OK, maldita sea, lo admito. No tiene sentido negarlo, y definitivamente ya es tiempo de dejar de darle vueltas al asunto porque eso no cambia nada.
Me hice viejo. Maduré.
Lo acepto. Aprenderé a vivir con ello.
Pero sólo porque me haya hecho viejo, no quiere decir que no pueda seguir jugando :D
Simplemente ya no me queda bien eso del pensamiento reaccionario revolucionario. De hecho me molesta de sobremanera. No es que me haya domesticado, sino que mi instinto de rebelión también maduró. Y debo de crearme, reinventarme, para darle sentido a todo ello de nuevo. Creo que ya que quedaría ridículo tener un mohicano con canas, y usar chaqueta de cuero que sea tan arrugada con lo será mi cara, será mejor adoptar un estilo que esté más de acuerdo conmigo mismo. El modelo de viejo cínico y ácido podría servir. Aunque me rehuso a no usar mi polera de Metallica.
Parte de esto surge de una conversación con uno de mis mejores amigos, la otra parte del hecho de haber estado en un Happy Hour en el Boulevard del Parque Arauco el otro dia sin sentirme fuera de lugar.
Aunque igual me sentí raro, pero no fue por ser un resentido y sentirme incómodo por estar rodeado de tanta gente bonita y acaudalada. Fue porque me dió la impresión de ser uno de los pocos (aunque no el único) que no se estaba tomando todo el hueveo demasiado en serio, ni se creía mucho el espectáculo de gente cool haciendo lo mismo que la gente de los reclames de la tele.
Entiendo que me estoy haciendo viejo por los tipos de conversaciones que he tenido con la gente con la cual trabajo, y por las cosas que me han estado preocupando en la vida últimamente.
El hecho de que con la gente con la que trabajo no hable del último video que vi en MTV o no comente la película que está por salir, sino que se hable de noticias, cosas de actualidad, cuentas, hijos y cosas del trabajo, es una señal segura.
El que las preocupaciones acerca de mi futuro laboral ocupen más tiempo en mi cabeza que el panorama para el viernes en la noche o a dónde viajaré en la tarde jugando Oblivion, es otra señal.
El asunto es que puedo aceptar el hacerme viejo, no es tan terrible como me lo pintaban. Puedo hacerlo porque si bien dejar de ser un niño no me hace demasiado feliz, y empezar a hacerme responsable por las decisiones que afectarán mi vida es algo bastante contradictorio con eso de ser un niño, esa irresponsabilidad de vivir tan despreocupadamente no es precisamente la mejor parte de ser un pendejo; puedo vivir sin ello.
Sin embargo, mientras pienso en lo despistado que voy, y lo incierto que parece ser todo, me da por preguntarme si acaso no debería respetar más a mis padres por haber hecho todo lo que hicieron, tomando todas esas decisiones tan seriamente y manejando la presión. O quizás simplemente pensaron que por ser adultos, tendían la razón en lo que fuera y en tal caso ni siquiera consideraron las cosas dos veces.