Esta cita, como muchos ñoños ya saben, pertenece al libro "Harry Potter y el Cáliz de Fuego", y también aparece en la película. Es una frase que cada cierto tiempo me viene a la cabeza porque sencillamente me fascina. Hoy, intentaré explicar por qué.
Cuando pasé por la universidad en la carrera de psicología, el profesor de psicología general nos aconsejó fijarnos en los niños. Sostenía que en ellos, la conducta humana es más pura que en los adultos pues no está influenciada por la socialización, ni por el aprendizaje, ni por los años de tonteras que uno tiene por delante. Y que eso ayudaba a comprender el comportamiento humano en su esencia.
Los niños frecuentemente son retratados como ejemplos de pureza, inocencia y bondad. Eso no puede ser más falso. Es muy posible que aquellos que ven a los niños así, simplemente no recuerden la crueldad de la infancia, y lo que uno podía llegar a hacer por ser aceptado por los demás. Ser niño es muy difícil, pero los adultos suelen olvidarlo, pues como casi todo el mundo, a medida que envejecen van olvidando las cosas malas y sólo se quedan con lo bueno.
Hay muchas cosas que uno aprende de niño, que sufren de pocas modificaciones cuando uno crece. Generalmente no nos damos cuenta, porque por un lado el mundo nos hace creer que por el simple hecho de tener un trabajo y pagar cuentas uno ya es adulto, y por otro lado nosotros mismos nos esforzamos por creer que realmente es así. Porque no queremos volver a ser niños, aunque muchos crean que sí.
Una de las cosas que aprendemos de niños, es la lucha entre el bien y el mal. No sólo porque es algo avatárico, sino porque además tanto en películas, como en la tele (y para los niños más espabilados, en los comics y los libros) a los niños se les muestra muy claramente, con muchos estereotipos, qué es bueno y qué es malo en un esfuerzo de construir cierto sistema moral y ético desde la más tierna infancia, a costa de crecer con un montón de prejuicios como que la gente de pelo largo y vestida de negro es mala, y que el heavy metal es la música del diablo.
También se nos enseña que el dolor el malo y que el placer es bueno, lo cual ya de por sí es algo sumamente enfermo. Quise dejar claro eso en mi post anterior, pero fracasé miserablemente en el intento.
En fin, a lo que iba. Entonces, aprendemos que lo que es bueno; todo aquello que se apega a lo que hace el protagonista de lo que sea. Generalmente, implica tener una chica, ser popular, reconocido y respetado por los demás, podérselas sólo pero igual necesitar amigos, y un par de accesorios más. El mal, por otro lado, más que detallarlo se limita a ser definido por lo opuesto a lo bueno. Los malos de los dibujos animados suelen querer conquistar/destruir al mundo lo que se refleja en hacer daño a los amigos/la chica del protagonista y por eso él sale a la pelea. Esto no solamente se caga en eso de "dar mi vida por tu libertad de expresión aunque no opines lo mismo que yo" sino que además deja en una posición sumamente imbécil a los malos; ¿Para qué diablos quieren destruir el mundo, si al final igual tienen que vivir en él? ¿Qué diablos van a hacer con él después de conquistarlo, si lo único que tiene el mundo para quien se haga cargo de él son problemas que solucionar?
En mi opinión, el problema, la amenaza, no es el mal. Para empezar, ni siquiera uno puede claramente definir el mal, o estar seguro de si está en el bando de los buenos. No, el problema no es el mal, ni el bien. El problema es no hacer nada. Y eso, es el camino fácil. Y es infinitamente más dañino.
Pero es lo que hace la mayor parte del mundo. Primero, porque como por ningún lado eso entra en la categoría de "el mal" no ven el problema de seguir esa conducta. Por otro lado, aquellos héroes que hacen el bien frecuentemente están tan lejos de lo que uno es, cuesta tanto sentirse identificado con ellos, que la gente inconscientemente piensa en que mejor dejar esa tarea a otros que sí califiquen, y mejor que ellos pasen piola.
No digo que uno deba ser un héroe con capa y espada. O capa y antifaz de murciélago, si uno quiere ser más inclusivo al respecto. Tampoco hablo de hacer actos heroicos. Los actos heroicos frecuentemente no son premeditados y mucho menos percibidos como tales por las personas que los efectúan. Simplemente, ellos van y lo hacen porque sienten que es lo que uno tiene que hacer.
Y probablemente ahí está el problema. En que por lo general, la gente no se siente obligada a hacer nada. Es más, muchos sienten que los demás están obligados a comportarse de cierta forma con uno. Como si todos fuésemos hijos únicos y malcriados, pensando en que todo tiene que ser para uno, y todos tienen que estar pendientes de uno y entregar todo a uno. Sin que ese uno mueva un dedo ni por los demás, ni por si mismo.
Y ahí es donde quiero llegar. A el sí mismo. La solución a la mayoría de los problemas del mundo no consiste en grandes actos heróicos llenos de simbolismo. Eso, es lo infantil. Lo que de verdad necesita el mundo es que cada uno de nosotros deje de dejarse llevar por la marea, por el promedio; dejar de nivelar por lo bajo, y pasar a hacer algo por uno mismo. Algo por intentar ser mejor persona, por ser algo más que el día anterior.
Es más fácil escribir y hablar mal, es más fácil sacar malas notas en el colegio y ser del montón; es mucho más fácil hacer lo justo y necesario que le piden a uno y que aparece en la descripción de tu puesto de trabajo, es más fácil callarse y seguir a los demás que pensar por uno mismo. Es más fácil decir "no opino o no entiendo de política" que agarrar los diarios por las mañanas y empezar por la portada, en vez de por la sección de deportes o la de espectáculos.
Aquí recuerdo otra cita de una gran película, Se7en o Los Siete Pecados Capitales, "Es más fácil perderse en las drogas, que enfrentar la vida. Es más fácil robar lo que quieres, que ganárselo. Es más fácil pegarle a un niño que educarlo. El amor cuesta; conlleva esfuerzo y trabajo."
Cuando pasé por la universidad en la carrera de psicología, el profesor de psicología general nos aconsejó fijarnos en los niños. Sostenía que en ellos, la conducta humana es más pura que en los adultos pues no está influenciada por la socialización, ni por el aprendizaje, ni por los años de tonteras que uno tiene por delante. Y que eso ayudaba a comprender el comportamiento humano en su esencia.
Los niños frecuentemente son retratados como ejemplos de pureza, inocencia y bondad. Eso no puede ser más falso. Es muy posible que aquellos que ven a los niños así, simplemente no recuerden la crueldad de la infancia, y lo que uno podía llegar a hacer por ser aceptado por los demás. Ser niño es muy difícil, pero los adultos suelen olvidarlo, pues como casi todo el mundo, a medida que envejecen van olvidando las cosas malas y sólo se quedan con lo bueno.
Hay muchas cosas que uno aprende de niño, que sufren de pocas modificaciones cuando uno crece. Generalmente no nos damos cuenta, porque por un lado el mundo nos hace creer que por el simple hecho de tener un trabajo y pagar cuentas uno ya es adulto, y por otro lado nosotros mismos nos esforzamos por creer que realmente es así. Porque no queremos volver a ser niños, aunque muchos crean que sí.
Una de las cosas que aprendemos de niños, es la lucha entre el bien y el mal. No sólo porque es algo avatárico, sino porque además tanto en películas, como en la tele (y para los niños más espabilados, en los comics y los libros) a los niños se les muestra muy claramente, con muchos estereotipos, qué es bueno y qué es malo en un esfuerzo de construir cierto sistema moral y ético desde la más tierna infancia, a costa de crecer con un montón de prejuicios como que la gente de pelo largo y vestida de negro es mala, y que el heavy metal es la música del diablo.
También se nos enseña que el dolor el malo y que el placer es bueno, lo cual ya de por sí es algo sumamente enfermo. Quise dejar claro eso en mi post anterior, pero fracasé miserablemente en el intento.
En fin, a lo que iba. Entonces, aprendemos que lo que es bueno; todo aquello que se apega a lo que hace el protagonista de lo que sea. Generalmente, implica tener una chica, ser popular, reconocido y respetado por los demás, podérselas sólo pero igual necesitar amigos, y un par de accesorios más. El mal, por otro lado, más que detallarlo se limita a ser definido por lo opuesto a lo bueno. Los malos de los dibujos animados suelen querer conquistar/destruir al mundo lo que se refleja en hacer daño a los amigos/la chica del protagonista y por eso él sale a la pelea. Esto no solamente se caga en eso de "dar mi vida por tu libertad de expresión aunque no opines lo mismo que yo" sino que además deja en una posición sumamente imbécil a los malos; ¿Para qué diablos quieren destruir el mundo, si al final igual tienen que vivir en él? ¿Qué diablos van a hacer con él después de conquistarlo, si lo único que tiene el mundo para quien se haga cargo de él son problemas que solucionar?
En mi opinión, el problema, la amenaza, no es el mal. Para empezar, ni siquiera uno puede claramente definir el mal, o estar seguro de si está en el bando de los buenos. No, el problema no es el mal, ni el bien. El problema es no hacer nada. Y eso, es el camino fácil. Y es infinitamente más dañino.
Pero es lo que hace la mayor parte del mundo. Primero, porque como por ningún lado eso entra en la categoría de "el mal" no ven el problema de seguir esa conducta. Por otro lado, aquellos héroes que hacen el bien frecuentemente están tan lejos de lo que uno es, cuesta tanto sentirse identificado con ellos, que la gente inconscientemente piensa en que mejor dejar esa tarea a otros que sí califiquen, y mejor que ellos pasen piola.
No digo que uno deba ser un héroe con capa y espada. O capa y antifaz de murciélago, si uno quiere ser más inclusivo al respecto. Tampoco hablo de hacer actos heroicos. Los actos heroicos frecuentemente no son premeditados y mucho menos percibidos como tales por las personas que los efectúan. Simplemente, ellos van y lo hacen porque sienten que es lo que uno tiene que hacer.
Y probablemente ahí está el problema. En que por lo general, la gente no se siente obligada a hacer nada. Es más, muchos sienten que los demás están obligados a comportarse de cierta forma con uno. Como si todos fuésemos hijos únicos y malcriados, pensando en que todo tiene que ser para uno, y todos tienen que estar pendientes de uno y entregar todo a uno. Sin que ese uno mueva un dedo ni por los demás, ni por si mismo.
Y ahí es donde quiero llegar. A el sí mismo. La solución a la mayoría de los problemas del mundo no consiste en grandes actos heróicos llenos de simbolismo. Eso, es lo infantil. Lo que de verdad necesita el mundo es que cada uno de nosotros deje de dejarse llevar por la marea, por el promedio; dejar de nivelar por lo bajo, y pasar a hacer algo por uno mismo. Algo por intentar ser mejor persona, por ser algo más que el día anterior.
Es más fácil escribir y hablar mal, es más fácil sacar malas notas en el colegio y ser del montón; es mucho más fácil hacer lo justo y necesario que le piden a uno y que aparece en la descripción de tu puesto de trabajo, es más fácil callarse y seguir a los demás que pensar por uno mismo. Es más fácil decir "no opino o no entiendo de política" que agarrar los diarios por las mañanas y empezar por la portada, en vez de por la sección de deportes o la de espectáculos.
Aquí recuerdo otra cita de una gran película, Se7en o Los Siete Pecados Capitales, "Es más fácil perderse en las drogas, que enfrentar la vida. Es más fácil robar lo que quieres, que ganárselo. Es más fácil pegarle a un niño que educarlo. El amor cuesta; conlleva esfuerzo y trabajo."