martes, septiembre 27, 2005

Cosas de Hombres

Probablemente, una de las cosas que me delata como un viejo encerrado en el cuerpo de un adulto joven, es que ya a mis tempranos 25 hay cosas del presente que no entiendo. No es que alce la voz y diga “no entiendo el mundo de hoy” pero casi. Y la principal cosa que no puedo encajar en mi cabeza, es el hombre moderno.
Entendamos moderno como lo que ha sucedido en los últimos diez años, más o menos. Cuando gracias al destape gay de los ochenta, se permitió que los hombres fueran sensibles y sentimentales. Porque fue principalmente a eso que sucedió, con lo que no quiero decir que ser sensible sea ser gay. Simplemente, ellos empezaron a ser así y como no revelaban públicamente su sexualidad, la mujer vio un cambio que le agradó y empezó a exigir a sus parejas que se comportasen igual. Para cuando los que empezaron el cambio admitieron su sexualidad era demasiado tarde. La mujer quería hombres sensibles y cultos, hombres que no se pusieran como animales con su escote o con el fútbol y que fuesen capaces de compartir su mundo con ellos. Ahí fue cuando los ratones de biblioteca tuvieron su momento de gloria.
El hombre nunca fue el mismo desde entonces. Porque en el fondo, si es cierto que el hombre es sensible, lo que sucede es que es demasiado idiota como para enterarse de sus sentimientos, por lo que simplemente los ignora.
Cuando uno es niño, y sale de su casa para encontrarse con el resto del mundo, sucede que de pronto uno se encuentra ante un grupo de hombres. Y no importa en qué momento suceda algo así, porque invariablemente, ya existe un grupo formado. Y es entonces, en ese primer contacto, cuando se define como va a ser la cosa. A veces uno simplemente entra al grupo. Otras veces, se produce un antagonismo inmediato y espontáneo con el líder del grupo, lo que lleva generalmente a la división del mismo o a la formación de otro nuevo, con todos los nuevos que lleguen a partir de entonces. Y por último, está la opción del rechazo. Por ser demasiado pequeño, o demasiado alto, por ser muy gordo, por usar lentes, o por cualquier otra razón que generalmente es física porque como dije antes, el hombre es bastante idiota y no juzga más allá de lo que está a la vista.
Personalmente, pasé por la última opción en la mayoría de los casos. Porque esta integración a un grupo pasa muchas veces en la vida. Cuando uno sale a jugar a la calle, cuando entra al colegio, cuando pasa a la universidad, cuando llega a trabajar, etc. Así que mientras ellos se iban desarrollando en un curioso estado de personalidad grupal (lo que no es algo que diga como resentido, es un fenómeno psicológico ampliamente documentado) yo me sentaba lejos, leía cómics o algún libro, y los miraba sin comprender.
Por eso, quizás y en parte, es la razón de la que no entienda mucho a los hombres, siendo uno.
Han pasado muchos años desde aquel primer acercamiento, y si bien el resultado es que no entiendo al ser humano en general (o mejor dicho, lo entiendo, pero no lo comparto) el camino que ha tomado el hombre en este último tiempo me molesta.
Soy machista, lo admito. No de forma recalcitrante. No negando la igualdad de oportunidades, ni mucho menos negando que la mujer es superior al hombre en muchísimos campos. Soy machista por algunas cosas básicas, casi instintivas, que no puedo superar. A continuación las explico.
No puedo entender que un hombre escuche música romántica. Todo el día. Es decir, yo escuchaba a Camilo Sesto, a Serrat y a Perales, porque mi mamá los escuchaba. Y me gustan sus canciones; no todas, pero si varias. Pero eso no es ni remotamente mi género musical preferido. Sin embargo, he visto a muchos hombres que les fascina. Es más, en más de una ocasión he visto un camión, como por ejemplo los que reparten bebida o cerveza (y tenga en cuenta que el camionero es uno de los íconos masculinos) con la radio puesta, escuchando a Luis Miguel. O a Sanz. Pero aún, a Enrique Iglesias. Sencillamente, no me cabe en la cabeza. Y el mismo rechazo lo tengo con el Pop.
Tampoco puedo a entender a un hombre indeciso, que no sepa que hacer con su vida, que se siente a llorar y se queje de las injusticias del mundo. O sea, puedo entender eso cuando se trata de una etapa. No cuando se vive así por varios años. No puedo entender a un hombre que no tenga los cojones de tragarse la mierda que le tira la vida, agachar la cabeza y seguir caminando hacia adelante. Que sea incapaz de enfrentar las cosas.
Como creo haber dejado en claro antes, no es que apoye la imagen de macho recio. Porque si hay algo que me apeste en un hombre, es que se las de de matador con las minas. Mucho pero si mas encima se jacta de sus infidelidades. Porque eso si que lo encuentro de maricón. Porque son los primeros que se ponen a llorar y se les cae el mundo cuando su mina, su “oficial”, se los caga de vuelta. Y eso si que es patético.
Yo no me creo un modelo de masculinidad. Es mas, no me creo un modelo de nada, no es que pretenda dar clases de cómo ser hombre ni nada parecido.
Pero si soy un firme creyente de que un hombre debe que hacer lo que un hombre debe hacer.

miércoles, septiembre 21, 2005

"I can't believe the news today"

Marilyn Manson, en su disco Antichrist Superstar, escribió una canción llamada “Irresponsible Hate Anthem”. O sea, “Himno de Odio Irresponsable”. No estoy muy seguro de a qué se habrá querido referir con eso de irresponsable, pero el resto lo entiendo muy bien.

Eso es lo que siento cuando veo a los imbéciles de la UDI diciendo que no hace falta reconocer individualmente, faltas cometidas contra los derechos humanos durante el Régimen Militar. Porque por lo que yo pienso, cualquier persona que haya contribuído a la muerte, tortura o desaparición de cualquier persona debería estar pidiendo perdón de rodillas durante el resto de su vida y aún no sería suficiente. Y que tengan el descaro de decir que el hecho de que el Presidente Lagos haya pedido tal cosa hace que retrocedamos en cuanto a reconciliación se refiere, es lo que mas me emputece. Porque son ellos, con toda esa palabrería estúpida, los que impiden que haya algo remotamente parecido a reconciliación nacional.

Siento rabia, y odio, cuando veo que piden impunidad para Ratzinger en un juicio en el que es acusado de encubrir a un sacerdote pedófilo. Sobre todo cuando el pedido viene de la Iglesia Católica. Y más aún cuando esos hijos de puta, porque lo siento, pero cualquier persona que defienda o encubra un pedófilo merece ese apelativo, dicen que el juicio y castigo de tal cosa es asunto de la iglesia y que debe de ser tratado en secreto. Cuando sabemos que lo único que hacen es sacar al pedófilo del lugar y ponerlo en otra parte donde nadie lo conozca.

Señores UDI, señores de la Iglesia, y los junto porque les encanta ir de la mano, son ustedes unos hijos de puta.
Con perdón de las pobres prostitutas.

Politica 2

Todos los días, cuando voy caminando hacia mi casa, tengo la mala suerte de tener que ver la cara de Lavin. Y peor aún, la de Longueira. Eso tiene una explicación bastante clara, vivo en una comuna que dirige un UDI. Peor aún, las comunas que mas frecuento, que son Santiago Centro y Las Condes, también son dirigidas por UDI. Por lo tanto me he topado mucho con la cara de esos dos individuos. Mala cosa.

La cosa no mejora cuando escucho radio. Porque ahí tengo a Piñera, quien al parecer cambia los spots cada tres semanas, bombardeandome con jingles cada vez mas estúpidos.

Entonces me pregunto porqué diablos tanto escándalo.

Hace un par de dias, un periodista del 13, en su blogspot, denunció que Bachelet era puro marketing. Lo cual me hace bastante gracia, porque a diferencia de Lavin y Piñera, la gordi no me sale hasta en la sopa. Porque es el 13 y el Mercurio quienes llevan más de un año (espacialmente el Mercurio) haciéndole publicidad constante a Lavin, lo cual se entiende teniendo en cuenta que él es uno de los editores de ese diarucho. Afortunadamente, el señor Piñera aunque tiene un canal de televisión propio, se ha abstenido de hacer lo mismo, lo cual por último habla bien de él como persona.

Cuando veo todos esos afiches de la UDI, cuando escucho todos los spot radiales de Piñera, me surge una duda. ¿Creeran que nosotros, a quienes intentan llamar la atención, somos tan jodidamente imbéciles que por salirnos hasta en la sopa, pensaremos que son ideales para la presidencia?

Cuando aparecen avisos publicitarios de un producto nuevo, lo entiendo. Se llama promoción. Al dar a conocer al público tal producto, es razonablemente posible que uno piense en adquirirlo. Cuando un canal intenta renovar su imagen, o dar publicidad a un programa nuevo, hace lo mismo. No sé si será muy útil eso, pero por lo menos se dan a concoer. Pero un par de tipos que intentan ser presidentes de la república, publicitándose de la misma forma, me parece definitivamente idiota. Y más aún si piensan que así van a lograr que vote por ellos.

A la señora Bachelet, como ya mencioné antes, no le tengo demasiada confianza. No ha dicho mucho acerca de cómo piensa gobernan, aunque en realidad eso no importa mucho. Porque los otros dos, al igual que todos los políticos a lo largo de toda la historia, se han llenado la boca diciéndo que van a hacer cuando salgan electos y sin embargo nunca cumplen con nada. Así que por último, la gordi al no decir nada, no va a faltar a nada.

Uno se preguntará porqué diablos lidera las encuestas entonces. Fácil. Porque la gente desconfía de los partidos, y elige a personas. Y en ese aspecto, los otros dos candidatos dejan bastante que desear.
También es cierto que mucha gente se tira por Bachelet porque, inconscientemente, pensarán que ella va a gobernar diferente, por ser mujer. Probablemente así sea. Pero eso no quiere decir que sea para mejor.

A mi ella me agrada porque es el tipo de mujer que no acepta que la hueveen. Que sabe golpear la mesa, al igual que el señor Lagos, al igual que el señor Eyzaguirre, al igual que el señor Insulza. Uno ve al pobre Lavin, con esa cara de Millhouse que tiene, y se le hace fácil pensar que tiene menos aplomo que un gordo mórbido ante una mesa de cocktail. Y uno ve al señor Piñera y se le hace la idea que si le muestran plata, es capaz de hacer cualquier cosa. No en vano tiene un efectivo imperio empresarial.

Probablemente, la señora Bachelet salga elegida en las próximas elecciones.
Probablemente, eso será lo mejor.

Pero estoy hasta las narices de tanta campaña política. De que el parcito de idiotas se crean opinólogos y salgan ladrando cada vez que Lagos dice algo. Cuando mas tontera veo, menos creo que la gente. Y menos creo que sirvan para algo como presidentes.

viernes, septiembre 16, 2005

Pequeños Grandes Sueños

Hoy voy a quejarme. Así que si ud., mi querido lector, no tiene ganas de leer cosas tristes, cierre esta página ahora.

En realidad durante gran parte de la mañana anduve triste, pero después se me pasó. Hasta eso de las seis de la tarde. Cuando, caminando por la calle, vi a toda esa gente saliendo del trabajo, con esas simpáticas cajitas dieciocheras como las que dan por navidad, felices de saber que al día siguiente trabajarían hasta las dos, comerían un asadito o unas empanadas, y que si eso era poco, tenían tres días más para hacer lo mismo.

No tengo ningún problema con ver a la gente feliz. Pero si hay algo que enristece el alma, es ver la fiesta ajena.

No hablo solamente de la celebración del 18. No es que no me importe, por supuesto. Nadie en su sano juicio desperdicia un buen asado, ya que si bien es cierto que eso de la independencia le importa un carajo a la mayor parte del país, no sucede lo mismo con una buena parrillada. O unas empanaditas.

Estos dos últimos años han sido difíciles. Nadie dijo que trabajar y estudiar fuese fácil. Pero la verdad, no pensé que me iba a costar tanto. O sea, en realidad no es tan difícil; lo complicado viene cuando uno intenta hacer bien las dos cosas, durante los dos años. Y creo que he estado cerca de conseguirlo. Pero cuando ando achacado, me suele asaltar la vieja pregutna: ¿Para qué tomarse tantas molestias? Bueno, por un fin bastante simple, pero que me parece lo más importante en mi vida. Para tener una.

Mucha gente que he conocido se queja de una vida rutinaria. De tener un trabajo de 08:00 a 19:00, de tener que trabajar de lunes a viernes. Y aquí estoy yo, pelándome el trasero por conseguir algo así. Hoy leía en una entrevista sobre el desarrollo del país. Que apuntaba a una prosperidad fome, es decir, a ir creciendo de forma constante pero lenta. Yo estoy muy a favor de ese tipo de rutinas. Es más, opino que la aventura y el riesgo están sobrevalorados. De forma excesiva.

Y es, básicamente, por lo que Hollywood nos ha enseñado durante años. Película tras película, en una forma u otra, sin importar el género, se nos muestra que eso de lanzarse a la aventura y arriesgarse para ganarlo todo es el camino correcto a seguir. Claro, eso es muy fácil en las películas, porque siempre resulta. En la vida real, suele ser al contrario.

Yo sueño con una vida tranquila. Con poder pagar las cuentas todos los meses. Con poder tener un departamento en algún lugar desde el cual no tenga que viajar 2 horas en micro hasta mi trabajo. Con un trabajo, por lo demás. No uno que sea realmente importante, ni siquiera significativo. Simplemente, que me haga feliz. Sueño con tener una familia, sueño con poder pasar el resto de mi vida con la mujer que ahora amo. ¿Le parece fome? A mi no.

Porque al final, todas esas cosas de las que tanto hablan los psicólogos y los libros de autoayuda acerca de autocompletarse, sentirse pleno, darle sentido a su vida, fullfill your destiny y blablablabla, son cosas que uno hace por sí sólo. Y mientras tenga mis libros, mis historias, mi pc para jugar, voy a ser feliz. Ud. podrá contestar “ah, pero después vas a madurar y ya no vas a querer las mismas cosas”. Probablemente. Pero nunca dejaré de disfrutar de un buen libro, ni de una buena película.
Porque en tal caso, habré dejado de ser yo, y si eso sucede, no creo que nada más de lo que tenga a mi alrededor en ese momento vaya a valer la pena.

miércoles, septiembre 14, 2005

Tiqui Tiqui Ti

Sentimientos encontrados me suscita este mes del año. Sobre mi chilenidad, mi identidad.
Cuando llegué a este país, yo era prácticamente un español. Tenía 15 años, y tan sólo los primeros seis los había pasado aquí. Apenas tenía recuerdos. A pesar de ello, como mi familia siguió manteniendo varios elementos propios de su nacionalidad, y como siendo extranjero en España uno nunca puede ser completamente español, algo de Chile quedaba en mí. Fue sorprendente reencontrarme con todo eso cuando volví a mi país. Ahora, han pasado 10 años y me siento completamente chileno. Es más, como he podido comprobar, estoy más orgulloso de serlo que muchos de mis compatriotas.
Pero aún así, tengo ciertos problemas. Partiendo por la palabra patria.
Como cualquiera habrá podido notar, con tanta bandera y sombreros de huaso colgados por todas partes, con cuecas sonando por aquí y por allá, estamos en el mes de la patria. Nombrado así porque, como todos dicen, el 18 de septiembre es el aniversario de la independencia de Chile. Lo cual es completamente falso; el 18 de septiembre es el aniversario de la primera junta de gobierno. Fue como por febrero que se firmó la independencia, cuando los realistas perdieron su tonta lealtad hacia un país que los consideraba poco más que un pueblito al fin del mundo. Septiembre es también el mes del ejército. Y eso me incomoda, ciertamente. Supongo que habrá sido el infame General quien hizo coincidir ambas fechas, la verdad es que no lo sé con seguridad. Aunque en realidad, si fue así o no, me da lo mismo, lo que me incomoda realmente es esa unión entre patria y ejército. Evoca violencia, marcialismo, y un montón de cosas que no me gustan.
Mi forma de sentir la chilenidad difiere radicalmente con lo que ve uno por estas fechas. El traje de huaso, los juegos de campo, las cuecas, no significan nada para mí. Porque nací y me crié en la ciudad. Quizás para mucha gente que viene del sur, para muchos que crecieron en ese ambiente, tenga mas significado. Pero no para mí, y supongo que tampoco para las personas que viven en el norte, que son tan chilenos como uno. Porque no me podrá negar ud., mi querido lector, que un tipo con poncho y sombrero en pleno desierto de Atacama se ve considerablemente ridículo. Y en mi opinión, uno en pleno Ahumada, entre tanto edificio espejado y en medio de la multitud, se ve igualmente fuera de lugar. O sea, ni el traje de huaso, ni las cuecas, ni el palo ensebado son Chile.
La comida, al menos, sí se puede compartir. Y es lo que más me gusta de estas fechas. Aunque coma empanadas todo el año, y ciertamente parece que la mitad de la ciudad hace asados todos los fines de semana, como que este mes las cosas impulsan más el asunto. Y si en el fondo, no se baila ni se escuchan cuecas todo el año, ¿no será que esas cosas no son tan identificables con el chileno después de todo?
Yo escucho música chilena todo el año. Es más, varios estilos musicales, como el funk o el hip hop, que no me agradan por lo general, si me gustan cuando son interpretados por bandas chilenas. En gran parte, el mérito de esto radica en mi radio favorita, la Rock & Pop. La primera radio que empezó a tocar música chilena en serio. Hace ocho años atrás, era muy raro escuchar en otra radio canciones de La Ley, Los Tres, Lucybell, los Chancho en Piedra, o cualquier otro músico chileno que no fuera pop o romántico. Ellos empezaron. Ellos se merecen el nombre de “la radio del rock chileno”. Entonces vuelvo a preguntarme, si me siento más orgulloso e identificado con la música chilena actual, en vez de con cuecas y tonadas, ¿no será que esas cosas no son parte de la realidad diaria del chileno? Porque está bien, pueden quejarse de que la música de Los Búnkers o Fiskales Ad-Hoc son apropiaciones chilenas de estilos extranjeros. Completamente cierto. ¿Pero qué tiene de chileno lo que consideramos como tradicional? Prácticamente nada. Las comidas, la ropa, la música, todas esas cosas que insisten en presentarnos como iconos de la chilenidad, son en su mayoría herencias de otros países, de otra gente. Y por lo tanto, no se diferencian demasiado de las bandas que acabo de mencionar. Simplemente ha pasado tanto tiempo, y la gente se interesa tan poco por la historia, que no se han dado cuenta.
Lo que intento decir con todo esto, es que no porque no baile cueca soy menos chileno. No porque el rodeo no me parezca interesante soy menos nacionalista. Prefiero escuchar un disco de Los Tres, o ver una película como Machuca o Sexo con Amor, y eso me hace tan nacionalista como cualquier otro. Pienso que la identidad de Chile es tan confusa, tan indefinida, porque intenta basarse en cosas que no son comunes a la mayoría de nosotros. Más que identificarnos, nos excluyen.
Y así, definitivamente, no se construye una patria.

lunes, septiembre 12, 2005

11 de Septiembre

Otra vez escribo sobre política. Lo cual, dado la fecha que es, no es raro del todo. Sólo que desde hace cuatro años, el día se vuelve importante de forma internacional también. En fin, vamos por partes.

Soy de aquellas personas que jamás conocieron la UP. Nací en el ’80, siete años después del golpe. Mucha gente piensa que por eso no tengo derecho a opinar sobre esa época de mi país, porque no lo viví. No importa, mucha gente está equivocada; este es mí país y sólo eso me da el derecho a opinar sobre él.

Uno escucha a gente diciendo que el país no se podía sostener más, que era necesaria la intervención. Y después lee documentos donde se detalla que la situación del país empeoraba por la intervención de los gringos. Y luego lee que Allende no tenía ni idea de lo que pasaba y que el tipo era casi un santo. Y lógico, uno no sabe que pensar. Excepto lo siguiente:

1.- Que los militares están para defender a la gente, no para perseguirla, torturarla y asesinarla. Eso los deja al mismo nivel o peor que a quienes persiguen.
2.- Que el comunismo es una idea genial pero que en la práctica, es un asco. Y eso lo ha demostrado la historia.
3.- Que los gringos meten sus narices donde no les importa constantemente desde hace la tracalada de años.

Y finalmente, que todo salió mal. Muy mal.

Uno podría pensar que el 11 de septiembre de 1973 dividió el país en dos. Lo cual, en mi opinión, es un error. Porque el país siempre estuvo dividido en dos, desde la independencia en adelante. Probablemente el problema es que el quiebre que produjo el golpe militar fue mucho mas violento. Y es más reciente.

El asunto es que ver a todas esas viejas, y a Moreira, llorando por su General, diciendo que fue un santo, y recriminando al país haberlo abandonado, me da rabia. Ver a todos esos comunistas con tv cable, banda ancha y autos nuevos santificando a Allende también me da rabia. Pero nada me da mas rabia como la manga de delincuentes haciendo barricadas, tirando molotov y disparando a los pacos simplemente porque sí.

Mucha gente aún piensa que está viviendo en la dictadura. Son gente prepotente, que le gusta censurar y prohibir lo que ellos juzgan que es incorrecto. Es gente que piensa que por tener un poco de poder puede hacer lo que quiera. Lamentablemente, mucha de esa gente pertenece a la policía o al ejército. Y sobre todo, el empresariado. El problema no va tanto con la idea política que tengan, sino por su falta de respeto por la vida humana. Y por una estúpida noción de creerse los elegidos.

Pinochet y su obra también me da rabia. Pero me parece peor la gente que lo defiende pese a las pruebas irrefutables de que fue un tipo que además de mandar a matar, torturar y mutilar gente, le robó al país. ¿Será que quienes lo defienden se beneficiaron de este robo?
Es más, debo añadir que me molesta que la gente lo haya abandonado después de haberlo enaltecido. Y me molesta de sobremanera que lo hayan abandonado no después de saberse todos los crímenes contra la humanidad que provocó y promovió, sino que haya sido después de sus escándalos financieros. Porque a uno le da la impresión de que a esa gente le importa más la plata que las personas, y eso es algo bastante horrible con respecto a ellos.

Por otro lado, están los gringos. El ataque a las torres gemelas me produjo un asombro increíble, posiblemente porque fui una de las tantas personas que vió la colisión del segundo avión en vivo. No puedo decir que sienta pena por los americanos. Si siento pena por las personas que perdieron a sus familiares allí. ¿Cuál es la diferencia? Me dan pena los niños que perdieron a sus padres. Pero no los americanos que eligieron a un presidente (y que en el pasado también lo hicieron) que piensa que tiene el derecho de meterse en los asuntos de otros países y jugar con ellos. Porque el golpe de estado en Chile se consiguió gracias a la ayuda del gobierno americano, quienes por lo demás promovieron muchísimos otros golpes de estado en latinoamérica y en varios otros países del mundo. O sea, ellos promovieron el terrorismo en otros países, así que no pueden quejarse de que ahora el terrorismo los haya atacado a ellos. Después de todo, una nación se merece al presidente que eligen.

Lo más despreciable que tiene la política es que cuando se mezcla con la violencia, arrastra a un montón de gente que nada tiene que ver con el cuento. Eso sucede cuando a alguien se le ocurre que tiene algún tipo de misión en la vida que lo pone por encima del resto de las personas y que por ello se cree con derecho a usarlas, y matarlas.

Pienso que como país, seguiremos divididos. Mientras haya gente tan fanática que contamine a sus hijos en lugar de dejar que ellos mismos decidan, informándose, conociendo la historia de su país. Ellos son los culpables de que haya tanto pendejo tirando bombas molotov en días como hoy. Y también son responsables de que niños que ni siquiera han salido del colegio anden hablando de su santidad el general y su santidad Allende.

Y esa gente, es la que me da mas rabia.

domingo, septiembre 11, 2005

La epidemia de la tontera

Mi tía cumplió el miércoles pasado 70 años. De todas las personas que conozco, probablemente ella es la mas asombrosa. Principalmente, por lo normal que es. Cuando uno la ve recuerda esas abuelitas alemanas que aparecen en los cuentos, esas que se sientan en una mecedora a tejer chalecos, escuchando música clásica con una taza de té. Bueno, en realidad mi tía hace eso. El asunto es que no solamente hace eso. Entremedio se las arregla para dirigir una empresa, malcriar a sus dos nietos, y hacer una base de datos de sus libros, que son aproximadamente 350. Y los ha leido todos. Lo cual nos lleva a otro hecho interesante acerca de ella. Lee en español, alemán e inglés. Y por lo que recuerdo, en su juventud también podía leer en italiano y francés, aunque dice que ha perdido la práctica.
Al verla, nadie diría que una persona fuese capaz de hacer tantas cosas. Y hacerlo todo bien. Ah, y toca piano, de paso. Cuando uno la mira, sentada en Tavelli del drugstore nadie imaginaría que esa tierna viejita pasó años con sus pies hundidos en el barro recolectando zanahorias en su parcela, ni que antes de eso vivió varios años en Alemania, donde además de aprender el idioma aprendió dos dialectos. Tampoco podría uno adivinar que conoció toda sudamérica mientras viajaba con un circo, donde su marido hacía los trucos eléctricos del mago.
Realmente, mi tía es una mujer asombrosa. Lo que me hace pensar, ¿por qué diablos no podemos hacer todas esas cosas? En mi caso, trabajo y estudio. Y apenas me la puedo con eso. ¿Qué meritos tengo? Bueno, aprendí un inglés bastante avanzado casi solo, puedo leer mucho, pero nada mas. Con el simple hecho de saber que mi tía hizo todas esas cosas que dije mas arriba y además fue ama de casa y crío a un hijo, mis méritos quedan reducidos a la nada misma.
No me siento particularmente amargado por el hecho. Ni envidioso. Simplemente, me asombra.
Siento ganas de hacer miles de cosas. De estudiar, aprender, leer, ver cosas, experimentar, de vivir. Creo firmemente en que cada experiencia conlleva una lección. Pero entonces me pregunto acerca de mis experiencias. Y en realidad no han sido muchas. O mejor dicho, si lo han sido, pero todas demasiadas parecidas. No creo que tenga que recorrer el mundo para que sean distintas. Pienso más bien que las exigencias de nuestra vida, donde pasamos más tiempo trabajando que viviendo, nos hacen caer en una monotonía peligrosa que insensibiliza. Pero al mismo tiempo, la única solución posible a esa monotonía es hacer cosas. Lo cual nos lleva a un círculo vicioso. Y sin embargo, veo a mi tía llegar a sus 70 años haciendo todas esas cosas, con toda su historia a cuestas, y pienso en qué diablos nos pasa.
¿Qué nos ha sucedido, entendiendo ese “nos” como raza, como para que cada vez hayan menos individuos así? Porque uno podría decir que en realidad siempre hemos sido así, y cuando alguien escucha hablar de alguien multidisciplinario es simplemente que los recuerdos acerca de esa persona han sido exagerados con el paso de los años. Pero mi tía está viva, la he visto hacer todas esas cosas, y sé que son ciertas. Sin embargo, cuanta más gente conozco, menos habilidades tienen. ¿Será la tele? ¿La educación? ¿El agua?
Cada vez es más común ver a gente que con suerte puede caminar y mascar chicle al mismo tiempo. Gente que pocas veces se dedica a algo más que su trabajo. Y generalmente, esa otra cosa es ver tele. Está bien, la gente ya no lee demasiado. Tampoco hace muchas cosas manuales, como tejer, pintar y esas cosas. Pero el problema no es tanto eso. El problema es que miran mal a quienes lo hacen. El gran problema de la ignorancia, es que genera intolerancia. No sabría explicar exactamente porqué sucede así, pero es un hecho. Y la gente ignorante desprecia a la gente que no lo es tanto. No sé bien porqué, pero probablemente sea porque de un modo u otro se sienten estúpidos frente a ellos, pero no hacen nada por ser más inteligentes. Y cuando son muchos los ignorantes, despreciando a los pocos que no lo son, suelen ganar. Por presión social. Sobre todo cuando eso le sucede a un niño, quien como es normal, no ha desarrollado lo suficiente su personalidad como para que no lo pasen a llevar.
Eso me parece grave.
Peor aún, no me parece solucionable.
¿Cuál es la gracia de ser bruto? ¿Dónde están las razones por las cuales vivir? Porque si uno no tiene el hábito de pensar, de reflexionar, y vive simplemente su vida día a día, ¿Cuáles son sus metas? ¿Cuál es la razón por la cual vivir? ¿Comprarse cosas? ¿Emborracharse todos los fines de semana viendo fútbol?

Admito que cuando uno empieza a leer, a reflexionar, a aprender cosas, tampoco llega a la felicidad. Como dice uno de los personajes de “The Matrix”, la ignorancia es una bendición, al menos en ese aspecto. Pero lo que sí sucede es que ve las cosas desde un punto de vista más amplio. Uno aprender a sentir con más intensidad. Y por lo tanto, cuando uno disfruta algo, el sentimiento es más fuerte.
O quizás esté equivocado. El problema es que nunca he conocido a una persona ignorante que haya escrito acerca de sus metas, sus razones por las cuales vive, y el sentido de su vida.

viernes, septiembre 09, 2005

Politica

Cuando tenía 20 años, era un joven chileno promedio. O sea, me importaba un carajo la política, no estaba inscrito, no me interesaba en lo más mínimo la historia de mi país, y ni siquiera agarraba un diario. Mi gran amigo Mario, a quien ya he mencionado con anterioridad por aquí, me hizo cambiar de opinión. Me hizo leer algo de historia, me ayudo a entender los diarios sin reirse demasiado cuando le preguntaba quien era tal o cual persona. En mi opinión, ese hombre debería hacer clases de eso en todos los colegios del país. O al menos, alguien debería hacerlo.

Ahora me informo, por lo menos. Leo diarios, veo noticias. Entiendo algo de lo que pasa. Sigo sin estar inscrito, eso sí. Y a menos que cambien el estúpido sistema binominal, seguiré sin inscribirme.

Así que me voy a mojar el potito, y voy a hablar de política. Y como dijo un gran cantante una vez: “here it fuckin goes”.

Estoy chato de la derecha. Porque si bien mis ideas respecto al ser humano y la sociedad son levemente izquierdosas, apoyo muchas de las cosas que son consideras de derecha. El único problema es que la derecha de este país no concuerda en absoluto con ellas. O sea, creo en la idea de nación, en intentar educar, capacitar y mejorar a los chilenos para hacer un mejor país. Sin embargo, la derecha habla de privatizar, pero no para los chilenos, sino para inversores extranjeros. Porque ellos tienen mas plata. Porque así se llenan los bolsillos, y les importa un carajo el país. Y se dicen nacionalistas. Su idea de país es ridícula. Su país imaginario existe de Escuela Militar para arriba. Hablan de los valores de la familia, del Chile católico, de un bienestar basado en autos y casas, y fines de semana en el mall. Ellos no quieren que la clase media y baja mejoren, ellos quieren que sean como ellos. Pero Chile no es así. Chile está lleno de familias unicelulares, es el país de las madres solteras. Basta darse una vuelta por la periferia para ver que los evangélicos andan haciendo nata, y la verdad es que los que conozco son mucho mas liberales y agradables que los católicos. La derecha intenta incendiar la conciencia social mostrando en sus noticias robos, asaltos, violaciones, asustando a la gente para que compre seguridad, para que venda su libertad, para construir cárceles más grandes y llenarlas de gente. Hace más de un siglo que cualquier persona que haya leído al menos un par de lineas al respecto sabe que las cárceles no son una solución, son un problema. Son universidades para un criminal. El que entra por robarse un celular sale sabiendo como robar un banco. El que entra por asalto con violencia sale sabiendo matar. Y sin embargo, insisten en toda esa tontera.
Hoy leí un artículo, bastante viejo eso sí, donde Patricio Navia dice que Lagos privilegió su propia persona por sobre la Concertación. Me parece fantástico, porque la Concertación está formada principalmente por una manga de políticos idiotas que están más preocupados de ser famosos y tener poder, que de hacer algo útil por el país. Lagos quizás no habrá sido perfecto, pero ha sido lejos lo mejor desde la supuesta restauración de la democracia. Cuando Navia critica a Richie Lake por no haber cumplido lo que dijo respecto a que iba a ser el gobierno que más cambios realizara en la historia de Chile, el pelotudo lo compara a Pinochet, diciendo que no pudo superarlo en cuanto a cambios profundos que realizó en el país. ¡Por la misma chucha, si el tata colores pudo hacer lo que le dio en gana con el país porque no tenía oposición para hacerlo, y eso no lo hace un mejor gobernante! Si toda la oposición que pudo tener la había exiliado, matado, o torturado. Richie Lake por lo menos sacó a los senadores designados. Le dijo que no al psicópata alcoholizado de Bush, en circunstancias que estoy segurísimo que Juaco hasta hubiese mandado algunos pelaos a Irak de haber salido presidente. Y eso me parece fantástico.

Sigo sin creer, al igual que cuando tenía 20 años, que los políticos piensen realmente en ayudar a alguien que no sea a ellos mismos. Pero si creo que al menos, algunos de ellos de vez en cuando ayudan a alguien y hacen algo bueno por el país, como efecto colateral.

Hoy, en el diarucho “El Otro” (y digo diarucho no porque menosprecie el contenido, lo que menosprecio es la cantidad de hojas y por supuesto, como todos, el formato) alguien escribió en algún lado (perdonen la inexactitud, pero tengo demasiado sueño como para ponerme a revisarlo) que teniendo en cuenta la seguidilla de traiciones, movimientos raros y chanchadas varias que se han visto en la derecha este último tiempo, cabe pensar en que si se hacen eso entre ellos, qué se podría pensar de lo que harían a sus enemigos. O, en mi opinión, con el resto del mundo.

No creo que la izquierda, o la concertación, sean mejores. Pero frente a los tres candidatos presidenciales, tengo una opinión bastante clara.

El señor Lavín me produce desconfianza. Por cómo traicionó al tata colores para salvar su imagen. Por el estado en el que dejó la comuna de Santiago, la cual frecuento y por lo tanto, baso mi opinión no en lo que digan que hizo o no, sino simplemente en el estado en el que se encuentra. Porque un Opus Dei me produce no solamente desconfianza, sino que además urticaria. Porque sencillamente, no me representan, y no creo que representen a nadie a estas alturas. Y porque sus ideas pasaron ya de ser estúpidamente populistas a ser simple y llanamente estúpidas.

El señor Piñera también me produce desconfianza. Porque siempre que ha habido algún movimiento turbio con tintes mafiosos en la política, el aparece en algún lado. Pero básicamente, porque no creo que un empresario pueda ponerse del lado del trabajador. Y eso lo digo por experiencia propia, por trabajar escuchando lo que dicen los dueños y viendo que la realidad es completamente distinta, y que ellos, al auto aislarse del perraje, les hace hacer cosas cada vez más estúpidas. Viendo como se pasan por la raja los derechos del trabajador para su propio beneficio.

A la señora Bachelet tampoco se puede decir que la vea mejor. Básicamente porque he visto que ha hecho buenas cosas como ministra, pero la presidencia es algo mucho mas complejo. Y si bien confío en sus capacidades, la gente de su partido no me produce confianza, y la forma rastrera en la cual la van a atacar desde la oposición (como ya lo vienen haciendo desde hace rato) me preocupa un poco. O sea, no son bacheletista, pero por último la veo más clara, más inteligente y mejor parada que al otro parcito. Primero, por tener la personalidad para tirarse como candidata en un mundo político donde la mayoría de las mujeres están de adorno. O de carnada. Y segundo, por razones personales, y no políticas. Porque una mujer que haya salido adelante después de vivir en carne propia la época más vergonozosa que ha tenido este país, merece todo mi respeto y admiración. Ella misma ha dicho que no va a ser un Lagos 2. Me parece bien. Pero lo que sí me gustaría, es que siga con ese gobierno personalizado. Porque en ella, como persona, sí confío.

Alguien podría decir que por no votar, no puedo opinar. Eso es estúpido, si fuese así todos los comentaristas de fútbol tendrían que haber sido futbolistas, los comentaristas de literatura tendrían que ser escritores consagrados, y así sucesivamente. La gracia de estar en una democracia, aunque no tenga demasiado de esto, es que uno puede opinar. Y la gracia de publicar en un blog, o en cualquier medio que ofrece internet, es que se puede opinar libremente.
Es más, la gracia de no estar en una dictadura, es que por muy estúpida que me pareciese esa opinión, la respeto igual.

miércoles, septiembre 07, 2005

El ególatra ilustrado

Desde que empecé este blog, cada vez que he escrito algo ha sido porque durante el día, he estado pensando en qué iba a escribir. No puedo decir que le dedique demasiado tiempo, honestamente. Simplemente, hago el ejercicio de buscar un tema sobre el que quiera hablar, y me pongo a pensar en qué decir al respecto. Si no tengo nada interesante que escribir sobre ello, simplemente lo desecho y busco otro. Este, por ejemplo, es el tema que escogí entre tres de los cuales pensé hoy. Ese es precisamente el ejercicio que buscaba conseguir a través de escribir un blog, desarrollar cierta disciplina al escribir. No quedarme sentado, esperando a que las ideas golpearan mi cabeza.

Sucede que cuando recién empecé a escribir, me guiaba por ese proceso. Es por eso que en casi diez años sólo he escrito cinco cuentos. Tenía no sólo la opinión (muy idealizada, por lo demás) de que aquello que escribía debía ser fruto de la inspiración pura, y sólo debía escribir cuando esta me llamara. Y cuando esto sucediera, y terminara algo, debía quedar así, no “estropearlo” con correcciones. Si ud. me lo pregunta ahora, pienso que es una idea bastante estúpida.
Como ya lo mencioné una vez, existen dos grandes escritores (que no tienen absolutamente nada que ver el uno con el otro, excepto, quizás, en que ambos son mucho más pragmáticos que idealistas) que me dieron un importante consejo a la hora de escribir. Nietzsche, en El Crepúsculo de los Idolos, si no me equivoco, dice que si se ha de escribir, se ha de hacer con la sangre. Stephen King, entre los muchos consejos que da en su libro “Mientras Escribo”, dice que siempre hay que corregir lo escrito, básicamente porque cuando uno está en pleno orgasmo creativo (que es la única expresión que creo se ajusta al momento en el cual uno tiene una idea que le parece fascinante, y se pone a escribirla) suele desarrollar la idea de forma atolondrada, y eso se ha de corregir. Escritores pragmáticos, consejos pragmáticos.
Escribir no es tan fácil como parece. No porque a uno se lo hayan enseñado desde la básica, quiere decir que pueda realmente escribir. Para ello, es necesario ser capaz no tanto de tener una idea, sino de que esta sea muy clara, y más importante aún, que al escribirla se entienda, y se haga comprensible para cualquier persona que lo lea. Porque no importa lo buena que sea tu idea, si otra persona no puede entenderla una vez que la hayas escrito, no sirve de nada.
Y para estas alturas, querido lector, se estará preguntando ud. porqué tomarse tantas molestias para escribir, si resulta algo bastante complejo en el fondo. La respuesta, es muy sencilla. Nosotros, los que escribimos, somos ególatras. Y para satisfacernos, debemos escribir, y saber que nos leen.
En lo personal, no creo que exista nada malo en ser un poco egocéntrico. En cambio, el narcisismo si que me parece mal, y se les confunde a menudo. El egocéntrico es una persona con una autoestima bien desarrollada. Algo que, por lo demás, no es tan común en este país. Está lleno de gente que se jura el hoyo del queque, es cierto, pero en la mayoría de los casos son personas que se creen el cuento porque por dentro, su inseguridad se los come con zapatos. Personalmente, no me parece la mejor forma de combatir la inseguridad.
Yo escribo porque me gusta hacerlo, eso se lo puedo jurar de guata. Pero si lo publico, es simplemente por egocentrismo. No tanto porque quiera que todo el mundo me diga “oh, que bien escribes”. No puedo decir que eso no sea agradable, porque sería un hipócrita. Es más, si escucha a algún escritor del medio que sea, diciendo algo así, golpéelo sin piedad. Se lo merece. Yo publico lo que escribo porque pienso que lo que digo es interesante. O sea, me tengo fé. O sea, soy ególatra.
Actualmente, esa palabra se considera algo fea. Eso me recuerda siempre una descripción que William Gibson hace de un personaje en su libro “Mona Lisa Acelerada”. Dice algo así como “era un tipo absolutamente ignorante, y que por lo tanto, odiaba a todo aquel que pareciese saber un poco sobre algo”. A la mayoría de la gente le molesta la gente egocéntrica porque estas personas sienten seguridad sobre lo que dicen, y lo más importante, se sienten seguros de sí mismo. Se confunde, e insisto en este punto, el egocentrismo con el narcisismo. La diferencia radica en que un ególatra se centra en sí mismo y a partir de eso ve el mundo, todo en relación a él, y se satisface destacando en algo. El narcisista, piensa que él es perfecto, y que todos deberían adorarlo como el dios encarnado que es. Siendo este un país que no le gusta que otros destaquen, es comprensible que ambos caigan en el mismo saco y se les odie por igual. Sin embargo, a menos que uno se tenga fé y no sólo se crea bueno para algo, sino que además se esfuerce en serlo, va a llegar a muy pocos lados.
Confieso que mis intentos literarios han sido sumamente tímidos. Eso es porque, estando enfocado sobre mí mismo, soy sumamente autocrítico. Y caigo en el error de compararme con los escritores que leo. Eso es lo peor que uno puede hacerse, porque se caga antes de empezar. Pero al mismo tiempo, es un tanto inevitable. Por ejemplo, si un niño agarra una pelota y se pone a jugar, y se compara con Ronaldo, obviamente va a pensar de si mismo que es patético con la pelota. Va a intentar hacer las mismas cosas que él y va a fracasar miserablemente. Supongo que eso sucede porque este momento histórico se caracteriza porque lo queremos todo, y lo queremos ahora. Gran defecto de nuestros tiempos. Lo bueno, tarda en madurar. Lo mismo me repito una y otra vez cuando leo lo que escribo y me parece horrible.

Pero me tengo fé. Si no, no estaría publicando esto.

martes, septiembre 06, 2005

En la ciudad de los vivos muertos

Esta noche, mientras caminábamos con mi novia para comprar cigarros, pasamos delante de una casa con flores blancas. Como crecí en esta ciudad, no tengo ni idea de cómo se llama esa flor, sólo se que huele maravilloso. Y entonces, recordé cuándo fue que sentí ese olor por primera vez.

Cuando estaba en el colegio, más o menos en segundo o tercero medio, empecé a salir por la noche con amigos. Como todos los primeros carretes de nuestra adolescencia, eran absolutamente aburridos y patéticos. Sé que hay gente que dirá lo contrario, pero en mi defensa debo decir que por esa época ni tomaba ni fumaba, por lo tanto y a diferencia de mis supuestos opositores, puedo afirmar que al menos siempre tuve mis cinco sentidos intactos como para apreciar la calidad de esas fiestas.
El asunto es que, como nunca tuve mucha plata, me tocó caminar mucho en esa época. Cuando uno se encuentra carreteando en la zona oriente de esta ciudad, la cual fue diseñada probablemente por urbanistas agringados que la hicieron para los autos y no para la gente, se encuentra con dos grandes problemas, cuando no se tiene mucha plata. La primera, es que todo queda lejísimos cuando se trata de caminar. O sea, cualquier cosa o punto estratégico se encuentra como mínimo, a diez cuadras. Lo segundo, es que las calles, a eso de las dos o tres de la mañana, están llenas de taxis, pero no de micros. Por ningún lado. Resumiendo, caminé muchísimo.

Probablemente desde esa época que me gusta esta ciudad, de noche. O sea, me encanta esta ciudad, pero me gusta mucho más de noche. Cuando la gente está dentro de sus casas y no hay autos haciendo ruido en las calles. Sobre todo en el verano, donde uno puede caminar sin andar con la mitad del closet encima. Es también en ésa época del año cuando los árboles están llenos de hojas verdes, y las flores tienen olor. Un olor que de día no se siente con la misma intensidad que durante la noche.
Durante las noches de verano en Santiago, pasan muchas cosas raras. Uno ve a gente caminando a esa hora, igual que uno, pero claramente en asuntos muy distintos, escucha gemidos sexuales que vienen de piezas iluminadas a eso de las cinco de la mañana, ve a borrachos haciendo escándalo, autos que creen que Bilbao después de las doce se transforma en la Indy 500, y varias cosas que ya no recuerdo.

Lo que si recuerdo con claridad, es haberme sentido bien. No tiene mucho que ver con la edad; si bien es cierto que cuando uno es adolescente no tiene tantos problemas, entiéndanse estos como llegar a fin de mes, pagar las cuentas, mantener tu puesto de trabajo y esas cosas, uno tiene una enorme cantidad de preocupaciones que para la edad parecen igualmente importantes. Y de hecho lo son. Si ud., querido lector, no tiene mala memoria, podrá recordar de aquella época problemas angustiosos y horribles tales como “si ella me miró todo el recreo, ¿será porque le gusto? ¿o porque me encuentra tan raro que me observa como si perteneciese a un circo?” o “¿de dónde voy a sacar una luca para el carrete de mañana?” o tal vez “¿para cuando era la prueba de química?¿este lunes o el próximo?”. Por lo tanto, me inclino a pensar que esos buenos recuerdos no tienen que ver con la falta de preocupaciones adultas. Por el contrario, pienso que esos recuerdos son buenos por una sencilla razón, me sentía libre.

Siempre me gustó estar solo. Pero es muy distinto estar solo encerrado en tu pieza un sábado en la noche a las tres de la mañana, a estar solo a la misma hora, el mismo día, después de venir de un carrete.
Porque pese a que nunca me fue bien en ellos en términos de diversión o conquistas amorosas, al menos uno se sentía menos raro, menos apartado, después de haber estado en compañía de alguien. Y siendo honestos, no siempre lo pasaba tan mal.

Porque cuando caminaba por Santiago durante el día, después de salir del colegio, me sentía insignificante entre toda esa gente. Andar de uniforme entre gente adulta suele producir ese efecto. Pero caminar por Santiago de noche, cuando no hay nadie y las calles son para ti sólo, y puedes ir por la mitad de Carlos Antunez sabiendo que ni siquiera un auto te va a hacer desviar, es una sensación muy agradable. Es como si la ciudad te perteneciera.

Porque el viento cálido del verano a esa hora es lo mejor, sobre todo después de lo sofocante que es esta ciudad durante un día cualquiera de febrero. Y es mejor aún con el olor de esas flores blancas en el aire.
Porque cuando uno camina durante una hora, solo, se tiene mucho tiempo para pensar. Y los pensamientos son muy distintos a los que se tienen en las mismas condiciones pero encerrado en una pieza. Son mucho mas optimistas.

Siento cierta nostalgia por esa época. Empecé a caminar solo por las calles como a los diez años. A los quince llegué a este país, y hace un par de días me di cuenta recién que han pasado diez años desde entonces. Sé, con absoltuta certeza, que jamás caminaré de nuevo por las calles que caminé cuando era un niño. No tanto porque piense que no volveré a la ciudad donde crecí, sino porque sé que de hacerlo, las calles no serán lo mismo. Todas las ciudades cambian mucho en diez años, si excepción. Y eso me hace sentir nostalgia también. Pero ahora, que me siento completamente chileno, y sé que las calles de esta ciudad son mi hogar, y que la mayor parte de mis recuerdos importantes están en estas calles, no me parece tan terrible. Es mas. En ninguno de los dos casos, esa nostalgia es mala. Por el contrario, es una sensación bella, agradable.

Y aún me gusta por caminar por las calles, de noche. Cuando no anda nadie por ahí.

domingo, septiembre 04, 2005

Héroes y Antihéroes

Hellblazer es el nombre de un comic book que existe desde 1987. Su protagonista se llama Jhon Constantine. Cínico, irrespetuoso, incapaz de ser sutil o quedarse callado, aún sabiendo que es un imbécil. La historia de un tipo, capaz de hablar con fantasmas, ángeles y demonios, que dedica su vida a luchar contra el mal aunque eso signifique enfrentarse a todo el infierno. No lo hace por ganarse una medalla, ni para salvar el mundo. Ni siquiera lo hace porque simplemente le parezca lo correcto. En el fondo, lo hace por satisfacer su ego, porque se jura capaz de ser más inteligente que Satán. Y la mayor parte del tiempo, le resulta. Claro que eso no es muy raro, después de todo es el héroe del comic. O mejor dicho, el antihéroe.

Cada generación, desde los últimos cincuenta años, más o menos, ha tenido sus héroes. Tomemos por ejemplo a Elvis, años ’50. Blanco, bonito, rebelde no contra la autoridad (siempre fue un buen ciudadano) sino contra la fomedad imperante. Él fue un héroe porque hacía rock and roll, música sumamente emocional, sexual y emancipadora. En los años ’60 estaban los Beatles, quienes siguieron con la misma senda paro añadiéndole la irreverencia y la falta de respeto por la autoridad, por lo establecido.
Para cuando llegaron los años ’70 no era mucho lo que se podía hacer. Se podría decir que empezó la búsqueda de alternativas. La lucha contra el sistema no daba ningún fruto así que sucedió que empezaron a buscar alternativas, las cosas se disgregaron. Ya no había un solo héroe, como al principio, ni un grupo de ellos como sucedió después. Ahora habían cientos de ellos. La búsqueda de alternativas, una nueva espiritualidad, una nueva religión, el intento de acercar oriente a occidente a través de su filosofía que en realidad es más religión. Obviamente las cosas fallaron. Los orientales no eran ángeles después de todo, eran seres humanos, tan imperfectos y llenos de fallas como nosotros. O sea, en el Tibet tenían la costumbre de sumergir al recién nacido en un río de deshielo del Himalaya, y si sobrevivía se le consideraba apto para ser criado.
Entonces llegan los años ’80, donde deciden olvidarse de todo lo espiritual y entrar en la banalidad, la estética, el momento hedonista de la cultura. Reventarse porque eso es bueno y después de todo no pasa nada, ¿verdad?. Hasta que apareció el SIDA, y el cáncer, y las drogas hacían daño, al igual que el exceso de alcohol. Los cigarros también eran perjudiciales para la salud. Uno no podía reventarse sin sufrir las consecuencias. La superficialidad, oh sorpresa, no contenía nada, te dejaba igualmente vacío. Así que como ni lo establecido, ni la alternativa, ni el escapismo funcionaban, ya que el mundo era igualmente una mierda, ¿por qué preocuparse? Mandemos todo a la cresta entonces. Ahí es cuando entran en juego los años ’90. El metal furioso, el grunge depresivo, el héroe de esta época, Kurt Cobain, quien parece tenerlo todo para al fin ser feliz, se suicida. No podría ser de otra forma, el héroe de los ’90 era después de todo un tipo hastiado de todo, cansado de mentiras, falsos ideales, religiones sin sentido, un tipo que amaba la tristeza y la soledad porque sólo así se encontraba con sí mismo, creía que sólo así se podía ser real. Ahí es cuando se consolida el antihéroe.

Su efecto sigue siendo fácilmente visible. En las películas, las telenovelas, el tipo malo que por ser malo atrae al sexo opuesto, el tipo al que no le importa nada, que odia a todos, que no siente culpa al hacer lo que quiere, el tipo frío (en inglés, “cool”). Su reverso es sumamente sensible. Una excelente descripción la encontré leyendo uno de los tantos comics sobre los X-Men, mientras Wolverine (el gran antihéroe de la Marvel) mira a un grupo de punks: “A todos estos críos los han herido tan fuerte que tuvieron que empujar lejos al mundo, simplemente para asegurarse de que no los hiriese de nuevo. Pero la única cosa peor que ser herido, es ser ignorado, por lo que tienen que encontrar un aspecto que diga Préstenme atención todos, pero no se acerquen demasiado”

Recuerdo haberme sentido así alguna vez, siendo adolescente.

Sólo ahora las cosas empiezan a cambiar. Es cierto, nos volvimos una sociedad sumamente materialista. Y cualquier mujer, ahora que ya no tienen miedo de pensar por sí mismas, sabe que un rebelde sin causa es muy divertido para salir, pero es incapaz de mantener una relación. Y aunque lo hiciera, es incapaz de vivir bien en el mundo, precisamente por ser un rebelde. Una mujer sabe que por mucho que ella se deslome trabajando, él se lo gastará todo, que jamás podrá comprar las cosas que quiere. Que para ello, necesita a un hombre que sepa ser exitoso, que sepa trabajar bien y hacer dinero. Por otro lado, los hombres también saben esto, y que las mujeres de verdad sólo les prestarán atención si aprenden a hacer las cosas. Esto no quiere decir que los vayan a buscar sólo por su dinero (eso pasó en los ’80 y dio como resultado a la mujer valium, que tiene de todo pero no es feliz) sino por su capacidad de saber desenvolverse en la vida. Tanto en su trabajo, como en su vida personal.
El héroe ahora es una persona sumamente profesional, que al mismo tiempo está en paz consigo mismo. Una persona mucho más sana, mucho más completa.

Desde que tengo conciencia de mi entorno que escucho que el mundo se va al infierno. Que todo es un caos, que las cosas van de mal en peor. No se imaginan cuánto me sorprendí de saber que lo mismo se viene escuchando desde antes de la revolución industrial.

Me siento más bien optimista, aunque no del todo. O sea, por un lado veo a Bart Simpson, en ese capítulo en el que dice algo así como “soy de la generación que creció frente a una tele con un control remoto, soy incapaz de concentrarme en algo por más de 5 minutos, tengo la capacidad atencional de un mosquito”. Por otro lado, veo a gente joven (es decir, menor que yo) opinando en foros, produciendo cosas, con muchas ideas y ganas de hacer cosas, con una forma de pensar distinta.
Aún no veo al héroe de esa generación y a veces temo que sea posible que ni siquiera llegue a consolidarse. Sobre todo viendo como la competencia desmedida, por una falta de auto conocimiento de las capacidades de cada uno, crea gente estresada e histérica, trabajólica, que no sabe ser feliz. Sobre todo viendo que aún se rinde culto al antihéroe y lo que es peor, se reviven por todos lados a los héroes caídos, ensalzados no por los jóvenes sino por los viejos que los adoraron, pero transformados en productos de marketing y consumidos por los jóvenes, que toman una visión idealizada de personas que en el fondo, eran tan estúpidas e imperfectas como uno. Pero a pesar de eso creo que hay esperanzas.
Quizás llegue el momento en el que, después de 20 años de gente repitiendo que lo bueno está por dentro de las personas y no en su aspecto, se empiece a aplicar de una vez por todas y deje de ser un maldito cliché.

“Es horrible pensar cómo tanta gente cree que no puede aprender, y cómo más gente aún cree que aprender es difícil”
Frank Herbet, “Dune”

sábado, septiembre 03, 2005

Sobre elfos, jedis y mutantes

Lo recuerdo claramente. Iba caminando con mi padre, una mañana. Acababa de hacerme un exámen de sangre, aunque el porqué de eso si que no lo recuerdo. Estábamos frente a un quiosco, con mi viejo. Probablemente el leía los titulares de los diarios. Yo, por mi parte, miraba un comic que acababa de salir esa semana. Y lo quería. Se lo comenté a mi padre. Gran error. Me dio una charla de media hora (el jamás ha podido decir algo en una sola frase) y durante todo el bla bla, que ya en esa época, teniendo unos nueve años, había aprendido a dejar de escuchar después del primer minuto y medio, cuando ya iba adivinando para donde iba la micro, mencionó por primera vez la palabra. Me dijo que era monotemático.

Con el tiempo, muchas personas que se preocupan por mí me lo han dicho.

A pesar del tiempo, nadie ha tenido éxito en hacerme desistir al respecto. Eso es porque forma parte de mi naturaleza.

Cuando algo me apasiona, no descanso hasta atiborrarme. Cuando el tema ya se me sale por las orejas, sigo con él un par de meses más. Hasta que encuentro otra cosa. Pero no señor, después de eso no dejo el tema botado. No soy tan ingrato. Los guardo para después, porque mis temas son cíclicos. A veces pasan años. Pero siempre vuelven, y ahí estoy yo de nuevo, listo para llenarme de ello.

Por ejemplo, mi última afición monotemática son los comics. Pasé casi 10 años sin leerlos hasta que el año antepasado me reencontré con ellos. Y recuperé gran parte del tiempo perdido, debo añadir. Comics de mutantes, toda la serie X-Men, o mejor dicho, todas las series. Porque son como cinco. Y hace un par de meses, volví al ataque. Claro que esta vez, ahora que estoy mas viejo, cambié ligeramente y me tiré con cosas más independientes. Transmetropolitan, Hellblazer, Planetary, y cosas así. Leí la serie completa de Transmetropolitan en menos de una semana, con Hellblazer voy por el número 130 y creo que llevo cuatro o cinco días. No puedo evitarlo.

No recuerdo claramente el orden, pero antes de eso fue el GTA San Andreas. Y los juegos en general; Call of Duty, NFSU, Prince of Persia Sands of Time, GTA Vice City, GTA 3, y no recuerdo que mas sigue atrás, excepto haber jugado un par de meses, esta vez en compañía de mi incomparable y sorprendente novia, Diablo II online.

Entremedio, me tiré con libros de ciencia ficción. Antes de eso, creo que fue El Señor de Los Anillos cuando encontré las versiones extendidas en DVD. Me duraron dos días. Matrix, la trilogía completa, la vi en un día. Y Evangelion, entremedio.

El asunto es que no le veo nada de malo. Soy adicto a consumir todo ese tipo de cosas. Juegos, libros, comics, películas. Voy dándome vueltas en eso, por distintos temas. Termino visitando páginas en internet sobre lo que sea que me tiene enganchado, me meto a foros, averiguo cosas, leo (o veo, o juego, según el caso) cosas relacionadas, y aunque no llego a hacerme un experto a conciencia en ninguno de esos temas, no paro hasta saber al menos bastante. Por poner un ejemplo, he visto Star Wars más veces de las que puedo recordar. Me sé los nombres de la mayoría de las naves espaciales del imperio y de los rebeldes. También sé algo de las razas más importantes. Pero no las conozco todas, hay personajes ultra secundarios que se me olvidan, y ciertamente no conozco todos los libros y comics relacionados con las películas. No soy tan enfermizo. Jejejejeje…

Ud. se preguntará, mi querido lector, a estas alturas, el por qué de tal conducta. No se preocupe, yo siempre estoy acá para explicarselo.

Consumir todas esas cosas, me hacen sentir vivo. Me estimulan. Tocan esa parte de mí que nunca dejará de ser niño, que necesita entretenerse en un mundo que a veces se vuelve demasiado gris.
Mucha gente me podría acusar de escapismo, acusación que no podría ser mas falsa. Verá usted, existe la falsa creencia entre las gentes que no pueden comprender la fantasía, la ciencia ficción, o simplemente la ficción, que dice que los fanáticos de estos géneros no están en contacto con la realidad. Que prefieren mundos imaginarios para aislarse del mundo. Pero no es así. La razón es simple, sígame con atención para no perderse porque la explicación da hartos giros. Por mi parte, intentaré escribir con mucha atención para no perderme yo también.

Somos seres humanos. Tenemos límites. Por lo tanto, no podemos salirnos de estos. No podemos imaginar nada que no esté, de una forma u otra, presente en nuestro mundo. Cuando un escritor empieza a fantasear acerca de civilizaciones alienígenas o historias de magia, no está escribiendo nada que no esté en nuestro mundo. Simplemente, está creando una metáfora para explicar algo ya existente. De esta forma, podemos ver Star Wars como un reflejo de la guerra fría. O leer, en el último libro de Harry Potter, cómo se filtró el miedo actual hacia el terrorismo cuando la autora habla de cómo el colegio de magos se llena de medidas de seguridad extremas ante el retorno de Voldemort y sus magos asesinos. O apreciar en un libro de terror como el miedo hacia los zombies es una representación del miedo que sentimos hacia una sociedad impersonal, agresiva y que parece no pensar en nada. La fantasía, la ciencia ficción, y toda ficción en general, no es más que un reflejo del mundo. No son mundos imposibles y completamente alejados de la realidad porque como seres humanos, somos incapaces de hacer tal cosa. No podemos imaginar nada que no conozcamos.

La sutileza de tales metáforas, es lo que me apasiona. Por otro lado, la simpleza de las novelas de moda actuales entre los intelectuales (y hablo con esto de Bukowski, Capote, Kerouac, Mishima, Raymond Carver, Ian McEwan, y un largo etc.) me da lata. No me entienda mal, no creo que sean malos autores. Al contrario, son excelentes, pero no de mi gusto. Hablan sobre la miseria del ser humano, sus historias están llenas de sexo explícito, homosexualidad, degeneraciones morales, violencia, incestos, drogas, alcohol, violaciones, pobreza, tristeza, y todas esas cosas tan reales. Mi problema, más allá de estar con los autores, está en la temática. Porque me saturan. En mi opinión, la metáfora que existe entre Frodo y su relación con el anillo de Sauron se adentra en el tema de la adicción a las drogas en igual forma que muchas de las novelas de los autores anteriormente mencionados. Pero me gusta más porque es más sutil, porque lo toma desde otro punto de vista, desde lejos, y eso, a veces, permite profundizar mucho más.

Lo que podría darme lata, es la gente que critíca mis géneros favoritos sin ser capaces de ver lo que hay por debajo de las naves espaciales y las espadas y conjuros mágicos.
Pero en fin, hay gente para todo. Y eso siempre será bueno.

viernes, septiembre 02, 2005

Buenos Presagios

“Te sientes obsesionado y angustiado
porque no puedes encontrar el sentido
en este absurdo sinsentido e incipiente envejecimiento
que dejarán tu sentido común inservivble.
No hay descanso.”
Bad Religion.- “Materialist”


Cuando quise empezar a escribir, lo hice porque de una forma u otra, no estaba del todo satisfecho con las historias que leía. Y pensaba que quizás podría hacerlo mejor. No es una idea tan soberbia como parece; más bien está en el límite justo entre la autoestima y la soberbia. Bueno está bien, llámenlo soberbia si quieren. El hecho es que esa forma de pensar me ha dado resultados, después de todo.

No sólo es la idea que me impulsó a escribir, sino que también me hizo levantar una filosofía de vida, una forma de ver el mundo.

Fui criado en un colegio católico. A los 11, leí un libro budista. Empecé a tener ideas extrañas. A eso de los 16 empecé a leer filosofía propiamente tal. Y no, no me refiero a Cohelo, por el amor de todos los dioses. Fui instruido en cosas tales como Aristóteles. Nietzsche. Gente de ideas sencillas por supuesto. Sencillamente complejas. Después, me interesé en lo oculto. Separando los charlatanes y farsantes de los igualmente charlatanes pero no tan farsantes. Algo de psicología también leí por ahí. Y religiones, por supuesto.

Porque, después de todo, un ñoño, nerd, freak o como quieran llamarlo, es un adicto a la información. No a grandes cantidades de ella, no a profundizar completamente en el tema. Sólo a entender lo básico. Los informáticos también tienen esa tendencia. La idea es conocer lo suficiente para saber de qué va el asunto. Y por supuesto, incorporarlo, tomarlo para sí. Aprehender.

Ya que ninguna filosofía de vida, ninguna religión, ninguna explicación del mundo me satisfacía, inventé una propia. Uno podría ver aquí las peligrosas garras del relativismo. “Todo es relativo, cada uno tiene su propia verdad”. No lo creo. Pienso que primero: el mero hecho de decir que todo es relativo te caga la afirmación. Segundo, lo que hago no es relativismo, no pienso que cada uno tenga su propia verdad. Pienso que cada uno ve la verdad a través de los sesgos que tiene, sin ser conciente de ellos. Los judíos vieron a un Dios vengativo, fuerte y un tanto mala leche (porque lo siento, pero ellos vieron a Dios antes que los cristianos, qué se le va a hacer) porque el ambiente donde vivían era hostil, duro, y muy mala leche. La gente de la selva veía a sus dioses como benévolos porque escupían una pepa de manzana y salía un árbol, pero también le temían porque una buena tormenta los dejaba sin nada. Y así sucesivamente.

Creo, como el buen Platón, que la verdad es una sola pero no somos capaces de mirarla directamente. Sólo vemos sombras. Y eso no está nada más lejos que la idea de que la verdad es relativa, que depende del punto de vista. No señor.

Ud., mi querido lector, se preguntará a qué voy con tanta divagación. Como me enseñaron a ser honesto con lo que escribo (Papá Nietzsche, que decía que si vas a escribir, tienes que escribir con tu sangre) se lo explicaré lo mejor que pueda a continuación.

Creo que hay cosas más allá de lo que uno puede hacer, que influyen en tu vida. Ojo, no digo que la dirijan, y por el contrario tampoco pienso que la suerte se la hace uno. Pienso que es más bien un equilibrio.

Después de un par de semanas en los que nada me resultó como debía, no sólo por razones inherentes a mi torpeza para vivir, las cosas empiezan a cambiar. Y así, de repente, de un día para otro. Cosas buenas me pasaron hoy. Conseguí un poco del sucio dinero que tan necesario es para sobrevivir. Me reencontré con una amiga a quien daba por perdida. Mis líos burocráticos se empezaron a aclarar (no por sí solos, sino gracias a la divina influencia de mi bienamada novia) y el sol se dejo caer entremedio de tanta nube y lluvias sorpresivas, contra las cuales no tengo nada en realidad, lo que me molesta en verdad es el frío que las sigue. Como ud. se habrá dado cuenta, querido lector, soy una persona que le presta una inusual atención al clima. Eso es porque afecta en cierta medida mis estados anímicos. Incluso parece que mi salud me permitirá dentro de poco abandonar estos insulsos cigarrillos light por otros con un poco más de sabor. Es más, me aventuro a decir que es incluso posible que logre reducir mi tasa de consumo, no tanto por preocupaciones de salud sino más bien por razones económicas. Mis ganas de estudiar están resucitando, mientras me veo sepultado por trabajos y molestias similares. Si tan sólo pudiese terminar esa maldita carrera de mountain bike del GTA, mi juego de pc favorito de todos los tiempos, las cosas serían estupendas.

Como dije antes, no tengo una religión ni una filosofía de vida concreta. Tengo lo que he ido armando en mi corta pero ajetreada vida, con pedazos de ideas que hayan logrado convencerme. Por lo tanto, mi explicación a este inesperado pero afortunado giro de acontecimientos en mi vida se basa no sólo en que cosas buenas me han sucedido. Creo que empiezan desde el momento en que ayer decidí escribir que ya no tenía ganas de quejarme.

O sea, ni siquiera fui yo el que cambió el devenir de las cosas.

Fue mi palabra escrita, que como dije al principio de todo esto, tiene casi personalidad propia y suelo considerarla como una entidad aparte de mí. La cual, por cierto, ni siquiera controlo.

jueves, septiembre 01, 2005

Piensa en algo agradable.

Mis disculpas, queridos lectores. Sin darme cuenta, mis últimas entradas han sido teñidas por un estado de ánimo un tanto oscuro y triste. No era mi intención, pero son cosas que pasan.

No es que pretenda disculparme por sentirme así. Para nada. No tengo por qué disculparme por no sentirme el alma de la fiesta el último tiempo. Más bien pretendo pedirme perdón a mi mismo, porque no he sabido ser.

Como ya debo haber escrito antes, no me encuentro viviendo el presente.

Más bien me encuentro pensando en mi futuro, ansiando su llegada con todas mis fuerzas porque necesito un cambio de aire, algo distinto a todo esto. Y por lo mismo, me he visto en demasiadas ocasiones revolviendo en mi pasado, buscando momentos de felicidad concreta, recuerdos limpios de toda mancha de preocupación, ansiedad o malestar. Lo cual no es muy difícil, porque para eso la mente humana está dotada de un maravilloso mecanismo el cual, frente a un recuerdo, evalúa lo bueno y lo malo de él y cuando es más agradable que molesto, borra casi todo rastro del mal en él. Lo hace algo bonito, digno de ser llamado una y otra vez en los momentos difíciles. Y cuando el recuerdo tiene más cosas malas que buenas, simplemente lo ignora. Así funcionamos, y es una suerte que sea así. No todo autoengaño es malo, es algo que aprendí gracias a un gran profesor de psicología que tuve una vez.

Resumiendo, me he encontrado perdido entre la nostalgia y mis sueños futuros. Y nada de eso es suficiente para vivir bien.

Por supuesto, mi situación actual no es del todo mala. A mi lado tengo la mejor mujer que hubiese podido soñar alguna vez, y pese a todos los contratiempos, sigue pensando que lo mejor que puede hacer es estar conmigo. Las estrellas han sido extremadamente benignas hacia mí en ese aspecto. No puedo olvidar tampoco que después de varios años, mi relación con mi madre y mi hermana han llegado a un punto óptimo de convivencia. Mi madre ha dedicado estos últimos años a ayudarnos en todo lo que puede, lo que en mi opinión es mucho más de lo que la mayor parte de las madres hacen. Mi hermana sacrifica el fruto de su trabajo por nosotros dos. Y también pienso que eso es algo admirable.

Tengo un trabajo, después de todo. Pese a lo mucho que lo llegue a odiar. El recuerdo de ser un cesante, pese a que fuese algo que sucedió hace varios años atrás y no duró más de seis meses, sigue siendo tan fuerte, tan doloroso, que me hace agradecer tener un trabajo, por muy asqueroso que sea.

Pero es fácil que uno se olvide de esas cosas. Los seres humanos somos, por lo general, muy poco agradecidos.

Como le dije a un amigo hoy, cuando me preguntó cómo estaba: me puedo quejar de muchas cosas, pero hoy no tengo ganas.

Prefiero pensar en cosas bonitas. Y al detenerme un minuto para pensar sobre ellas, me doy cuenta que tengo muchas.

El olor que queda en el aire después de la lluvia.

Las nubes en el cielo, eso es algo que siempre he amado. Desde las blancas, gigantes, con pinta de algodón, hasta las aún más gigantes, oscuras y amenazantes. Es más, sobre todo estas últimas.

Los viento cálido y los días templados. Ok, quizás no tenga nada que ver con lo que ha sucedido en esta ciudad durante los últimos días, y probablemente tampoco con lo que vaya a suceder en el futuro inmediato, pero antes del diluvio si tuvimos algo de eso. Y después de todo, en los meses que vienen tendríamos que tener más.

Los brazos de mi novia, donde descansar. Donde suspirar y cerrar los ojos, porque entonces pienso que todo será mejor, todo ira hacia arriba a partir de ahora, y sólo entre sus brazos llego a creer que eso es cierto.

Hasta el más mínimo gesto de afecto que hace el gato de mi novia hacia mí. Generalmente, cuando me busca y no porque tenga algo de comer conmigo, y cuando siquiera antes de llegar a mí ya está ronroneando. Ver como duerme sobre mí, y darme cuenta de que se siente confiado y seguro junto a mí, porque entonces duerme profundamente y se empieza a estirar hasta que queda completamente estirado.

Los viajes en micros manejadas por suicidas. Sí, después de todo los disfruto, lo que me hace pensar en que aún no estoy tan viejo como para sentirme asustado por ello.

El buen cansancio después de trabajar, sabiendo que hice lo mejor que pude, y sobre todo al saber que cuando llegue a mi casa tendré una comida caliente lista, preparada con gran amor de madre.

Las buenas canciones, los buenos libros, los buenos comics, las buenas películas.

Y tantas otras cosas que ahora olvido mencionar.

Insisto, no me siento culpable por ponerme sombrío y pesimista. Sí me siento estúpido a veces, cuando me doy cuenta que en realidad, las cosas no son tan malas. Cuando olvido las buenas cosas de la vida. Y mis gran objetivo en la vida, que no es precisamente nadar en dinero, ni fundar la próxima Microsoft, ni siquiera escribir una obra maestra.

Es ser feliz. Poder pensar en cosas agradables...