viernes, noviembre 25, 2005

15 Años

Uno de los tantos comentarios que escuché en la radio, acerca de la visita de pearl jam a Chile, fue que el fenómeno de ventas de entradas se explicaba porque de un modo u otro, para muchísima gente de mi edad, pearl jam formaba parte de la banda sonora de nuestra vida. En concreto, de nuestra adolescencia.

Muy cierto.

Cuando escucho los primeros segundos de “The Ecstasy of Gold”, canción con la que Metallica abre todos sus conciertos, me emociono. Lo mismo me sucede con cientos de canciones que guardo celosamente en mi disco duro.
Ayer, en el recital de pearl jam me pasó lo mismo. Cuando empezaron con “Given to Fly”, con Porch, Animal, Alive, y especialmente, con State of Love and Trust y Rockin in a Free World. Porque más veces de las que puedo recordar, estuve solo en mi pieza, con la luz apagada, escuchando pearl jam, con esa inflatable guitarra imaginaria que tenemos todos aquellos que amamos la música pero somos genéticamente ineptos para aprender a tocar un instrumento, pasando los más malos que buenos ratos de la adolescencia.
En esa época (y aún ahora, en realidad) la música me ayuda a sobre llevar muchas cosas. No la música en general, la que escucho mientras juego o trabajo en el pc, o la que uno escucha cuando anda por la calle con los audífonos taladrando la oreja. Son grupos y canciones específicas, que ejercen en mí un cambio de ánimo de lo más positivo.
Y en cuanto a pearl jam, fui un fan atípico. Tanto Even Flor como Black, me terminaron por apestar. Y eso lo confirmé porque no me dieron ganas ni de cantarlas en el recital. Las canciones lentas y tristes de pearl jam no me producen tristeza. Las encuentro muy bonitas, pero no tristes. Los momentos depresivos y melancólicos de mi adolescencia, los sobrelleve con cosas como Blood, Dissident, Breath, y las otras que mencioné antes.
Lo mismo se aplica para el resto de los grupos por lo general. Creo que una de las pocas canciones lentas que me parecen tristes, es Speed of Pain, de Marilyn Manson. La que se lleva la palma en cuanto a canciones tristes, es Ticket to Ride de los Beatles. Y por alguna razón, Chop Suey! , de System of a Down, me parece profundamente triste.
El recital de pearl jam fue increíble. Y eso que tengo un problema con los recitales en vivo. Como estoy acostumbrado a escuchar música mientras hago otras cosas, cuando estoy en un concierto me distraigo y me pongo a pensar en otras cosas, en vez de centrar mi atención completamente en la música. También me pasa que, desde que dejé de ver videos musicales o más bien, dejé de conocer música a través de ellos, consiguiendo así rebelarme ante la tendencia audiovisual imperante (y con ello, encontrando una apreciación muy distinta a la música) me distrae el hecho de ver a la banda. Descubrí que cerrando los ojos sentía mucho más la música. Así que en mis partes favoritas, hice eso.
Y en una de las cosas que me puse a pensar cuando estaba en el concierto, creo que en algún punto entre State of Love and Trust y Daughter, fue en otra de las frases repetidas hasta el cansancio en las radios, “el recital que tardó 15 años en hacerse realidad”.
Hace 15 años, era un pendejo imbécil (ahora sigo siendo pendejo, pero lo de imbécil se me ha pasado un poco). No tenía idea de casi nada, creía saberlo todo, decía muchas estupideces y lo que es peor, creía en la mayoría de ellas. Ahora que ha pasado el tiempo, hablo menos y creo en más cosas. Y estoy tan seguro de mi propia ignorancia, que perdí en gran parte mi arrogancia, rozando a veces la inseguridad. Y en cuanto a la vitalidad de esa edad, la verdad es que nunca tuve mucha. Y no, mal pensados, no es que mis energías se fueran en el autoerotismo. Ahora no es que rebose de energía, pero tengo algo que encuentro que es mejor: determinación. Y disciplina. No demasiada, pero sí suficiente.
El pearl jam que tuve el placer de ver ayer tampoco se parecía mucho al de 15 años atrás, por lo menos el que aparecía en las actuaciones en vivo. Mucho descontrol, mucho grito, muchas ganas. Me gustó más lo que vi ayer. Después de 15 años, pearl jam toca más pesado, con más pasión, con un descontrol que apunta a dejar salir la fuerza, sin estropear la calidad. Y la calidad, fue impresionante.
Así que fue curioso ver que, realmente, crecí con ellos. Aunque dejé de escucharlos en serio después del tercer disco. Aunque, y me da un poco de vergüenza admitirlo, hasta se me olvidaron las letras de varias canciones.
Cuando era un pendejo imbécil, pensaba que con la madurez, uno perdía la fuerza, la pasión, y lo genuino. Ahora entiendo que en la adolescencia, uno no tiene nada de genuino. Tan sólo compra el producto de serlo, a través de los moldes que imponen empresas que venden esos productos de rebeldía. Ahora que ya tengo un cuarto de siglo, me siento mucho más yo que entonces. Con menos problemas existenciales. Y con muchas, muchas más ganas de vivir, que por aquel entonces.
Y eso, me parece bueno.
P.D.: No, este blog no está muerto. Gracias por el apoyo. Comprenderán que por un lado, tengo la mente en otras cosas con esto del fin de año y de carrera. Y que por otro lado, resulta un poco difícil escribir aquí pues uno siente que está hablando sólo con el mundo, como si nadie más lo leyera. Prometo no volver a cometer el mismo error, y muchas gracias por el apoyo.
P.D. 2: Hace un par de días, en mi foro favorito, publiqué el último cuento que he escrito. Si quieren revisarlo, acá está la dirección:

sábado, noviembre 05, 2005

In the End

Ok, lo siento, he faltado a mi palabra. Primero dije que iba a escribir todos los días. Después, que lo iba a hacer todas las semanas. Y ahora resulta que han pasado más de diez días sin que haya escrito de nuevo.

Mi excusa es simple, aunque no del todo aceptable: estoy cansado.

Llevo dos años viviendo entre mis estudios y mi trabajo. No podría decir que lo he hecho bien en ambos mundos, pero al menos me he esforzado para hacer las cosas decentemente. No ha sido fácil.

Ahora que estoy llegando al fin de estos dos años, me encuentro cansado. No sólo físicamente, aunque mi cuerpo ha estado haciendo cosas extrañas últimamente, como pasar por periodos de insomnio a periodos en los que me quedo dormido en todos lados. Es también un estado mental.

Uno de las sensaciones más desagradables que he sentido en este último tiempo, aparte del cansancio y la somnolencia crónica, es el miedo. El no sentirme lo suficientemente preparado para entrar al mundo laboral. La informática es un universo gigantesco, y por mucho que todos mis profesores me aseguren que nadie lo sabe todo, encuentro desesperante el saber tan poco. Claro, uno podría decir “bueno, porqué no estudias más”. Y en parte, tendría razón. Pero por otro lado, no.
Si bien es cierto que la informática, a diferencia de otras disciplinas, cuenta con millones (literalmente) de sitios de Internet donde aprender cómo hacer cosas, lamentablemente soy una de esas personas las cuales tienen que aprender de otros, y no de libros (o hipertextos, en este caso) por lo que me es muy difícil aprender de la red. Y por otro lado, si bien es cierto que podría haber pasado más tiempo en vez de estar jugando en mi PC, esto último ha sido algo vital para mi estado mental. Jugar es una de las pocas cosas que me permite enajenarme completamente del mundo, de mis jornadas laborales, de mis estudios, del cansancio, de todo lo que me molesta.
Sin embargo, esta inseguridad ha estado desapareciendo últimamente. Hoy, por ejemplo, uno de mis pocos profesores que realmente sabe de lo que está hablando, se puso a explicarnos (muy por encima eso sí) algunas cosas respecto al direccionamiento de memoria y el uso de punteros para acceder a la memoria RAM, y me sorprendí al darme cuenta de que después de todo entendía al menos el 90% de lo que estaba hablando. Y la última vez que alguien nos habló de arreglos y matrices, fue hace un año. O sea, quizás me han enseñado tan sólo pinceladas de informática, pero al menos se quedaron en mi cabeza.
El asunto que es siempre se me olvida que mi carrera es, en sí, una serie de pinceladas de distintas disciplinas informáticas. Que es natural que no sepa mucho de nada, aunque sepa algo de muchas cosas, porque la carrera está enfocada a ello. Lo que me deja tranquilo, es que al menos tengo la voluntad de aprender, el deseo de aprender. Tan sólo necesito un trabajo para ello.

La verdad, es que no creía que iba a llegar al final de mi carrera. Tampoco es que creyese lo contrario; simplemente no tenía expectativas al respecto. Y ahora que estoy llegando al final, me siento raro. Recuerdo una frase de una gran película, muy subvalorada, llamada “Del crepúsculo al amanecer”, de Robert Rodríguez. En ella, Harvey Keitel, en el papel de un sacerdote sin fé, le dice a George Clooney, ladrón y psicópata, “¿Acaso eres tan perdedor, que no te has dado cuenta cuando has ganado?”.
Me siento un poco así. Después de tantas caídas en la vida, me cuesta entender que estoy terminando. Y que pese a los contratiempos y pequeñas dificultades, todo indica que esta vez lo voy a conseguir. Y que lo único que me hace falta ahora, es terminar, conseguir una buena práctica, y un buen trabajo a continuación. Que al principio gane poca plata, que tenga que trabajar en horarios poco cómodos otra vez, que tenga que seguir estudiando por el resto de mi vida, me importa muy poco en este punto. Lo único que me interesa ahora, es terminar un ciclo y comenzar otro.

Así que es por esto, mi querido lector, que no he escrito últimamente. Se podría decir que tengo mi mente en otros asuntos. No es el calor lo que me ha hecho ponerme flojo; al contrario. La primavera me esta dando fuerzas, y esperanzas. Así que espero retomar, en cierta medida, el ritmo de escritura de este blog.

O sea, volveré…