“This is the first day of my last days”
Wish – Nine Inch Nails
Hoy me he dado cuenta que he logrado hacer de mis días de trabajo una inconciencia casi absoluta. Pasé 8 horas allá y apenas tengo recuerdos de un par de minutos. Como en Neuromante (libro de uno de mis autores favoritos, William Gibson) cuando Molly explica que para ganar dinero para hacerse los transplantes biomecánicos, trabajo en un prostíbulo en el cual le implantaban una especie de circuito cerrado neuronal. Hacía lo que fuese sin darse cuenta, su mente dormía. Al fin del día se sentía adolorida, pero con los bolsillos llenos de dinero.
Wish – Nine Inch Nails
Hoy me he dado cuenta que he logrado hacer de mis días de trabajo una inconciencia casi absoluta. Pasé 8 horas allá y apenas tengo recuerdos de un par de minutos. Como en Neuromante (libro de uno de mis autores favoritos, William Gibson) cuando Molly explica que para ganar dinero para hacerse los transplantes biomecánicos, trabajo en un prostíbulo en el cual le implantaban una especie de circuito cerrado neuronal. Hacía lo que fuese sin darse cuenta, su mente dormía. Al fin del día se sentía adolorida, pero con los bolsillos llenos de dinero.
La única diferencia con mi caso, y que no es menor, es eso de la parte de los bolsillos. Lamentable, pero cierto. Estoy harto de vivir todos los meses con 40 lucas, lo cual en realidad ni siquiera es cierto porque siempre termino el mes con plata prestada, para devolverla cuando recibo el cheque y volver a endeudarme a fin de mes. Y sé que me quedan por lo menos 6 meses más de lo mismo. Tan sólo espero no tener que pasar por lo mismo. De hecho, es por ello que estoy luchando.
Ayer fue mi último día de clases. Claro que en realidad, como siempre, no es tan así. Igual tengo que ir el lunes, terminar de entregar algunas cosas, cerrar promedios, dar exámenes. Para cuando todo termine, empiezo a trabajar unas 10 horas diarias, sin días libres, hasta el 24 de diciembre. Después, un par de días más de trabajo, y si todo funciona bien, tendré vacaciones. Cosa que necesito.
Y el fin se acerca.
De momento, no más clases. Al fin. No porque no quiera estudiar más, sino porque el instituto, en sí, me tiene chato. Hasta me deprime un poco tener que ir, de hecho. Tendré mi título. Ojala, una buena práctica. Se supone que después de eso, empiezo a vivir.
Eso es lo que deseo. Después de todo. Volver a vivir. Volver a salir, disfrutar de un fin de semana, de esos pequeños regalos mágicos que son los feriados. Pasarlo bien un viernes en la noche. Desde mi adolescencia odié los malls. Después de trabajar en uno, los detesté aún más. Hoy me di cuenta de que en realidad, espero algún día volver a un mall, un sábado por la mañana. Usted se preguntará porqué, después de haberlos odiado tanto. Yo le diré por qué. Por venganza. Por ver todo el asunto desde el otro lado. Por llegar, desayunar en el patio de comidas, comprar algo y estar de vuelta en casa antes del mediodía, con toda la tarde libre por delante. Una venganza burguesa.
1 comentario:
yo trabaje una vez en el cine hoiyt de la reina y lo pase estupendo, lo unico malo es que ahora cuando veo unas cabritas me dan ganas de güitriar.
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