida, y ayudan a los demás a sobrellevar las cosas como lo hizo conmigo, de hecho. Pero no son muchos.

En fin, mi linea de pensamiento fue: nada que escribir -> olvidé pensar sobre cosas -> la necesidad de trabajar me atrofió el cerebro

Pero claro, uno trabaja porque necesita satisfacer las necesidades básicas de la vida. Como tener donde dormir, comer, vestirse, etc. Yo siempre tuve esas cosas, pero de todas maneras tuve que trabajar porque no se trataba de quedarse de vago toda la vida. Pero cuando uno está preocupado por satisfacer esas necesidades básicas, cuando uno no nada en la abundancia, tiende a olvidar las grandes preguntas filosóficas como ¿de dónde venimos, quiénes somos y adónde vamos? y reemplazarlas por otras más pragmáticas, del tipo ¿cómo voy a terminar el mes? y ¿qué voy a comer hoy?.

Y seguí preguntándome, cuando entonces ya había salido al fin del metro y estaba tomando micro con la refrescante brisa matutina de la última semana, ¿es necesario todo ese circo? ¿de qué sirve enredarse con preguntas que no van a tener respuestas certeras? ¿es necesario pensar tanto?
Si bien es cierto que la profundización en ciertos temas lleva a un refinamiento al respecto, a una especie de tecnicismo conceptual que resulta sumamente útil a la hora de hacer cosas, y que por otro lado menos práctico el interesarse por preguntas existencialistas ha llevado a mucha gente a hacer maravillosas novelas y películas las cuales a través de metáforas intentan explicar la vida, eso se resume a entretenimiento. En el sentido de que valor práctico, así como "esto te va a dar de comer y donde vivir", no tiene. Menos para el autor, claro.
Oséase, por una lado el pensar mucho nos ha traído las ciencias, y por otro, el entretenimiento. Pero, ¿de qué sirve todo eso a las personas que simplemente van pasando por ahí, aquellos que no son parte del cuerpo científico y no producen arte? Sólo están ahí para consumir los productos de ambos bandos, después de todo. Y sin embargo, nos seguimos sumiendo en una existencia llena de dudas y questionamientos internos, no podemos parar de preguntarnos "¿por qué" aunque no tengamos forma de conocer la verdad y, aunque la tengamos, no sabríamos que hacer con ella.
Y entonces, y esto fue cuando la micro iba doblando por el estadio italiano (por ende, el sueño y el hambre me estaban afectando y posiblemente ya no pensaba con demasiada claridad) me puse a pensar ¿Y si todo esto es parte de un gigantesco plan malévolo? ¿Y si a los malos les conviene que nos pasemos la vida inquietos, muchas veces angustiados, con preguntas existencialistas o debates sin sentido respecto a la ciencia y el arte, y así nos alejan del mundo real, físico e inmediato, y de esta forma ellos pueden hacer lo que quieran con él sin que nos demos cuenta?

Fue entonces, cuando me sorprendí a mi mismo y me dije "mírate, ya estás pensando de nuevo, idiota".

Damn.

martes, enero 08, 2008

Imaginación


Algunos filósofos piensan que la realidad está definida por los sentidos, por lo que percibimos. Que el mundo no es algo objetivo. En otras palabras, lo que nosotros imaginamos que es, es lo que el mundo es.
La imaginación es algo curioso. Principalmente jodido, pero curioso. He conocido a gente con poca imaginación. Llevan vidas mucho más simples, más tranquilas y sin grandes complicaciones espirituales, pero principalmente aburridas. Pero no son infelices. Uno pensaría que sí, pero la verdad es que la simpleza es un gran método para llevar la vida, uno soporta sus altibajos de mejor forma. Pero lo cierto es que cuando uno tiene imaginación, eso también sirve.
Mi jefe no entiende del todo cómo puedo vivir sin creer en Dios. Sin ser católico, o sin tener otra religión. Eso tampoco es demasiado difícil.
Probablemente la vida no sea tan emocionante como a mí me lo parece. Pero lo prefiero así; es mi imaginación la que me hace ver el mundo así.
Hace ya un tiempo me di cuenta de que no necesitaba que mi vida fuese un gran acto heroico, que no necesitaba ser un destacado intelectual, ni un autor importante. Que me bastaba ser yo, que todo lo que necesitaba era la tranquilidad de saber que estaba siendo honesto conmigo mismo, con las cosas que hacía, y con los demás.

Y para ser sincero, la vida que llevo ahora, no la cambiaría por nada en el mundo.

Durante varios años, esto ha sido lo único que veo por la ventana. Cuando el invierno seca todas las hojas, no se ven más ventanas que esa única, oscura y polvorienta de la derecha. ¿Da un poco de cuco no?
Tan sólo espero nunca imaginar un rostro que me devuelva la mirada detrás del vidrio ¬¬