Lo recuerdo claramente. Iba caminando con mi padre, una mañana. Acababa de hacerme un exámen de sangre, aunque el porqué de eso si que no lo recuerdo. Estábamos frente a un quiosco, con mi viejo. Probablemente el leía los titulares de los diarios. Yo, por mi parte, miraba un comic que acababa de salir esa semana. Y lo quería. Se lo comenté a mi padre. Gran error. Me dio una charla de media hora (el jamás ha podido decir algo en una sola frase) y durante todo el bla bla, que ya en esa época, teniendo unos nueve años, había aprendido a dejar de escuchar después del primer minuto y medio, cuando ya iba adivinando para donde iba la micro, mencionó por primera vez la palabra. Me dijo que era monotemático.
Con el tiempo, muchas personas que se preocupan por mí me lo han dicho.
A pesar del tiempo, nadie ha tenido éxito en hacerme desistir al respecto. Eso es porque forma parte de mi naturaleza.
Cuando algo me apasiona, no descanso hasta atiborrarme. Cuando el tema ya se me sale por las orejas, sigo con él un par de meses más. Hasta que encuentro otra cosa. Pero no señor, después de eso no dejo el tema botado. No soy tan ingrato. Los guardo para después, porque mis temas son cíclicos. A veces pasan años. Pero siempre vuelven, y ahí estoy yo de nuevo, listo para llenarme de ello.
Por ejemplo, mi última afición monotemática son los comics. Pasé casi 10 años sin leerlos hasta que el año antepasado me reencontré con ellos. Y recuperé gran parte del tiempo perdido, debo añadir. Comics de mutantes, toda la serie X-Men, o mejor dicho, todas las series. Porque son como cinco. Y hace un par de meses, volví al ataque. Claro que esta vez, ahora que estoy mas viejo, cambié ligeramente y me tiré con cosas más independientes. Transmetropolitan, Hellblazer, Planetary, y cosas así. Leí la serie completa de Transmetropolitan en menos de una semana, con Hellblazer voy por el número 130 y creo que llevo cuatro o cinco días. No puedo evitarlo.
No recuerdo claramente el orden, pero antes de eso fue el GTA San Andreas. Y los juegos en general; Call of Duty, NFSU, Prince of Persia Sands of Time, GTA Vice City, GTA 3, y no recuerdo que mas sigue atrás, excepto haber jugado un par de meses, esta vez en compañía de mi incomparable y sorprendente novia, Diablo II online.
Entremedio, me tiré con libros de ciencia ficción. Antes de eso, creo que fue El Señor de Los Anillos cuando encontré las versiones extendidas en DVD. Me duraron dos días. Matrix, la trilogía completa, la vi en un día. Y Evangelion, entremedio.
El asunto es que no le veo nada de malo. Soy adicto a consumir todo ese tipo de cosas. Juegos, libros, comics, películas. Voy dándome vueltas en eso, por distintos temas. Termino visitando páginas en internet sobre lo que sea que me tiene enganchado, me meto a foros, averiguo cosas, leo (o veo, o juego, según el caso) cosas relacionadas, y aunque no llego a hacerme un experto a conciencia en ninguno de esos temas, no paro hasta saber al menos bastante. Por poner un ejemplo, he visto Star Wars más veces de las que puedo recordar. Me sé los nombres de la mayoría de las naves espaciales del imperio y de los rebeldes. También sé algo de las razas más importantes. Pero no las conozco todas, hay personajes ultra secundarios que se me olvidan, y ciertamente no conozco todos los libros y comics relacionados con las películas. No soy tan enfermizo. Jejejejeje…
Ud. se preguntará, mi querido lector, a estas alturas, el por qué de tal conducta. No se preocupe, yo siempre estoy acá para explicarselo.
Consumir todas esas cosas, me hacen sentir vivo. Me estimulan. Tocan esa parte de mí que nunca dejará de ser niño, que necesita entretenerse en un mundo que a veces se vuelve demasiado gris.
Con el tiempo, muchas personas que se preocupan por mí me lo han dicho.
A pesar del tiempo, nadie ha tenido éxito en hacerme desistir al respecto. Eso es porque forma parte de mi naturaleza.
Cuando algo me apasiona, no descanso hasta atiborrarme. Cuando el tema ya se me sale por las orejas, sigo con él un par de meses más. Hasta que encuentro otra cosa. Pero no señor, después de eso no dejo el tema botado. No soy tan ingrato. Los guardo para después, porque mis temas son cíclicos. A veces pasan años. Pero siempre vuelven, y ahí estoy yo de nuevo, listo para llenarme de ello.
Por ejemplo, mi última afición monotemática son los comics. Pasé casi 10 años sin leerlos hasta que el año antepasado me reencontré con ellos. Y recuperé gran parte del tiempo perdido, debo añadir. Comics de mutantes, toda la serie X-Men, o mejor dicho, todas las series. Porque son como cinco. Y hace un par de meses, volví al ataque. Claro que esta vez, ahora que estoy mas viejo, cambié ligeramente y me tiré con cosas más independientes. Transmetropolitan, Hellblazer, Planetary, y cosas así. Leí la serie completa de Transmetropolitan en menos de una semana, con Hellblazer voy por el número 130 y creo que llevo cuatro o cinco días. No puedo evitarlo.
No recuerdo claramente el orden, pero antes de eso fue el GTA San Andreas. Y los juegos en general; Call of Duty, NFSU, Prince of Persia Sands of Time, GTA Vice City, GTA 3, y no recuerdo que mas sigue atrás, excepto haber jugado un par de meses, esta vez en compañía de mi incomparable y sorprendente novia, Diablo II online.
Entremedio, me tiré con libros de ciencia ficción. Antes de eso, creo que fue El Señor de Los Anillos cuando encontré las versiones extendidas en DVD. Me duraron dos días. Matrix, la trilogía completa, la vi en un día. Y Evangelion, entremedio.
El asunto es que no le veo nada de malo. Soy adicto a consumir todo ese tipo de cosas. Juegos, libros, comics, películas. Voy dándome vueltas en eso, por distintos temas. Termino visitando páginas en internet sobre lo que sea que me tiene enganchado, me meto a foros, averiguo cosas, leo (o veo, o juego, según el caso) cosas relacionadas, y aunque no llego a hacerme un experto a conciencia en ninguno de esos temas, no paro hasta saber al menos bastante. Por poner un ejemplo, he visto Star Wars más veces de las que puedo recordar. Me sé los nombres de la mayoría de las naves espaciales del imperio y de los rebeldes. También sé algo de las razas más importantes. Pero no las conozco todas, hay personajes ultra secundarios que se me olvidan, y ciertamente no conozco todos los libros y comics relacionados con las películas. No soy tan enfermizo. Jejejejeje…
Ud. se preguntará, mi querido lector, a estas alturas, el por qué de tal conducta. No se preocupe, yo siempre estoy acá para explicarselo.
Consumir todas esas cosas, me hacen sentir vivo. Me estimulan. Tocan esa parte de mí que nunca dejará de ser niño, que necesita entretenerse en un mundo que a veces se vuelve demasiado gris.
Mucha gente me podría acusar de escapismo, acusación que no podría ser mas falsa. Verá usted, existe la falsa creencia entre las gentes que no pueden comprender la fantasía, la ciencia ficción, o simplemente la ficción, que dice que los fanáticos de estos géneros no están en contacto con la realidad. Que prefieren mundos imaginarios para aislarse del mundo. Pero no es así. La razón es simple, sígame con atención para no perderse porque la explicación da hartos giros. Por mi parte, intentaré escribir con mucha atención para no perderme yo también.
Somos seres humanos. Tenemos límites. Por lo tanto, no podemos salirnos de estos. No podemos imaginar nada que no esté, de una forma u otra, presente en nuestro mundo. Cuando un escritor empieza a fantasear acerca de civilizaciones alienígenas o historias de magia, no está escribiendo nada que no esté en nuestro mundo. Simplemente, está creando una metáfora para explicar algo ya existente. De esta forma, podemos ver Star Wars como un reflejo de la guerra fría. O leer, en el último libro de Harry Potter, cómo se filtró el miedo actual hacia el terrorismo cuando la autora habla de cómo el colegio de magos se llena de medidas de seguridad extremas ante el retorno de Voldemort y sus magos asesinos. O apreciar en un libro de terror como el miedo hacia los zombies es una representación del miedo que sentimos hacia una sociedad impersonal, agresiva y que parece no pensar en nada. La fantasía, la ciencia ficción, y toda ficción en general, no es más que un reflejo del mundo. No son mundos imposibles y completamente alejados de la realidad porque como seres humanos, somos incapaces de hacer tal cosa. No podemos imaginar nada que no conozcamos.
La sutileza de tales metáforas, es lo que me apasiona. Por otro lado, la simpleza de las novelas de moda actuales entre los intelectuales (y hablo con esto de Bukowski, Capote, Kerouac, Mishima, Raymond Carver, Ian McEwan, y un largo etc.) me da lata. No me entienda mal, no creo que sean malos autores. Al contrario, son excelentes, pero no de mi gusto. Hablan sobre la miseria del ser humano, sus historias están llenas de sexo explícito, homosexualidad, degeneraciones morales, violencia, incestos, drogas, alcohol, violaciones, pobreza, tristeza, y todas esas cosas tan reales. Mi problema, más allá de estar con los autores, está en la temática. Porque me saturan. En mi opinión, la metáfora que existe entre Frodo y su relación con el anillo de Sauron se adentra en el tema de la adicción a las drogas en igual forma que muchas de las novelas de los autores anteriormente mencionados. Pero me gusta más porque es más sutil, porque lo toma desde otro punto de vista, desde lejos, y eso, a veces, permite profundizar mucho más.
Lo que podría darme lata, es la gente que critíca mis géneros favoritos sin ser capaces de ver lo que hay por debajo de las naves espaciales y las espadas y conjuros mágicos.
Somos seres humanos. Tenemos límites. Por lo tanto, no podemos salirnos de estos. No podemos imaginar nada que no esté, de una forma u otra, presente en nuestro mundo. Cuando un escritor empieza a fantasear acerca de civilizaciones alienígenas o historias de magia, no está escribiendo nada que no esté en nuestro mundo. Simplemente, está creando una metáfora para explicar algo ya existente. De esta forma, podemos ver Star Wars como un reflejo de la guerra fría. O leer, en el último libro de Harry Potter, cómo se filtró el miedo actual hacia el terrorismo cuando la autora habla de cómo el colegio de magos se llena de medidas de seguridad extremas ante el retorno de Voldemort y sus magos asesinos. O apreciar en un libro de terror como el miedo hacia los zombies es una representación del miedo que sentimos hacia una sociedad impersonal, agresiva y que parece no pensar en nada. La fantasía, la ciencia ficción, y toda ficción en general, no es más que un reflejo del mundo. No son mundos imposibles y completamente alejados de la realidad porque como seres humanos, somos incapaces de hacer tal cosa. No podemos imaginar nada que no conozcamos.
La sutileza de tales metáforas, es lo que me apasiona. Por otro lado, la simpleza de las novelas de moda actuales entre los intelectuales (y hablo con esto de Bukowski, Capote, Kerouac, Mishima, Raymond Carver, Ian McEwan, y un largo etc.) me da lata. No me entienda mal, no creo que sean malos autores. Al contrario, son excelentes, pero no de mi gusto. Hablan sobre la miseria del ser humano, sus historias están llenas de sexo explícito, homosexualidad, degeneraciones morales, violencia, incestos, drogas, alcohol, violaciones, pobreza, tristeza, y todas esas cosas tan reales. Mi problema, más allá de estar con los autores, está en la temática. Porque me saturan. En mi opinión, la metáfora que existe entre Frodo y su relación con el anillo de Sauron se adentra en el tema de la adicción a las drogas en igual forma que muchas de las novelas de los autores anteriormente mencionados. Pero me gusta más porque es más sutil, porque lo toma desde otro punto de vista, desde lejos, y eso, a veces, permite profundizar mucho más.
Lo que podría darme lata, es la gente que critíca mis géneros favoritos sin ser capaces de ver lo que hay por debajo de las naves espaciales y las espadas y conjuros mágicos.
Pero en fin, hay gente para todo. Y eso siempre será bueno.
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