Cuando tenía 20 años, era un joven chileno promedio. O sea, me importaba un carajo la política, no estaba inscrito, no me interesaba en lo más mínimo la historia de mi país, y ni siquiera agarraba un diario. Mi gran amigo Mario, a quien ya he mencionado con anterioridad por aquí, me hizo cambiar de opinión. Me hizo leer algo de historia, me ayudo a entender los diarios sin reirse demasiado cuando le preguntaba quien era tal o cual persona. En mi opinión, ese hombre debería hacer clases de eso en todos los colegios del país. O al menos, alguien debería hacerlo.
Ahora me informo, por lo menos. Leo diarios, veo noticias. Entiendo algo de lo que pasa. Sigo sin estar inscrito, eso sí. Y a menos que cambien el estúpido sistema binominal, seguiré sin inscribirme.
Así que me voy a mojar el potito, y voy a hablar de política. Y como dijo un gran cantante una vez: “here it fuckin goes”.
Estoy chato de la derecha. Porque si bien mis ideas respecto al ser humano y la sociedad son levemente izquierdosas, apoyo muchas de las cosas que son consideras de derecha. El único problema es que la derecha de este país no concuerda en absoluto con ellas. O sea, creo en la idea de nación, en intentar educar, capacitar y mejorar a los chilenos para hacer un mejor país. Sin embargo, la derecha habla de privatizar, pero no para los chilenos, sino para inversores extranjeros. Porque ellos tienen mas plata. Porque así se llenan los bolsillos, y les importa un carajo el país. Y se dicen nacionalistas. Su idea de país es ridícula. Su país imaginario existe de Escuela Militar para arriba. Hablan de los valores de la familia, del Chile católico, de un bienestar basado en autos y casas, y fines de semana en el mall. Ellos no quieren que la clase media y baja mejoren, ellos quieren que sean como ellos. Pero Chile no es así. Chile está lleno de familias unicelulares, es el país de las madres solteras. Basta darse una vuelta por la periferia para ver que los evangélicos andan haciendo nata, y la verdad es que los que conozco son mucho mas liberales y agradables que los católicos. La derecha intenta incendiar la conciencia social mostrando en sus noticias robos, asaltos, violaciones, asustando a la gente para que compre seguridad, para que venda su libertad, para construir cárceles más grandes y llenarlas de gente. Hace más de un siglo que cualquier persona que haya leído al menos un par de lineas al respecto sabe que las cárceles no son una solución, son un problema. Son universidades para un criminal. El que entra por robarse un celular sale sabiendo como robar un banco. El que entra por asalto con violencia sale sabiendo matar. Y sin embargo, insisten en toda esa tontera.
Ahora me informo, por lo menos. Leo diarios, veo noticias. Entiendo algo de lo que pasa. Sigo sin estar inscrito, eso sí. Y a menos que cambien el estúpido sistema binominal, seguiré sin inscribirme.
Así que me voy a mojar el potito, y voy a hablar de política. Y como dijo un gran cantante una vez: “here it fuckin goes”.
Estoy chato de la derecha. Porque si bien mis ideas respecto al ser humano y la sociedad son levemente izquierdosas, apoyo muchas de las cosas que son consideras de derecha. El único problema es que la derecha de este país no concuerda en absoluto con ellas. O sea, creo en la idea de nación, en intentar educar, capacitar y mejorar a los chilenos para hacer un mejor país. Sin embargo, la derecha habla de privatizar, pero no para los chilenos, sino para inversores extranjeros. Porque ellos tienen mas plata. Porque así se llenan los bolsillos, y les importa un carajo el país. Y se dicen nacionalistas. Su idea de país es ridícula. Su país imaginario existe de Escuela Militar para arriba. Hablan de los valores de la familia, del Chile católico, de un bienestar basado en autos y casas, y fines de semana en el mall. Ellos no quieren que la clase media y baja mejoren, ellos quieren que sean como ellos. Pero Chile no es así. Chile está lleno de familias unicelulares, es el país de las madres solteras. Basta darse una vuelta por la periferia para ver que los evangélicos andan haciendo nata, y la verdad es que los que conozco son mucho mas liberales y agradables que los católicos. La derecha intenta incendiar la conciencia social mostrando en sus noticias robos, asaltos, violaciones, asustando a la gente para que compre seguridad, para que venda su libertad, para construir cárceles más grandes y llenarlas de gente. Hace más de un siglo que cualquier persona que haya leído al menos un par de lineas al respecto sabe que las cárceles no son una solución, son un problema. Son universidades para un criminal. El que entra por robarse un celular sale sabiendo como robar un banco. El que entra por asalto con violencia sale sabiendo matar. Y sin embargo, insisten en toda esa tontera.
Hoy leí un artículo, bastante viejo eso sí, donde Patricio Navia dice que Lagos privilegió su propia persona por sobre la Concertación. Me parece fantástico, porque la Concertación está formada principalmente por una manga de políticos idiotas que están más preocupados de ser famosos y tener poder, que de hacer algo útil por el país. Lagos quizás no habrá sido perfecto, pero ha sido lejos lo mejor desde la supuesta restauración de la democracia. Cuando Navia critica a Richie Lake por no haber cumplido lo que dijo respecto a que iba a ser el gobierno que más cambios realizara en la historia de Chile, el pelotudo lo compara a Pinochet, diciendo que no pudo superarlo en cuanto a cambios profundos que realizó en el país. ¡Por la misma chucha, si el tata colores pudo hacer lo que le dio en gana con el país porque no tenía oposición para hacerlo, y eso no lo hace un mejor gobernante! Si toda la oposición que pudo tener la había exiliado, matado, o torturado. Richie Lake por lo menos sacó a los senadores designados. Le dijo que no al psicópata alcoholizado de Bush, en circunstancias que estoy segurísimo que Juaco hasta hubiese mandado algunos pelaos a Irak de haber salido presidente. Y eso me parece fantástico.
Sigo sin creer, al igual que cuando tenía 20 años, que los políticos piensen realmente en ayudar a alguien que no sea a ellos mismos. Pero si creo que al menos, algunos de ellos de vez en cuando ayudan a alguien y hacen algo bueno por el país, como efecto colateral.
Hoy, en el diarucho “El Otro” (y digo diarucho no porque menosprecie el contenido, lo que menosprecio es la cantidad de hojas y por supuesto, como todos, el formato) alguien escribió en algún lado (perdonen la inexactitud, pero tengo demasiado sueño como para ponerme a revisarlo) que teniendo en cuenta la seguidilla de traiciones, movimientos raros y chanchadas varias que se han visto en la derecha este último tiempo, cabe pensar en que si se hacen eso entre ellos, qué se podría pensar de lo que harían a sus enemigos. O, en mi opinión, con el resto del mundo.
No creo que la izquierda, o la concertación, sean mejores. Pero frente a los tres candidatos presidenciales, tengo una opinión bastante clara.
El señor Lavín me produce desconfianza. Por cómo traicionó al tata colores para salvar su imagen. Por el estado en el que dejó la comuna de Santiago, la cual frecuento y por lo tanto, baso mi opinión no en lo que digan que hizo o no, sino simplemente en el estado en el que se encuentra. Porque un Opus Dei me produce no solamente desconfianza, sino que además urticaria. Porque sencillamente, no me representan, y no creo que representen a nadie a estas alturas. Y porque sus ideas pasaron ya de ser estúpidamente populistas a ser simple y llanamente estúpidas.
El señor Piñera también me produce desconfianza. Porque siempre que ha habido algún movimiento turbio con tintes mafiosos en la política, el aparece en algún lado. Pero básicamente, porque no creo que un empresario pueda ponerse del lado del trabajador. Y eso lo digo por experiencia propia, por trabajar escuchando lo que dicen los dueños y viendo que la realidad es completamente distinta, y que ellos, al auto aislarse del perraje, les hace hacer cosas cada vez más estúpidas. Viendo como se pasan por la raja los derechos del trabajador para su propio beneficio.
A la señora Bachelet tampoco se puede decir que la vea mejor. Básicamente porque he visto que ha hecho buenas cosas como ministra, pero la presidencia es algo mucho mas complejo. Y si bien confío en sus capacidades, la gente de su partido no me produce confianza, y la forma rastrera en la cual la van a atacar desde la oposición (como ya lo vienen haciendo desde hace rato) me preocupa un poco. O sea, no son bacheletista, pero por último la veo más clara, más inteligente y mejor parada que al otro parcito. Primero, por tener la personalidad para tirarse como candidata en un mundo político donde la mayoría de las mujeres están de adorno. O de carnada. Y segundo, por razones personales, y no políticas. Porque una mujer que haya salido adelante después de vivir en carne propia la época más vergonozosa que ha tenido este país, merece todo mi respeto y admiración. Ella misma ha dicho que no va a ser un Lagos 2. Me parece bien. Pero lo que sí me gustaría, es que siga con ese gobierno personalizado. Porque en ella, como persona, sí confío.
Alguien podría decir que por no votar, no puedo opinar. Eso es estúpido, si fuese así todos los comentaristas de fútbol tendrían que haber sido futbolistas, los comentaristas de literatura tendrían que ser escritores consagrados, y así sucesivamente. La gracia de estar en una democracia, aunque no tenga demasiado de esto, es que uno puede opinar. Y la gracia de publicar en un blog, o en cualquier medio que ofrece internet, es que se puede opinar libremente.
Es más, la gracia de no estar en una dictadura, es que por muy estúpida que me pareciese esa opinión, la respeto igual.
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