jueves, octubre 20, 2005

El olor de los recuerdos


Antes de empezar, advertencia: El cansancio de fin de año que me produce tener que trabajar y estudiar al mismo tiempo se ha intensificado últimamente. Por lo que este blog va a ser actualizado tan sólo una vez por semana, seguramente los viernes o los domingos.

La memoria es algo extraño. Se supone que todo lo que percibimos es almacenado en nuestra cabeza; desde las canciones que cantamos en Kinder hasta el último libro que leímos, palabra por palabra. Lo que sucede es que no siempre somos capaces de recordarlo todo. O sea, el cerebro humano carece de accesos directos, desfragmentación, y un Google personal. Y en la mayoría de los casos, sobre todo en el mío, tiene muy, muy poca RAM.

Muchas veces recordamos involuntariamente. Eso pasa cuando nuestra mente, de forma inconciente, asocia algo que percibe con un recuerdo almacenado. O sea, se encuentra con una especie de acceso directo.

Por alguna extraña razón, el verano y la primavera me traen siempre muchos recuerdos. Debe de ser porque odio el frío. Hoy llegó el calor a Santiago, de forma sorpresiva y bastante agresiva por lo demás. Entonces, recuerdo mis primeros meses en este país. Los últimos meses de colegio. La época en la que conocí a mi amada novia. Y a veces, mi infancia en España. Recuerdos felices.

Pero no es solamente (o exactamente) el calor lo que me trae recuerdos. Son los olores.

Mi madre se ha pasado toda mi vida retándome porque huelo el plato antes de comer. Lo que sucede, es que para mí los olores son muy importantes. Y son lo que gatilla principalmente la mayoría de mis recuerdos. Al parecer, mis genes me dieron una generosa nariz por otra razón aparte de que sirva para confundirme con un koala.

El calor del día me molesta tanto como a cualquiera. Bueno, quizás un poco menos porque crecí acostumbrado a tener que bañarme varias veces al día durante los meses de verano. Lo que realmente me fascina, son las noches. Cuando uno camina por la ciudad, con los árboles llenos de hojas y en manga corta, sintiendo esa agradable brisa cálida. Todo huele distinto en verano. Los olores se amplifican, y puedes oler los árboles, el pasto, y lamentablemente, a la gente también. Pero qué se le va a hacer.

jueves, octubre 06, 2005

Adulto Joven

Varias veces me he preguntado, seriamente, si acaso me quedé pegado en los 18.
Después de todo, sigo siendo un niño para muchas cosas. Sigo jugando (es más, cada vez con más intensidad) videojuegos, leyendo comic books, Dune sigue siendo uno de mis libros de cabecera, y debo admitir, sin vergüenza alguna, que sigo pensando que la mayor parte de la buena música del último tiempo nació o se desarrolló en los 90.
Otro de los grandes factores que me hacen sospechar de mi atoramiento de los 18 son mis amigos. O mejor dicho, la carencia de ellos. La gran mayoría de mis mejores amigos los tuve mientras estuve en el colegio. Los carretes mas memorables también sucedieron en esa época. Y la gran mayoría de mis anécdotas épicas me pasaron mientras estuve con ellos.

Entonces, me pregunto si acaso es algo tan grave.

¿Qué significa crecer, qué significa ser un adulto joven?

Trabajar. Ok. Lo he hecho, aún lo hago, y es mas, ansío la idea de seguir haciéndolo. Así que eso no sirve.

Sofisticación en los gustos. Ni cagando, así de claro. No pienso hacerme un experto catador de vino, ni ir al Bar Central, ni al Espacio Riesco. Menos cambiar mis discos de Marilyn Manson por los de Moby. Tener un auto, confieso que me atrae. Pero no me vuelve loco. ¿Kreouac? ¿Bukowski? Lo siento, pero no. Por el momento, seguirá siendo Stephen King, Lovecraft, Tolkien, y Pratchett. Los Dockers y las camisas Hilfiger o como se llamen, están muy bien, en mi opinión, como uniforme UDI. Pero definitivamente no para mí. Así que supongo que lo más sofisticado que voy a hacer será dejar los Belmont corrientes en caja blanda por unos Marlboro, y cambiar la Dorada por una Heineken.

Hijos. Si, me encantaría. No se si en plural, pero definitivamente me encantaría tener una hija, y que escuche metal. O un hijo, aunque creo que lo traumaría por mi adversión al fútbol. Ah, pero se me olvidaba, para ser un adulto joven, o una persona normal, mi hijo/a debería tener ahora por lo menos 3 años. Porque por supuesto, yo soy muy macho y no puedo usar condones. Y que importa que mi novia no haya tomado pastillas, si por una vez no pasa nada. Lo siento, pero al parecer somos demasiado fomes como para salir con un cabro chico antes de terminar la carrera.

Por otro lado, quizás no sea tan pendejo todavía. Si bien es cierto que suelo ahogarme entre tantos deberes, y que considero muy sabias las palabras de la doctora Grey (de la serie “Grey’s Anatomy) cuando dice “Responsability sucks”, de una forma u otra igual termino haciéndome cargo. Siendo responsable, siendo maduro.

Ni el sexo, ni las drogas me parecen tan, pero tan importantes como para desvivirme por ellos, o ponerlos como metas inprescindibles en mi vida. Claro que de pendejo, tampoco se puede decir que me haya vuelto loco por ello. Menos aún la vida de carretero autodestructivo. Cosas como aventuras, riesgos y todo eso son, en mi opinión, cosas que quedan muy bien en las películas gringas, pero no en la vida real.

Y después de todo, cuando veo MTV, me doy cuenta que no me pierdo demasiado de la música actual. No la desprecio, pero realmente toda esa onda hip hop y electrónica, todo el pop renovado, no fueron nunca para mí. Menos aún la estética, si mirar los diseños de los programas de MTV de ahora es como estar viendo un juego de Playstation 2. Y uno malo.

Nunca dejaré de ser un niño. Uno responsable y con gustos de viejo, pero un niño después de todo. No le veo nada de malo. Después de todo, si mi novia me ama siendo tal como soy, no lo debo de estar haciendo tan mal.

domingo, octubre 02, 2005

Money (no tengo)

Cuando estaba en el colegio las cosas eran más fáciles. O sea, en realidad no, pero ahora sí me lo parecen. Soñar con ser un escritor famoso, tener una vida feliz, que no me importase el dinero, pensar en filosofía y esas cosas. No parecía tan difícil. Pero lo es.
No era materialista. Y pensaba que eso era porque leía tantos libros sesudos.
Ahora, se que estaba equivocado.
No era materialista porque más o menos, tenía todo lo que necesitaba. Y aquellas cosas con las que soñaba, estaban tan lejos que simplemente lo tenía asumido.
A esa edad es fácil odiar a la sociedad. Porque es bastante horrible en su mayor parte. Y es fácil creer que se está fuera del sistema porque en realidad así es. Al menos en términos económicos, no se es más que un parásito del sistema, no produces nada. Ahora, pensar que se puede pasar toda la vida así, eso si que es estúpido. Es más, es imposible. Y estúpido. Pero uno no se da cuenta a esa edad, y para qué estamos con cosas, a los catorce se es bastante estúpido.
Ahora que han pasado varios años, me interrogué si acaso me había vuelto materialista. Después de todo le di la espalda a mis ideas humanistas. O quizás ellas me dieron la espalda a mí. El asunto es que me preocupé. La pesadilla de toda persona que madura, es convertirse en lo que más odiaba. Estoy bastante seguro que si mi yo de catorce años conociese a mi yo de veinticinco, lo odiaría. Y viceversa. Por lo tanto, durante algún tiempo, hace poco, me preocupo algo el tema. Después fui más razonable.
No por preocuparme de cómo voy a llegar a fin de mes (cosa en la que, por lo demás, suelo fallar miserablemente) soy materialista. No por querer comprarme libros, tener un buen computador y querer ir a recitales soy materialista. Sufrir irrevocablemente, todos los días y en cada minuto por no tener esas cosas sí me haría materialista. Ok, lo admito, mi escasez económica ante la llegada de Peral Jam y de NIN si me tienen un poco angustiado. Pero creo que lo superaré.
No hay nada más horrible que llegar al punto en el que tienes dinero para llegar a trabajar, pero no para volver. Me ha pasado un par de veces. Claro, siendo pendejo podía ser idealista, porque no tenía que pagarme casi todo. Es más, aún ahora no tengo que pagarme todo, pero si muchas cosas, y mi miserable sueldo no alcanza. Y eso me angustia. Intento que no sea así, pero no siempre tengo éxito.
Pero a pesar de todo, me di cuenta de que no soy materialista, que es lo que me preocupaba. No soy consumista tampoco. Simplemente quiero ciertas cosas no por el simple hecho de tenerlas (lo que me haría consumista) ni tampoco porque en ellas vaya a basar mi felicidad (lo que me haría materialista). Porque está bien, admito que un buen pc me haría feliz, pero no del todo. Sólo por un rato. Está bien, por un par de meses. Pero no es como para basar mi felicidad de vida en ello. Y mientras no llegue a ese punto, creo que estaré bien conmigo mismo.
Lo que sí tengo que admitir, es que no tener dinero es horrible. Apesta. Mucho.