Probablemente, una de las cosas que me delata como un viejo encerrado en el cuerpo de un adulto joven, es que ya a mis tempranos 25 hay cosas del presente que no entiendo. No es que alce la voz y diga “no entiendo el mundo de hoy” pero casi. Y la principal cosa que no puedo encajar en mi cabeza, es el hombre moderno.
Entendamos moderno como lo que ha sucedido en los últimos diez años, más o menos. Cuando gracias al destape gay de los ochenta, se permitió que los hombres fueran sensibles y sentimentales. Porque fue principalmente a eso que sucedió, con lo que no quiero decir que ser sensible sea ser gay. Simplemente, ellos empezaron a ser así y como no revelaban públicamente su sexualidad, la mujer vio un cambio que le agradó y empezó a exigir a sus parejas que se comportasen igual. Para cuando los que empezaron el cambio admitieron su sexualidad era demasiado tarde. La mujer quería hombres sensibles y cultos, hombres que no se pusieran como animales con su escote o con el fútbol y que fuesen capaces de compartir su mundo con ellos. Ahí fue cuando los ratones de biblioteca tuvieron su momento de gloria.
El hombre nunca fue el mismo desde entonces. Porque en el fondo, si es cierto que el hombre es sensible, lo que sucede es que es demasiado idiota como para enterarse de sus sentimientos, por lo que simplemente los ignora.
Cuando uno es niño, y sale de su casa para encontrarse con el resto del mundo, sucede que de pronto uno se encuentra ante un grupo de hombres. Y no importa en qué momento suceda algo así, porque invariablemente, ya existe un grupo formado. Y es entonces, en ese primer contacto, cuando se define como va a ser la cosa. A veces uno simplemente entra al grupo. Otras veces, se produce un antagonismo inmediato y espontáneo con el líder del grupo, lo que lleva generalmente a la división del mismo o a la formación de otro nuevo, con todos los nuevos que lleguen a partir de entonces. Y por último, está la opción del rechazo. Por ser demasiado pequeño, o demasiado alto, por ser muy gordo, por usar lentes, o por cualquier otra razón que generalmente es física porque como dije antes, el hombre es bastante idiota y no juzga más allá de lo que está a la vista.
Personalmente, pasé por la última opción en la mayoría de los casos. Porque esta integración a un grupo pasa muchas veces en la vida. Cuando uno sale a jugar a la calle, cuando entra al colegio, cuando pasa a la universidad, cuando llega a trabajar, etc. Así que mientras ellos se iban desarrollando en un curioso estado de personalidad grupal (lo que no es algo que diga como resentido, es un fenómeno psicológico ampliamente documentado) yo me sentaba lejos, leía cómics o algún libro, y los miraba sin comprender.
Por eso, quizás y en parte, es la razón de la que no entienda mucho a los hombres, siendo uno.
Han pasado muchos años desde aquel primer acercamiento, y si bien el resultado es que no entiendo al ser humano en general (o mejor dicho, lo entiendo, pero no lo comparto) el camino que ha tomado el hombre en este último tiempo me molesta.
Soy machista, lo admito. No de forma recalcitrante. No negando la igualdad de oportunidades, ni mucho menos negando que la mujer es superior al hombre en muchísimos campos. Soy machista por algunas cosas básicas, casi instintivas, que no puedo superar. A continuación las explico.
No puedo entender que un hombre escuche música romántica. Todo el día. Es decir, yo escuchaba a Camilo Sesto, a Serrat y a Perales, porque mi mamá los escuchaba. Y me gustan sus canciones; no todas, pero si varias. Pero eso no es ni remotamente mi género musical preferido. Sin embargo, he visto a muchos hombres que les fascina. Es más, en más de una ocasión he visto un camión, como por ejemplo los que reparten bebida o cerveza (y tenga en cuenta que el camionero es uno de los íconos masculinos) con la radio puesta, escuchando a Luis Miguel. O a Sanz. Pero aún, a Enrique Iglesias. Sencillamente, no me cabe en la cabeza. Y el mismo rechazo lo tengo con el Pop.
Tampoco puedo a entender a un hombre indeciso, que no sepa que hacer con su vida, que se siente a llorar y se queje de las injusticias del mundo. O sea, puedo entender eso cuando se trata de una etapa. No cuando se vive así por varios años. No puedo entender a un hombre que no tenga los cojones de tragarse la mierda que le tira la vida, agachar la cabeza y seguir caminando hacia adelante. Que sea incapaz de enfrentar las cosas.
Como creo haber dejado en claro antes, no es que apoye la imagen de macho recio. Porque si hay algo que me apeste en un hombre, es que se las de de matador con las minas. Mucho pero si mas encima se jacta de sus infidelidades. Porque eso si que lo encuentro de maricón. Porque son los primeros que se ponen a llorar y se les cae el mundo cuando su mina, su “oficial”, se los caga de vuelta. Y eso si que es patético.
Yo no me creo un modelo de masculinidad. Es mas, no me creo un modelo de nada, no es que pretenda dar clases de cómo ser hombre ni nada parecido.
Pero si soy un firme creyente de que un hombre debe que hacer lo que un hombre debe hacer.
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