Sin entrar en mucho detalle, divido mi vida en épocas determinadas por lo que estaba haciendo o lo que ejercía importancia en mi vida. Hace poco terminé la época "post hospital y post carrera", siento no encontarle un nombre más cool por el momento, y estoy bastante seguro que ahora estoy empezando una época nueva a la cual aún no pienso ponerle nombre porque uno identifica estas cosas después de que le han pasado, no antes.
Lo que no ha cambiado en mi es que me sigue sin gustar la navidad. Y eso que hace ya 4 años que abandoné la guerra al otro lado del mostrador, un conflicto bélico que recrudece por estas épocas a niveles insospechados para la mayoría de ustedes, queridos lectores, que han vivido toda su vida al otro lado.
Este año si me he dado cuenta de que la gente no se toma muy bien eso de que a uno no le guste la navidad. Es más, mucha gente ha reaccionado mucho peor a esa noticia que al hecho de que me declare ateo, lo cual me obliga a insistir en la idea de que estoy casi seguro de que cuando lo digo, la gente piensa que ser ateo es algo que a uno se le pasa con el tiempo, que no es demasiado importante y que en realidad uno esta simplemente tonteando. Pero qué se le va a hacer, es muy difícl a este lado del mundo que un cristiano piense que sus creencias no son universales y per se. Eso se aplica a la navidad en si misma, por cierto. Al parecer el que a uno no le guste lo convierte automáticamente en el Grinch.
Y por supuesto la idea que yace bajo eso es que en realidad uno está resentido con algo, y que si a uno lo quiere lo suficiente se te debería pasar. Si, querido lector, ese tipo de condescendencia tan molesta es muy común en el cristianismo.
La idea que al parecer la gente no logra captar es que el hecho de que a uno no le guste la navidad, no lo transforma automáticamente en un ser lleno de odio, envidia y cinismo. De la misma forma que expresar ideas contrarias al cristianismo no te transforma en el anticristo. Resulta curioso que la gente falle en entender algo tan simple, pero claro, hay que tener en cuenta que les enseñan desde niños a entender el mundo como una dualidad, donde si no eres una cosa, eres lo otro, y ese otro es lo contrario. Y es aún más gracioso si uno piensa que hasta las barras bravas tienen una mente más abierta; si no te gusta un equipo tienes al menos otras dos opciones donde etiquetarte.
Obviamente, mi ateísmo es una fuente directa y clara de por qué no me gusta la navidad. No es que la odie (y lo aclaro porque el hecho de que no me guste suele producir la pregunta "¿Y por qué la odias?", lo que me suele dejar aún más perplejo) simplemente me da lo mismo, es un día que no reviste la menor importancia. El no creer en Cristo y el hecho de que los mismos científicos creyentes saben que el tipo no nacio el 24 de diciembre sino que la fecha coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio norte, y la fiesta romana del sol. El hecho de que la iglesia haya hecho coincidir esa fecha es parte de la misma idea que tuvieron de derribar los templos paganos y construir iglesias encima; forzar la desaparición de los ritos paganos (los cuales obviamente no desaparecieron nunca del todo sino que se infiltraron en la iglesia misma, de ahí los santos, los símbolos y otro montón de cosas que no daré la lata de explicar en más detalle).
El hecho de que ya no tenga sentido la navidad, tal y como la plantean, ya es suficiente para molestarme. El hecho de que a eso le añadan Papa Noel o Viejo Pascuero (¿Pascua? ¿En Diciembre? Seriously?) y metan regalos en medio a pito de nada, roza lo exhasperante. El hecho de que a nadie le importe en lo más mínimo esa ensalada de contradicciones da de lleno en la exhasperación.
Si me quedara en ese punto si podría decir que, si bien no odio la navidad, la idea si me emputece. Pero encima de todo eso, hay que añadirle una idea absolutamente ambigüa e indefinida (lo que no es raro teniendo en cuenta las raices de la celebración en si) de que, por que sí, estas fechas tienen que ser de paz y amor. Esa es la excusa, de hecho, para no prestar atención a todo lo descrito en el párrafo anterior, de hecho.
Llegados a ese punto, la idea de la navidad simplemente pasa a importarme un pepino.
Veo varios problemas con todo esto de la navidad, eso si. Primero, el hecho de que tenga que haber una fecha en las cuales todo tiene que ser paz y amor. No puede ser todo el año, no señor, tiene que haber una fecha específica, en la cual sólo por que sí, tengas que pensar y practicar esas ideas, y pobre de ti que no lo hagas por que sobre tí caera todo lo contrario de la paz y el amor hasta que pienses igual que el resto.
El segundo problema, que anticipandome a los hechos me afecta igualmente para el año nuevo, es la obligación de tener que hacer algo. Es navidad así que tienes que hacer regalos, te tiene que gustar, y tienes que pensar en paz y amor. Y ni se te vaya a ocurrir preguntar por qué.
Pequeño inciso: no, no vale con que alguien salga diciéndome "es por que es el nacimiento de Jesus y el es Dios y es paz y amor". O sea, WTF. O sea, contra toda biología, me mezclan al hijo con el padre y salen con que siempre han sido lo mismo. Eso viene a ser el equivalente a apagar un incendio con gasolina, porque no hay nadie que me pueda explicar que el mismo dios de las siete plagas, del idolo de oro, del diluvio y otros varios grandes éxitos, sea paz y amor.
Continuamos,
Finalmente mi tercer problema va con la tolerancia. Como han podido leer, no le tengo mucho aprecio al cristianismo. Pero no por eso voy quemando iglesias por la vida, o diciéndole a la gente "no, no debes de creer en eso". Para nada. Cada uno es perfectamente libre de creer en lo que le de la gana, el problema es cuando intentan forzarte a compartir esa creencia. Y eso es precisamente lo que se hace en navidad.
Si alguien se pregunta qué voy a hacer yo la noche del 24, voy a estar cenando con mi familia, a quienes si les gusta el ritual y el intercambio de regalos, pero no tienen ni la más mínima intención de obligarme a que eso me guste. Es más, este año me regalan una edición muy bonita de la Biblia Satánica. Eso es tolerancia. Muchas cenas navideñas han sido en torno a los temas que he expuesto más arriba y ni se les ha pasado por la cabeza sentirse insultados. Para mi y para ellas, lo importante es cenar juntos (copiosamente a ser posible) y conversar. No quisiera choquear a nadie pero eso también lo hacemos una vez al mes, más o menos. Y aparte de los regalos no veo ninguna diferencia con la noche de navidad. O sea, como pueden ver, no odio la navidad. De hacerlo no aceptaría la cena con mi familia, por ejemplo. Realmente me da lo mismo, al margen de lo ridícula que me parece la idea. Y ni mi madre ni mi hermana muestran la intolerancia que he visto en otras personas como para intentar forzar que yo me comporte de otra forma o que cambie mis creencias.
Eso es lo que en el fondo, y realmente, me parece terrible. Y muy, muy poco navideño....