lunes, enero 29, 2007

Difícilmente voy a tener algún tipo de resultados en el ámbito literal si no me vuelvo más disciplinado a la hora de escribir. La última vez dije que iba a actualizar semanalmente el blog. Y no lo he hecho. Y tampoco hay excusas.

Por otro lado, es cierto que hace tiempo ya abandoné la idea de transformarme en un escritor a tiempo completo. Escribir es algo que me gusta muchísimo, pero carezco de la disciplina (evidentemente) y del talento como para transformar eso en mi fuente de dinero. Quizás no todo este perdido y termine como Tolkien, quien publicó el Señor de los Anillos pasado los 60.
Si bien es cierto que no me siento maduro como escritor en ningún aspecto (tener imaginación no le hace a uno escritor) también hay algo en esta reflexión acerca de hacerse viejo y dejar de lado los sueños de la adolescencia.

Es más, siendo bien específico nada de lo que incluye mi vida actualmente lo soñé en mi adolescencia. Lo cual no es una queja por ningún lado, ya que prefiero mi vida tal y como está ahora (tranquila, estable y en pareja) a los sueños de escritor y ocultista los cuales sabemos, basándonos en Lovecraft, que nunca terminan bien XD

Me doy cuenta de la distancia que hay entre mi adolescencia y mi estado actual, fundamentalmente por un encuentro que tuve con mi prima hace un par de semanas. Ella, junto con su hermana, son probablemente lo más parecido a familiares que tengo, en el sentido de forma de pensar, gustos y actitudes por la vida. No iguales pero si al menos parecidos, infinítamente más parecidos que con el resto de la familia. En fin, el caso es que conversando con ella acerca de todo los que nos venía a la cabeza (el déficit atencional va en los genes al parecer) me fui dando cuenta, poco a poco, que si bien no he entrado en la fase de no comprender a la juventud, si estoy en eso de no sentirme parte de ese mundo. Dejando aparte toda la tontera de los niñitos rojo/reageton/reality/emo que tristemente parece ser gran parte de la juventud, existe otro círculo de personas que piensan por sí mismos, tienen una conciencia social muchísimo más fuerte, se interesan en la política y son lo suficientemente patudos para exigir sus derechos y lo suficientemente inteligentes para hacerlo bien. Y eso es, claramente, magnífico.

Entonces, dándome cuenta de todo esto, y sientiéndome viejo (porque para colmo de males ahora prendo mi radio amiga, la 94.1, y me doy cuenta de que ya no es amiga mía) me puse a navegar en Wiki leyendo artículos sobre generaciones. Oh sorpresa, no me identifico con ninguna de las que me corresponderían por edad, o mejor dicho, me identifico parcialmente con dos o tres de ellas. Supongo que eso será bueno.

La última vez que tuve una crisis de identidad, tiene que haber sido a eso de los 16 o 17 años. O sea, hace 10 años atrás. Ha pasado tanto tiempo desde entonces, que pensé que nunca más iba a tener una crisis de esas. Y claro, lo curioso es que en realidad no siento que la tenga en este minuto. La ansiedad no me ataca a cada momento ni me revuelco en la agonía del preguntarme quién soy y qué es lo que quiero, que es más o menos lo que me sucedía en esa época. Ahora tengo una idea muchísimo más clara de lo que tengo, de lo que quiero, y de lo que soy. El problema pasa, entonces, por averiguar hacia dónde voy. Qué tipo de vida quiero tener y en ella, qué tipo de persona quiero ser. Todos los tópicos sociales que me parecían tan lejanos los estoy viviendo ahora que trabajo. El consumismo, la charla insustancial, el comentario del fútbol los días lunes, el comentario de lo que dieron ayer en los canales nacionales a la hora de almuerzo, todo aquello que pensé que ya no me iba a tocar, me llega. Y sigo sin quererlo. Afortunadamente, ya no soy tan rabioso como para confrontarme a ello, ahora simplemente lo dejo pasar.

domingo, enero 14, 2007

Ok, sé que hace un mes que no escribo. La culpa es toda mía.

He tenido la intención de hacerlo antes, por supuesto. Quise escribir para navidad, contando lo vacía que me parece esa celebración cuando uno no es ni niño ni cristiano. Después quise escribir para año nuevo, comentando lo inexplicable que me parecía la necesidad de los demás de estar rodeados de gente y gritar y todo eso, siendo que para mí el cambio de año se expresaba a través de otras emociones y percepciones quasi paranormales.

Y claro, al final no escribí nada de eso.

Por un lado, es flojera, lo admito. Hay veces que llego a mi casa, después de trabajar todo el día con PC, y ni ganas de jugar tengo. Ojo, se me pasa después de un par de horas, y después de cenar ya estoy jugando, pero de que me pasa, me pasa. Ahí es cuando me dan ganas de tener un Playstation2 para jugar sin tener que prender el PC XD
Por otro lado, y de eso me di cuenta esta mañana mientras me duchaba, es que aún tengo una muy estúpida costumbre de mi vida anterior (de estudiante, part-time y no trombofílico) que era el de dejar las cosas para más adelante. Que conste, eso sí, que en esa época ese dejar las cosas para después no era flojera, sino falta de tiempo y de energías. Y si bien juré, en una cama de hospital después de varias crisis, no volver a dejar para más adelante nada (ya que uno se puede morir, como comprobé tan de cerca, en arrepentimiento por el tiempo perdido y las cosas no hechas) aún quedaba algo de esa costumbre en mí, en este caso, en cuanto a escribir.

Mi amada novia sabe, mejor que nadie, la cantidad de historias que tengo por escribir. Varios cuentos, un par de novelas; cosas que no he tocado en algunos casos, en años. Siempre pensando en que lo haría cuando tuviese más tiempo. Porque claro, cuando terminé el colegio y me puse a trabajar "dejé de tener tiempo" según yo, cuando en realidad tenía muchísimo más tiempo del que disponía, por ejemplo, cuando años después trabajé en un mall.

Pues bien, resulta que ahora sí tengo tiempo. Es más, dependiendo de cómo vayan las cosas hacia marzo, que es cuando termine mi contrato temporal, es posible, muy a mi pesar, que tenga aún más tiempo del que me gustaría. Y eso es algo que me preocupa y como no me deja tranquilo, también me coarta un poco a la hora de escribir, pero en fin. El asunto es que quiero recuperar esa capacidad mía para escribir. Sobre todo ahora que ya no tengo sueños de grandeza y no pretendo ser el próximo Stephen King o Lovecraft ni nada parecido, cosa que sí me sucedía en mi adolescencia.

Me ha costado un poco acostumbrarme a esta nueva vida. Eso de tener tiempo, de poder hacer vida social durante la semana, el tener fines de semana y festivos. Me encanta, pero me ha costado acostumbrame. Ahora tan sólo me hace falta poner a escribir sobre ello.