Hospital Día 1 (04/02/06)
Esa frase tan Carlos Pinto de “Nada hacía presagiar” no va conmigo. Cuando el fin de semana anterior salía de urgencias por lo de la cojera, tuve la impresión de que iba a volver. Que las cosas no habían salido bien. Pero no me escuché, porque tenían que salir bien. Tenía muchas cosas que hacer.
Pero una semana después había vuelto a urgencias. Y sabía que eso iba a pasar. Lo que me pillo por sorpresa fue lo del pulmón. Porque antes que me revisaran, yo tenía mi propio diagnóstico listo: perder práctica + pierna pa´ la cagá = histeria = tos nerviosa. Que esto les sirva de lección a todos (me incluyo): no por nada se pasan 7 años estudiando. A diferencia de otras carreras (no piensen mal, pero no puedo evitar pensar en periodistas y pedagogías) parece que no se la llevan puro hueando todos los años de estudio. Los autodiagnósticos valen callampa. Es más, si a veces el diagnóstico de un médico vale callampa, imagina el tuyo.
Volviendo al tema, llegue a urgencias. En el pasado, pensé que lo más difícil que me había tocado hacer era cojear con las dos piernas al mismo tiempo. Ahora sé que es más difícil cojear y toser como tuberculoso al mismo tiempo. Aparte que duele más, uno tiende a perder el equilibrio.
Entrar a urgencias no fue difícil. Que te atiendan sí. 2 horas después (por reloj) un paramédico me revisa, dice neumonitis y me manda a hacer una radiografía. 2 horas más tarde (otra vez) me la hacen. 1 hora después el paramédico y el doctor deciden que tengo líquido en el pulmón e intentan sacarlo. Con jeringas. Pinchando hasta el pulmón. Ouch. No sirve. Así que deciden que es grave. Pregunto qué va a pasar. “Tú te quedas- me dice el paramédico- Hay que hospitalizarte”
Ahí por primera vez, y no por última, me dan ganas de llorar. Tengo miedo.
Esa frase tan Carlos Pinto de “Nada hacía presagiar” no va conmigo. Cuando el fin de semana anterior salía de urgencias por lo de la cojera, tuve la impresión de que iba a volver. Que las cosas no habían salido bien. Pero no me escuché, porque tenían que salir bien. Tenía muchas cosas que hacer.
Pero una semana después había vuelto a urgencias. Y sabía que eso iba a pasar. Lo que me pillo por sorpresa fue lo del pulmón. Porque antes que me revisaran, yo tenía mi propio diagnóstico listo: perder práctica + pierna pa´ la cagá = histeria = tos nerviosa. Que esto les sirva de lección a todos (me incluyo): no por nada se pasan 7 años estudiando. A diferencia de otras carreras (no piensen mal, pero no puedo evitar pensar en periodistas y pedagogías) parece que no se la llevan puro hueando todos los años de estudio. Los autodiagnósticos valen callampa. Es más, si a veces el diagnóstico de un médico vale callampa, imagina el tuyo.
Volviendo al tema, llegue a urgencias. En el pasado, pensé que lo más difícil que me había tocado hacer era cojear con las dos piernas al mismo tiempo. Ahora sé que es más difícil cojear y toser como tuberculoso al mismo tiempo. Aparte que duele más, uno tiende a perder el equilibrio.
Entrar a urgencias no fue difícil. Que te atiendan sí. 2 horas después (por reloj) un paramédico me revisa, dice neumonitis y me manda a hacer una radiografía. 2 horas más tarde (otra vez) me la hacen. 1 hora después el paramédico y el doctor deciden que tengo líquido en el pulmón e intentan sacarlo. Con jeringas. Pinchando hasta el pulmón. Ouch. No sirve. Así que deciden que es grave. Pregunto qué va a pasar. “Tú te quedas- me dice el paramédico- Hay que hospitalizarte”
Ahí por primera vez, y no por última, me dan ganas de llorar. Tengo miedo.
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