viernes, agosto 17, 2007

Cuando viajaba hacia mi trabajo hoy, vi a un viejito leyendo una revista. Y pensé "oh, es cierto, esas cosas aún existen". Así de acostumbrado estoy a leerlo todo en la red. Y luego recordé que, cuando empecé a escribir, quería escribir artículos. En revistas. Y ahora, me doy cuenta de que ya cuestra trabajo mantener un blog. ¬¬

Cuando pensaba en hacerme escritor, me imaginaba escribiendo crónicas, y columnas de opinión. O sea, a toda persona que se considere medianamente ingeligente (y yo, por esa época, me consideraba inteligentísimo) le gusta que le pregunten la opinión de distintas cosas. O ponerse a hablar de lo que fuese. Y ser famoso, claro.

Nuestra sociedad, en este minuto, tiene una obsesión insana con ser famoso. Debe de ser el frío anonimato de las masas el que impulsa a los pendejos matarse y desvivirse por tener el fotolog más visitado y el Messenger con más contactos; a otros los impulsa a contar detalles de su vida privada (aburridísimos, por cierto) en la tele o ir a un reality. En el caso de mi generación, o al menos de mi círculo de amigos, el cuento iba más por hacerse famoso por algo intelectual.

No sé en qué momento perdí la necesidad de hacerme conocido, o si fue antes o después de que me di cuenta de que mi opinión no era gran cosa como para girtarla a los cuatro vientos. Pero es algo, y supongo que por eso decidí escribir un blog.

Y si me ha costado trabajo encontrar un tema con el que ir posteando a intervalos no mayores de un mes, es porque no se me ha ocurrido opinar sobre los acontecimientos actuales. Ni por libros, ni películas. Y mi vida, dentro de todo, es bastante fome, aunque al menos no rutinaria, y sólo por eso ya soy feliz.

Hace poco me hicieron una entrevista en el único foro del cual participo activamente. Ha sido lo más parecido a sentirse famoso que he podido vivir, y fue divertidísimo, pero dudo que sea una meta de vida. Al menos no para mí.

Si alguien quiere leer la entrevista, esta se encuentra aquí.