miércoles, agosto 19, 2009

The Unmaker Inside

Este blog sufre cada vez más de mi insensible abandono, sólo comparable al blog de cuentos. Hasta mis lectores más acérrimos han perdido la esperanza y ya no me atacan con maliciosos comentarios de cuándo voy a terminar de publicar la historia.

Yo, por mi parte, he identificado una serie de elementos que me mantienen lejos del teclado.

Por un lado está Fallout 3. Vagabundear por el árido y post apocalíptico Washington DC es tan adictivo como el gore con el que mueren las hordas de enemigos que me atacan, y en ocasiones mi propio personaje cuando me descuido. Por otro lado, simplemente me lo paso muy bien jugando Guitar Hero.

También está el hecho de que muchas de las cosas que pienso no son fácilmente escribibles, y frecuentemente mi mente se va hacia temas como el paso de los años y sé que eso es muy latero de leer. Sin embargo me resulta imposible de suprimir; con frecuencia miro esta hermosa ciudad e intento recordar qué tiendas o qué edificios han desaparecido durante los últimos años. Muchas veces intento recordar qué hacia yo en determinada época.

Lo cual me lleva siempre a analizar mi vida actual. Durante todos los años de mi adolescencia siempre me preocupe mucho de no volverme una persona gris no pensante como los que tanto odiaba, y ahora que soy más viejo y que he aceptado tantas cosas que en su momento detesté, suelo perderme en juicios a mi mismo respecto a qué cosas que he aceptado tienen razón de ser por madurez y cuales corresponden, si es que alguna, al envenenamiento y muerte del alma.

Y finalmente, el responsable soy no sólo yo mismo sino que además uno de mis demonios personales más antiguos, el Deshacedor (usando un término de Orson Scott Card) o el No Man (usando un término de Jim Carrey), el que prefiere la abulia, la negación, la pereza (o flojera, depende de qué lado del charco me lean), el perderse en la nada.

Claro que, por otro lado, este soy yo escribiendo durante el día, muerto de sueño. Sucede que de noche soy levemente distinto, y ahora que trabajo a esas horas semana por medio, quizás, sólo quizás, mi teclado empiece a hacer más ruido o al menos otro que no sea cuando se cae el suelo.

Espero.