martes, abril 08, 2008

Todas las cosas que no sé

A todo ñoño, en algún momento de su vida, le han dicho "ohh tu lo sabes todo". Esto no sólo es un hecho (que te lo digan, no que sea cierto) sino que prácticamente es un requisito para poder autoproclamarse como ñoño.
Uno de verdad al menos. Entendiendo ñoño como alguien que se interesa por la información en general, no esos idiotas que te podrían decir hasta la cantidad de piezas móviles al interior de un X-Wing pero no tienen ni idea de qué fue el Muro de Berlín.

Pero, como dije anteriormente, es obvio que uno no lo sabe todo. Ni siquiera se podría decir que uno sabe mucho. Es más, sólo se tienen suficientes pruebas para determinar que a) la persona que te lo dice sabe menos que tu y b) esta persona tampoco tiene una gran perspectiva de lo que realmente significa el "todo".

Son las cosas que uno no sabe, de todas formas, las que a uno lo mantienen activo, buscando cosas. Y lo diferencian a uno de las personas que, ante la inmensidad de datos que es el mundo, escogen limitarlo lo más posible (frecuentemente con éxito) y deciden que en realidad no existe nada más que el trabajo, la televisión nacional, el fútbol, y lo que sale en las Ultimas Noticias.
También lo diferencian de un segundo grupo de personas, aún mas vil, que si bien es capaz de asimilar la idea de que hay muchas más cosas en el mundo, se limitan a meterse en uno solo (generalmente el animé, ni idea de porqué) y dejar de lado el resto "porque les da lata".

De entre las cosas que no sé, puedo crear tres grupos en un grotesco acto de simplicidad. Están las cosas que no sé, y que no quiero saber. Como por ejemplo, los contenidos, resultados y la vida de los participantes de cualquier reality a elección. Después están las cosas que no sé, pero que espero algún día saber. Esto sucede porque la cantidad de interés que despiertan en mí estas materias no es aún lo suficientemente elevado, pero sin duda cuando muchos otros temas empiecen a relacionarle con él, este crecerá rápidamente.
El tercer grupo es de cosas que no sé y creo no llegar a conocer nunca. Y curiosamente, tiene muchos elementos en común con los dos anteriores.

No tengo ni idea de cómo me terminará de afectar, a largo plazo, mi azarosa relación con mi padre o si esto tendrá alguna incidencia con las posibilidades de tener descendencia. Tampoco me queda muy claro qué haré en los próximos 5 años de mi vida, o qué sucederá con la continuación de mi carrera. Ni de si seré capaz, finalmente, de sacar todas las historias que tengo en mi cabeza para aburrir a mis queridos lectores.

También me intriga de sobremanera que la mayor parte de las ideas que se me ocurren, me vienen en los primeros segundos después de despertar, o durante el sueño mismo, o antes de empezar el día.
Es algo que, pese a que es maravilloso (lo único que iguala la sensación de crear una historia es el momento en que se te ocurre) no le hace nada de bien a mi sentido de la puntualidad laboral.

Todo esto apunta a señalar una de las tantas contradicciones del ser humano. O al menos mías. Después de todo, mucha gente me ha llamado "el hombre contradictorio", que no es lo mismo que inconsecuente, gracias a... a quien sea. Probablemente a mí.

La contradicción es que, siendo una persona adicta a la información (que no es lo mismo que sabiduría, y generalmente es mucho menos importante también) y a saber sobre cosas, no me preocupe neuróticamente sobre mi futuro.

La razón no es tan complicada. Por que claro que tengo una razón, el que me digan contradictorio no tiene que ver con que realmente lo sea. Simplemente no le comento mis razones a mucha gente.

Sucede que durante mucho tiempo si me angustiaba, enormemente, por mi futuro. Esto no tiene relación alguna con que haya aprendido a leer el Tarot eso sí, para aquel entonces ya me había dado cuenta de que los intentos por saber qué va a pasar con tu vida son del todo inútiles. Así como es inútil y muy poco sano preocuparse por lo que vendrá cuando uno lo desconoce, o pretender imaginárselo, tejiendo complicadas estructuras en tu cabeza. Que al final, se van al traste porque cuanto más complejas son, menos se parecen a lo que realmente sucede.

O sea, la razón de por qué parece (ojo, sólo lo parece) que sea tan indolente respecto a mi futuro, es porque sé que uno no puede forzar las cosas. No eso es mentira. Uno puede forzar las cosas a su favor, pero lo que fuerza en realidad no son las cosas, ni siquiera las situaciones, sino puntos nodales en la estructura de la vida. Y hasta que no aparezca uno de estos puntos, uno no puede hacer nada. Cualquier intento de forzar las cosas te deja donde mismo estabas antes pero un poco peor, y mucho más cansado.

Ahora, lo importante, lo realmente difícil, lo que sí me gustaría saber mejor, es a reconocer esos malditos puntos.

1 comentario:

Ilión dijo...

... a) la persona que te lo dice sabe menos que tu y b) esta persona tampoco tiene una gran perspectiva de lo que realmente significa el "todo".

Pocas afirmaciones hay tan ciertas como esa.

Saludos, Melmoth. Interesante blog.

Besossss